Borrell advierte de “guerra total” en Oriente Medio y Europa mantiene el silencio diplomático
Justo después de la Cumbre del Futuro de la ONU celebrada en Nueva York, ha arrancado este martes el Debate General anual de las Naciones Unidas de alto nivel que reúne a los Jefes de Estado y de Gobierno de los 193 Estados miembros. El tema principal en la Asamblea ha sido el conflicto regional de Oriente Medio, que no ha dejado de escalar hacia nuevos ataques y bombardeos, tanto en la región de Gaza como en el sur de Líbano e Israel, situación que por su gravedad ha apartado ligeramente otros desafíos globales de la discusión, como la crisis climática, el desarrollo de la inteligencia artificial o el crecimiento económico. El recrudecimiento de los ataques de Israel al Líbano, que ayer llegó a bombardear Beirut, ha dejado ya más de medio millar de muertos y miles de heridos.
En este contexto anunciaba El Alto Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores, Josep Borrell, que estamos “al borde de una guerra total” y que los ataques perpetrados por Hezbolá e Israel hacen que la población civil esté pagando un “precio inaceptable”. La presidenta del Parlamento Europeo, por su parte, también mencionaba la necesidad de fomentar la cooperación política tanto en la guerra en Ucrania como en Oriente Medio para impulsar la paz.
Borrell, que también ha participado en el programa Las mañanas de RNE, explicaba esta mañana que la escalada bélica “va a más porque algunos quieren que vaya a más”, haciendo referencia a Líbano y Hezbolá, para luego criticar el atentado de los beepers contra la población libanesa que dejó decenas de muertos y heridos en todo el país. Defiende llevar “casi veinte años” esperando la ejecución de la Resolución 1701 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas de 2006, donde se proponía un cese a las hostilidades entre la milicia de Hezbolá e Israel, criticando que ninguno de los dos bandos lo aplican, como tampoco lo ha hecho el propio Consejo de Seguridad.
El Alto Representante no es la única figura europea que en el discurso no ha dejado de mostrarse preocupado por la situación en Gaza. El presidente del Estado español, Pedro Sánchez, apelaba en la Cumbre del Futuro de la ONU a la “esperanza” para conseguir “un futuro de paz” en medio de la escalada militar en Oriente Medio. El jefe de Estado francés se sumaba hace unos meses a la propuesta de paz de Estados Unidos para proteger a los civiles gazatíes y “poner fin a la guerra en Gaza”. El gobierno de Portugal también consideraba “intolerable” el bombardeo a escuelas y hospitales por parte del ejército israelí. Existe un acuerdo vinculante entre la Unión Europea y la Corte Penal Internacional (CPI), que en mayo había solicitado una orden de arresto contra Netanyahu y líderes de Hamás por crímenes de guerra. La mayoría de países de Europa (salvo Ucrania y Rusia) también reconocen a este órgano, comprometiéndose a acatar sus sentencias, y, sin embargo, el genocidio está a punto de cumplir un año y el gobierno sionista sigue en una posición de completa impunidad.
A pesar de los apoyos discursivos de autoridades gubernamentales que se han dedicado a la causa palestina, lo cierto es que todavía En Europa y la UE nadie ha tomado medidas serias o contundentes para frenar el genocidio, mientras algunos países lo han seguido financiando. Hasta ahora, no ha habido un solo miembro de los 27 que haya roto relaciones diplomáticas con Israel. En su lugar, ya se observó que Alemania, Francia, Italia, España o Reino Unido (este último fuera de la Unión) han seguido exportando armas a Tel Aviv después del 7 de octubre, en cantidades aún mayores de lo que hacían en años anteriores. Países como Alemania Austria y Estados Unidos también criticaban la orden de la CPI de arresto contra Netanyahu por crímenes de guerra y lesa humanidad, al crear una equivalencia entre un “primer ministro de un Estado democrático” y los “terroristas de Hamás”, en palabras de la ministra federal austríaca para la Unión Europea, Karoline Edtstadler. Estados Unidos directamente rechazó la petición del fiscal. Además, un informe publicado por el European Civic Forum a principios de abril, mostraba que en al menos doce países de la Unión se habían prohibido o restringido manifestaciones y otras formas de rechazo a la masacre en Gaza, presuntamente por motivos de orden público y seguridad, que permitieron a las fuerzas de la policía hacer un uso excesivo de la fuerza y a detener arbitrariamente a algunos activistas, lo que podría entenderse como otra forma de apoyar a Israel. Los casos más graves sucedieron Francia, Alemania y Reino Unido.
La Unión Europea tampoco ha realizado grandes avances para alcanzar el alto al fuego. A mediados de agosto, Borrell proponía por primera vez que se impusiesen sanciones contra Israel porque algunos de sus ministros estaban incitando a cometer crímenes de guerra, después de tantos meses de genocidio. Una reacción que parece contradictoria si se vincula con la rapidez con la que la UE impuso sanciones a Rusia, justo después del comienzo de la invasión de Ucrania en febrero de 2022.
Muy pocos Estados han seguido la senda de la ruptura de relaciones con Israel o medidas similares que expresen la completa aversión contra la masacre en Gaza y Líbano. El último en hacerlo ha sido Arabia Saudí, quien hace un año mantenía conversaciones con EEUU para formalizar su relación con Israel, pero después del atentado de los beepers declaraba que no establecerá relaciones diplomáticas con el Gobierno de Tel Aviv hasta que no se haya creado “un Estado palestino”. Anteriormente, también habían roto relaciones Colombia, en mayo de 2024; Belice, a mediados de noviembre de 2023 y Bolivia, el primer país en hacerlo después de los ataques en Gaza en octubre del año pasado. Turquía también suspendió en mayo todas sus exportaciones e importaciones con el Estado de Israel.