Cuatro claves para entender el triple yugoslavo de la izquierda del Frente Popular en Francia
La coalición progresista desmintió los sondeos y ganó las elecciones legislativas en Francia, quedando por delante de los partidos afines a Emmanuel Macron y de la ultraderecha de Marine Le Pen
Ha sido la noche más feliz para la izquierda francesa en la última década. Aplausos, gritos, manos en la cara de incredulidad… La euforia invadió la Plaza de la Batalla de Stalingrado en París cuando a las ocho de la tarde se anunciaron los resultados preliminares de las elecciones legislativas. La segunda vuelta de estos comicios tuvo un desenlace que no se esperaban muchos de los simpatizantes de la Francia Insumisa (afines a Podemos o Sumar) y del Nuevo Frente Popular: la alianza unitaria de las fuerzas progresistas ganó los comicios. Representa el primer espacio y con posibilidades de gobernar —aunque no será fácil— en una muy fragmentada Asamblea Nacional.
El Nuevo Frente Popular (NFP) desmintió los sondeos que lo daban como segundo. Compuesta por la Francia Insumisa, el Partido Socialista, los verdes y los comunistas, esta alianza unitaria ha obtenido 182 diputados. A ellos se sumarán probablemente otros 13 representantes de izquierdas que no se presentaron con la etiqueta del NFP. Por detrás de la coalición progresista, se encuentran los partidos afines al presidente Emmanuel Macron, con un total de 168, es decir, 82 menos de los que disponían hasta ahora. Aunque sus aspirantes se presentaban en la gran mayoría de circunscripciones en la segunda vuelta, la ultraderechista Reagrupación Nacional (RN) pinchó y terminó tercera (143). Fue un resultado muy inferior a lo pronosticado por los sondeos.
“Nuestro pueblo ha descartado claramente la peor solución para él. Esta noche, RN se encuentra lejos de haber obtenido la mayoría absoluta”, aseguró Jean-Luc Mélenchon, referente de la Francia Insumisa, ante centenares de simpatizantes alegres y aliviados por la derrota de la extrema derecha. Aunque el veterano dirigente de la izquierda insumisa es un hombre mucho más de letras que del deporte —él mismo bromea que no sabe nada de fútbol cuando le toca felicitar a los Bleus—, una metáfora baloncestística parece la más pertinente para describir la victoria ‘in extremis’ de las fuerzas progresistas: el triple yugoslavo. Estas son las cuatro claves para entender este triunfo por la mínima, pero con un fuerte valor moral, sentimental y político.
1. La ultraderecha choca con el cordón sanitario de la ciudadanía
Como ya sucedió en las presidenciales de 2022 y 2017 o las regionales de 2015, el lepenismo se dio de bruces con el llamado frente republicano. Sigue vivo el comportamiento cívico basado en apoyar al candidato rival de la extrema derecha más allá de las simpatías ideológicas de cada uno. Más de 450 de sus candidatos se habían clasificado para la segunda vuelta y perdieron la gran mayoría de ellos. Como más se acerca la extrema derecha al poder, más se activan los genes de un antifascismo banal que impera en la mestiza sociedad gala. Así se evidenció en las urnas.
La apuesta del Frente Popular y, en menor medida, del macronismo de retirar a 204 candidatos resultó clave para no dispersar el voto en la segunda vuelta. La gran mayoría de los votantes de izquierdas —hasta el 73% de ellos— se pusieron una pinza en la nariz y apoyaron a los representantes de la coalición Juntos, de Macron, que se enfrentaban a los de RN. Este comportamiento tuvo un seguimiento bastante menor en el caso de los electores macronistas. Solo la mitad de ellos respaldó al aspirante de izquierdas en aquellas circunscripciones en que había un duelo con la extrema derecha.
Pese al fracaso en la segunda vuelta, Le Pen prefirió ver el vaso medio lleno. “Nuestra victoria solo se ha visto diferida (…). Tengo demasiada experiencia por sentirme decepcionada por los resultados”, dijo a la cadena TF1 la líder de RN. Aunque la ultraderecha descorchó demasiado pronto las botellas de champán y se vio diezmada por una lamentable última semana de campaña, en que se evidenció el racismo y la incompetencia de muchos de sus candidatos, incrementó en 55 sus representantes en la Cámara Baja. Y obtuvo el mejor resultado de su historia en unas legislativas. Toda una advertencia para el futuro.
2. El triunfo de la unidad de la izquierda y el antifascismo
Fue un final a la altura de una campaña marcada por la movilización y la épica del antifascismo. El Frente Popular ha representado el gran revulsivo de estas últimas cuatro semanas de vértigo informativo en Francia. Ha desbaratado los planes de Macron. Cuando el presidente convocó estas legislativas el 9 de junio tras el batacazo de su partido en las europeas, confiaba en beneficiarse de la fragmentación de la izquierda y que los comicios fueran de nuevo un duelo entre el macronismo y el lepenismo. Pero eso se vio frustrado por la rápida alianza de las fuerzas progresistas. A diferencia de las presidenciales de 2017 y 2022, esta vez la principal beneficiada del miedo a la ultraderecha ha sido la izquierda.
“Pienso especialmente en los jóvenes. Los 18-24 años votan la mayoría de ellos al Frente Popular. (…) Pero aún pienso más en los habitantes de los barrios populares que se movilizaron de manera multitudinaria. Han salvado la República”, destacó Mélenchon. El miedo a la extrema derecha llevó a las urnas a esos sectores de la población claves para la izquierda, pero que a menudo se abstienen.
La participación (67%) resultó la más elevada en este tipo de comicios desde 1997. Contribuyó en ello una campaña marcada por la épica del antifascismo y la fuerte movilización de la sociedad civil, desde los sindicatos como la CGT hasta los medios de izquierdas (Mediapart, L’Humanité…). Y sin olvidar a las estrellas de la selección francesa de fútbol (Marcus Thuram, Jules Koundé, Kylian Mbappé…), que antepusieron sus orígenes a sus intereses de clase como multimillonarios.
3. Gobierno del Frente Popular, “gran coalición” o bloqueo político
Los resultados del domingo dejan al Frente Popular como principal opción de Gobierno. A pesar de que se encuentra lejos de la mayoría absoluta, los otros dos bloques (básicamente macronismo y el lepenismo) aún lo tienen más complicado para llegar al umbral de 289 diputados. La otra alternativa sería una barroca “gran coalición” entre el macronismo, la derecha republicana y diputados socialistas, verdes y comunistas, excluyendo a la Francia Insumisa. Esta hipótesis cotiza, sin embargo, a la baja en estos momentos.
“No vamos a implicarnos en ninguna coalición entre fuerzas contrarias que suponga prorrogar las políticas macronistas”, afirmó, por su lado, Olivier Faure, secretario general del PS. El líder del partido de la rosa indicó este lunes que el Frente Popular debe proponer “a lo largo de esta semana” un candidato como primer ministro. A diferencia de la coalición NUPES, dominada por la Francia Insumisa, en la nueva Asamblea tendrán prácticamente el mismo peso el grupo parlamentario de los insumisos y el de los socialistas. De estos equilibrios internos no solo puede depender la elección del primer ministro, sino también la cohesión interna de la alianza progresista.
4. Continúa la crisis del segundo mandato de Macron (y de la Quinta República)
Macron no hizo declaraciones el domingo por la noche. El Elíseo indicó este lunes que el mandatario “tomará las decisiones necesarias”, una vez se haya “estructurado” la nueva Asamblea. Es decir, esperará a la elección del presidente de la Cámara Baja. ¿Macron aceptará la victoria de la izquierda? ¿O bien intentará formar una alianza frágil con la derecha republicana que tampoco llega a la mayoría absoluta? Esta segunda opción no parece entusiasmar a los barones de Los Republicanos (LR, afines al PP), que han quedado como cuarta fuerza con unos 60 escaños. “No habrá ninguna coalición ni ningún acuerdo” con Macron, advirtió Laurent Wauquiez, uno de los referentes de ese partido.
Tras los resultados, el primer ministro Gabriel Attal dijo que presentará su dimisión este lunes. Pero podría quedarse de manera interina en la jefatura del Gobierno durante el tiempo que haga falta para componer un Ejecutivo acorde a la nueva realidad parlamentaria. Con su renuncia, el joven ‘premier’, de 34 años, y que aspira a presentarse en las próximas presidenciales, aspira a construirse una nueva virginidad política desde la Asamblea, probablemente como presidente del grupo parlamentario de Renaissance, una de las formaciones del macronismo.
“La decisión de disolver la Asamblea Nacional, que debía ser un momento de clarificación —según una expresión utilizada por el presidente— ha acabado comportando una gran indeterminación”, lamentó el ex primer ministro Édouard Phillipe, otra de las personalidades macronistas que aspira a presentarse en 2027 y que no para de marcar distancias con el presidente últimamente.
La torpe maniobra de convocar estas legislativas anticipadas, junto con la imposibilidad de presentarse en las próximas presidenciales por el tope constitucional, debilitan el posible rol de Macron en medio de este embrollo. Los resultados del domingo supusieron un punto de inflexión en la profunda crisis de su segundo mandato. Y la fragmentación parlamentaria ilustra una corriente de fondo: la crisis de régimen de la Quinta República.