Europa sonámbula entre sus dilemas
El 19 de marzo de 2024, el jefe de las fuerzas terrestres de Francia, el general Pierre Schill, publicó un artículo en el diario Le Monde con un título contundente: «El ejército está listo». Schill se curtió en las aventuras de ultramar de Francia en la República Centroafricana, Chad, Costa de Marfil y Somalia. En este artículo, el general Schill escribió que sus tropas están «preparadas» para cualquier enfrentamiento y que podría movilizar a 60.000 de los 121.000 soldados franceses en el plazo de un mes para cualquier conflicto. Citó la vieja frase latina — «si quieres la paz, prepárate para la guerra»— y a continuación escribió: «Las fuentes de crisis se multiplican y conllevan riesgos de espiralización o extensión». El general Schill no mencionó el nombre de ningún país, pero estaba claro que su referencia era Ucrania, ya que su artículo salió poco más de dos semanas después de que el presidente francés Emmanuel Macron dijera el 27 de febrero que las tropas de la OTAN podrían tener que entrar en Ucrania.
Unas horas después de que Macron hiciera su poco delicada declaración, el asesor de seguridad nacional del presidente de Estados Unidos, John Kirby, dijo: «No habrá tropas estadounidenses sobre el terreno en un papel de combate allí en Ucrania.» Esto fue directo y claro. La visión desde Estados Unidos es sombría, con un apoyo a Ucrania que disminuye muy rápidamente. Desde 2022, Estados Unidos ha proporcionado más de 75.000 millones de dólares en ayuda a Ucrania (47.000 millones en ayuda militar), de lejos la ayuda más importante al país durante su guerra contra Rusia. Sin embargo, en los últimos meses, la financiación estadounidense —especialmente la ayuda militar— se ha visto frenada en el Congreso de Estados Unidos por los republicanos de derechas que se oponen a que se dé más dinero a Ucrania (esto es menos una declaración sobre geopolítica y más una afirmación de una nueva actitud de Estados Unidos de que otros, como los europeos, deberían asumir la carga de estos conflictos). Mientras que el Senado estadounidense aprobó una asignación de 60.000 millones de dólares para Ucrania, la Cámara de Representantes sólo permitió que se votaran 300 millones. En Kiev, el asesor de seguridad nacional de Estados Unidos, Jake Sullivan, imploró al gobierno ucraniano que «crea en Estados Unidos». «Hemos proporcionado un enorme apoyo, y seguiremos haciéndolo todos los días y de todas las formas que sabemos», afirmó. Pero este apoyo no será necesariamente al nivel que fue durante el primer año de la guerra.
La congelación de Europa
El 1 de febrero, los dirigentes de la Unión Europea acordaron proporcionar a Ucrania 50.000 millones de euros en «subvenciones y préstamos en condiciones muy favorables». Este dinero permitirá al gobierno ucraniano «pagar salarios, pensiones y prestar servicios públicos básicos». No será directamente para apoyo militar, que ha empezado a flaquear en todos los ámbitos, y que ha provocado nuevos tipos de debates en el mundo de la política europea. En Alemania, por ejemplo, el líder del Partido Socialdemócrata (SDP) en el parlamento —Rolf Mützenich— fue criticado por los partidos de la derecha por su uso de la palabra «congelación» en lo que se refiere al apoyo militar a Ucrania. El gobierno ucraniano estaba ansioso por adquirir misiles de crucero de largo alcance Taurus de Alemania, pero el gobierno alemán dudó en hacerlo. Esta vacilación y el uso de la palabra «congelación» por parte de Mützenich crearon una crisis política en Alemania.
De hecho, este debate alemán en torno a nuevas ventas de armas a Ucrania se refleja en casi todos los países europeos que han estado suministrando armas para la guerra contra Rusia. Hasta ahora, los datos de las encuestas en todo el continente muestran amplias mayorías en contra de la continuación de la guerra y, por tanto, en contra de seguir armando a Ucrania para esa guerra. Una encuesta realizada para el Consejo Europeo de Relaciones Exteriores en febrero muestra que «una media de sólo el 10 por ciento de los europeos de 12 países cree que Ucrania ganará». «La opinión predominante en algunos países», escribieron los analistas de la encuesta, «es que Europa debería hacer lo mismo que Estados Unidos que limita su apoyo a Ucrania, y animar a Kiev a llegar a un acuerdo de paz con Moscú». Esa opinión está empezando a entrar en los debates incluso de las fuerzas políticas que siguen queriendo armar a Ucrania. Tanto el parlamentario del SPD Lars Klingbeil como su líder Mützenich dicen que habrá que empezar a negociar, aunque Klingbeil dijo que eso no ocurrirá antes de las elecciones estadounidenses de noviembre, y hasta entonces, como dijo Mützenich, «creo que lo más importante ahora es que Ucrania consiga munición de artillería».
Guerra sí, clima no
Ya no importa si Donald Trump o Joe Biden ganan las elecciones presidenciales estadounidenses en noviembre. En cualquier caso, las opiniones de Trump sobre el gasto militar europeo ya se han impuesto en Estados Unidos. Los republicanos piden que se frene la financiación estadounidense para Ucrania y que los europeos cubran el hueco aumentando su propio gasto militar. Este último punto será difícil, ya que muchos Estados europeos tienen techos de deuda; si tuvieran que aumentar el gasto militar, sería a expensas de valiosos programas sociales. Los propios datos de las encuestas de la OTAN muestran la falta de interés de la población europea por un cambio del gasto social al militar.
Un problema aún mayor para Europa es que sus países han estado recortando las inversiones relacionadas con el clima y aumentando las relacionadas con la defensa. El Banco Europeo de Inversiones (creado en 2019) está, como informó el Financial Times, «bajo presión para financiar más proyectos en la industria armamentística», mientras que el Fondo Europeo de Soberanía —creado en 2022 para promover la industrialización en Europa— va a pivotar hacia el apoyo a las industrias militares. El gasto militar, en otras palabras, desbordará los compromisos con las inversiones climáticas y las inversiones para reconstruir la base industrial de Europa. En 2023, dos tercios del presupuesto total de la OTAN, de 1,2 billones de euros, procederán de Estados Unidos, lo que supone el doble de lo que la Unión Europea, el Reino Unido y Noruega gastan en sus ejércitos. La presión de Trump para que los países europeos gasten hasta el 2% de su PIB en sus ejércitos marcará la agenda aunque pierda las elecciones presidenciales.
Pueden destruir países, pero no ganar guerras
A pesar de toda la fanfarronería europea sobre derrotar a Rusia, las evaluaciones sobrias de los ejércitos europeos muestran que los estados europeos simplemente no tienen la capacidad militar terrestre para librar una guerra agresiva contra Rusia y mucho menos para defenderse adecuadamente. Una investigación del Wall Street Journal sobre la situación militar europea llevaba el sorprendente título de «Crece la alarma por militares debilitados y arsenales vacíos en Europa». El ejército británico, señalaban los periodistas, sólo tiene 150 tanques y «quizás una docena de piezas de artillería de largo alcance útiles», mientras que Francia tiene «menos de 90 piezas de artillería pesada» y el ejército alemán «tiene munición suficiente para dos días de batalla». Si son atacados, disponen de pocos sistemas de defensa antiaérea.
Europa ha dependido de Estados Unidos para llevar a cabo los bombardeos pesados y los combates desde la década de 1950, incluso en las recientes guerras de Afganistán e Irak. Debido a la aterradora potencia de fuego estadounidense, estos países del Norte Global son capaces de arrasar países, pero no han sido capaces de ganar ninguna guerra. Es esta actitud la que produce recelo en países como China y Rusia, que saben que, a pesar de la imposibilidad de una victoria militar del Norte Global contra ellos, no hay razón para que estos países —dirigidos por Estados Unidos— no se arriesguen al Armagedón porque tienen el músculo militar para hacerlo.
Esa actitud de Estados Unidos —reflejada en las capitales europeas— produce un ejemplo más de la arrogancia del Norte Global: la negativa a considerar siquiera negociaciones de paz entre Ucrania y Rusia. Que Macron diga cosas como que la OTAN podría enviar tropas a Ucrania no sólo es peligroso, sino que pone a prueba la credibilidad del Norte Global. La OTAN fue derrotada en Afganistán. Es poco probable que consiga grandes logros contra Rusia.
Publicado en CounterPunch): Europe Sleepwalks Through Its Own Dilemmas – CounterPunch.org y en el