Alemania

El gobierno alemán abandona los principios humanitarios

El partido de extrema derecha, Alternativa por Alemania, usa sin pudor el ataque en Solingen para hacer campaña electoral, mientras se espera una mayor represión de las protestas contra el genocidio en Gaza en nombre de la lucha contra el islamismo
Manifestación "Mano a Mano" contra el Fascismo en Berlín — Flickr / Stefan Müller
Manifestación "Mano a Mano" contra el Fascismo en Berlín — Flickr / Stefan Müller

“Alemanes, turingios, ¿realmente quieren acostumbrarse a esta situación? ¡Libérense, pongan fin de una vez por todas al camino equivocado de la multiculturalización forzada! ¡Protejan a sus hijos! ¡Envien a los partidos responsables del cártel al desierto! El 1 de septiembre, elijan el cambio. ¡No podemos continuar así!” Éstas eran las palabras de Björn Höcke, candidato y jefe del partido de extrema derecha Alternativa por Alemania (AfD), el viernes de la semana pasada en la red social X, después de que un joven sirio acuchillara a varias personas en la ciudad de Solingen, asesinando a tres de ellas e hiriendo de gravedad a otras cuatro, que se debatían entonces entre la vida y la muerte. El atentado fue reclamado por el Daesh o Estado Islámico, aunque dicha organización ya reclamó otros ataques que no cometieron miembros de la misma.

Sobre otro ataque con cuchillo que llevó a cabo una mujer alemana con problemas mentales y, al parecer, drogada, este viernes en Siegen (Renania), no se comentó algo parecido. Y eso a pesar de que atacó a seis personas con un cuchillo y tres de ellas se encontraban en el hospital con pronóstico reservado. Durante el ataque estaban presentes en el autobús unas cuarenta personas, en lo que fue con seguridad una escena dantesca. Esta comparación, puede argumentarse, es sesgada, ya que el mayor número de ataques con cuchillos se lleva a cabo por extranjeros y, además, en Alemania dichos ataques aumentaron en 2023. Sería absurdo negar esta realidad, igual que es absurdo negar el peligro del islamismo, que a menudo se confunde con el islam, que es una religión detrás de la cual la extrema derecha quiere ver un proyecto totalitario.

Alemania, el mayor productor de armas de Europa, era hasta ahora el mayor receptor de refugiados de la Unión Europea. Al menos, si dejamos a un lado las refugiadas ucranianas

Hay numerosas causas para dicha cifra elevada, y ninguna tiene que ver con una composición genética de las personas en cuestión. Los traumas de la guerra y las experiencias de la huida, la mayor tasa de pobreza o analfabetismo son algunas de las explicaciones. Resentimientos contra occidente, por invadir países en Oriente Medio o dirigir guerras que mataron a millones de niños inocentes. La AfD se ha dedicado a criticar a los refugiados desde que en 2015 llegasen al país cientos de miles procedentes, en buena parte, de Siria, un país en guerra, y que con anterioridad habían estado varados en otros países de la ruta de los Balcanes. Alemania, el mayor productor de armas de Europa, era hasta ahora el mayor receptor de refugiados de la Unión Europea. Al menos, si dejamos a un lado las refugiadas ucranianas.

Recorte de derechos del gobierno de extremo centro

El ataque, que el sospechoso realizó encapuchado, y que más tarde se entregó a la policía, fue acompañado de una historia que medios de cercanos a la extrema derecha como NIUS han explotado debido a una serie de detalles que, cuanto menos, llaman la atención. Y es que resulta que un testigo apareció en dos canales diferentes de la televisión pública en los que aseguraba estar relacionado con dos momentos decisivos de la detención. Un hombre llamado Stefan declaró en el noticiero Tagesschau que había presenciado cómo el atacante se entregaba con las manos a la espalda mientras decía: "Yo soy el que buscáis". En otro programa, llamado Aktuelle Stunde de la televisión regional WDR, Stefan apareció de nuevo y explicó que su cuñado había encontrado el abrigo del atacante, lleno de sangre y con el pasaporte dentro, mientras salía a dar su paseo matutino. A raíz de esta coincidencia inusitada, que la televisión pública no ha tematizado, comenzó el hashtag #weriststefan (#quienesstefan, en castellano). El testigo hizo las declaraciones a la agencia de noticias DPA, y de ese material se sirvieron los diferentes formatos, sin embargo, es una gran casualidad que tanto él como su familiar fueran testigos.

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En todo caso, tras el brutal atentado que se produjo en medio de una fiesta local y que ha sacudido a Alemania, porque el asesino se dedicó literalmente a cortar cabezas, tanto la oposición como el gobierno alemán no han parado de hablar de reducir la inmigración de Siria y de Afganistán. Recordemos que la población en Siria sufre unas fuertes sanciones impuestas por Estados Unidos y la Unión Europea, esos jardines de los derechos humanos. Sanciones que incluso la ONU ha recomendado reconsiderar por sus efectos devastadores en la población. En cuanto a Afganistán, nada más que adicionar al excelente programa de La Base en el que Inna Afinogenova, Irene Zugasti y Alejandro López explicaron la gran hipocresía de occidente, que con tal de acabar con el comunismo auparon en la práctica a los talibanes.

Y precisamente al Afganistán talibán es a donde ahora el gobierno alemán ha decidido expulsar a tres decenas de refugiados que habían cometido crímenes graves en el país, y ello, a pesar, de que allí no está garantizado que se respeten sus derechos humanos. Mientras Alemania ha acogido a más de un millón de refugiados y refugiadas ucranianos desde que comenzó la invasión rusa, atascando aún más el sistema de asilo, el debate sobre la inmigración estaba sobre la mesa. Sin embargo, el atentado de Solingen ha servido al gobierno de socialdemócratas, verdes y liberales para elevar el tono en contra de la inmigración e imponer medidas impensables, como el recorte a las prestaciones para los refugiados y el endurecimiento de la ley de asilo.

Estas medidas son una bancarrota moral de los partidos que componen la coalición con especial mención al partido socialdemócrata SPD y a los verdes Die Grünen, sin embargo, también son un resultado de la nefasta solidaridad europea. Muchos refugiados se encaminan a Alemania o Suecia porque saben que son los países, hasta ahora, más garantistas y cuyos sistemas sociales ofrecen una mejor oportunidad para ser tratado como una persona. En los países del sur, la excusa del efecto llamada, pero también las deficiencias del propio sistema social para los nacionales hacen que aquellos que buscan refugio traten de marcharse a otro lugar.

Manifestación en Berlín, organizada por grupos palestinos y judíos — Flickr
Manifestación en Berlín, organizada por grupos palestinos y judíos — Flickr

Las voces a favor de una mayor represión contra el movimiento de solidaridad contra el genocidio en Gaza y en solidaridad con Palestina, mezclando churras con merinas, tampoco faltaron a raíz del atentado de Solingen. El famoso columnista conservador Jan Fleischhauer escribía en la red X: "Quien crea que la ideología del ISIS y la ideología de Hamas son dos cosas completamente diferentes, no ha entendido nada y no quiere entender. Para todos los demás, Solingen quizás sea una razón para actuar con más decisión contra los simpatizantes y apologistas de este movimiento." Poco importa que los manifestantes estén a favor o en contra de Hamas, ya que el mero hecho de pedir que pare el genocidio ya se considera estar en un lado u otro del conflicto. En el paquete de medidas del gobierno se asegura, además, que se continuará con la ilegalización de organizaciones relacionadas con Hamas

Posible primera victoria de la extrema derecha desde Hitler

“En Brandeburgo, Sajonia y Turingia juntos viven casi menos personas que en Baja Sajonia, y aun así en los medios parece como si estuviéramos viviendo la batalla decisiva de los alemanes”, aseguraba una columna humorística esta semana en el diario junge Welt. Es cierto que se trata de una mínima mayoría dentro de una minoría, que además no es la mayoría real si tenemos en cuenta por una parte la abstención y, por otra, la suma de las fuerzas de extremo centro. Pero aún así, hablamos de que la extrema derecha podría, por vez primera, ganar unas elecciones regionales desde el fin del nazismo.

El pronóstico publicado por la televisión pública este sábado vaticina una caída desde el 31% actual al 17%, es decir, menos de la mitad del resultado de las últimas elecciones

En Turingia, el político del partido Die Linke Bodo Ramelow era el único Ministro-Presidente de dicha formación hasta el momento, en el gobierno desde hace una década. Aunque es aún el político mejor valorado en dicho estado, su partido perdería estrepitosamente decenas de miles de votantes en las próximas elecciones. El pronóstico publicado por la televisión pública este sábado vaticina una caída desde el 31% actual al 17%, es decir, menos de la mitad del resultado de las últimas elecciones. Un gobierno como el actual, compuesto por una coalición de Die Linke con el partido socialdemócrata SPD y los verdes Die Grünen, no sería posible. 

Buena parte del electorado de su partido está descontento con las posiciones en cuanto a la guerra de Ucrania y a los envíos de armas que sitúan a Alemania en el punto de mira. El tema que más preocupa a alrededor del 70% de los alemanes a nivel nacional en estos momentos según una encuesta del instituto Allensbach es la guerra en Ucrania, seguida de la inflación con un valor similar. Sin embargo, a los votantes de la AfD lo que les preocupa es la inmigración y la inseguridad ciudadana.