El hombre más rico de Alemania y el pasado nazi de su familia
Según Vanity Fair, Klaus-Michael Kühne habría encargado un informe del que ahora no quiere saber nada. Buena parte de las familias más poderosas en la actual República Federal de Alemania se beneficiaron del nazismo o lo financiaron
"No pregunten de dónde viene la riqueza", titula la revista estadounidense Vanity Fair en un reportaje sobre Klaus-Michael Kühne, el hombre que desde el pasado febrero aparece en la lista Forbes como la persona más adinerada de Alemania. Su fortuna se estima en unos 37.000 millones de euros. La publicación asegura que el empresario del sector del transporte de mercancías encargó en 2015 un estudio al Handelsblatt Research Institute para relatar la historia de su empresa, Kühne+Nagel. Sin embargo, aparentemente, el capítulo sobre el supuesto pasado nazi de su padre y su tío desagradó al magnate, y según Vanity Fair, pidió cambios a los historiadores responsables, asegurando: "Mi padre no era nazi". Dicho instituto ni confirma ni desmiente.
Esto remite directamente a la obra "El abuelo no era nazi", que desde su publicación en 2002 se ha convertido en uno de los estudios interdisciplinares más citados para explicar un fenómeno que ocurrió durante décadas en este país: de ser fervientes seguidores del Führer, toda la sociedad pasó a no saber nada de aquello. Ningún familiar había creído en la propaganda nazi; todos, se aseguraban los alemanes unos a otros, habían sido obligados a seguir el régimen y, en realidad, sus familiares concretos eran muy buenas personas.
En el caso de Klaus-Michael Kühne, estamos ante algo más que un efecto psicológico o una tendencia social; no se trata tan solo de que su padre y su tío, Alfred y Werner Kühne, se unieran al partido nazi NSDAP. En este caso, la responsabilidad podría haberse traducido en indemnizaciones o en la constatación de que su riqueza tiene un origen ilícito. A diferencia de otras empresas, Kühne+Nagel no ha hecho un esfuerzo significativo hasta ahora para esclarecer el papel de la compañía durante la dictadura de Adolf Hitler, a pesar de que es conocido que el copropietario judío, Adolf Maass, se abandonó la empresa en 1933 sin recibir compensación y fue asesinado en el campo de concentración de Auschwitz.
Además, la empresa se encargó del transporte de bienes y muebles robados a familias judías y, al parecer, fue una de las principales firmas involucradas en esta tarea, a través de la cual transportaron cientos de barcos llenos toneladas de objetos saqueados y confiscados. Vanity Fair relata que, en la inauguración de un pequeño monumento al Holocausto en la empresa, un representante de la comunidad judía comentó: "Lo que veo es un pequeño monumento y un gran, incluso diría ostentoso, edificio de Kühne+Nagel".
Los clanes más brutales de Alemania
El colectivo subversivo que edita la revista online Lower Class Magazine quiso hacer una broma en 2020 y publicó un folleto con un título que hacía referencia a algo que escuchamos un día sí y otro también: los clanes familiares criminales. Mientras en las televisiones y periódicos hegemónicos se informa sobre estos "clanes" y sus fechorías que, por supuesto, son siempre extranjeros, se dedican a negocios ilegales y pertenecen a otra religión (musulmanes) o etnia (romaníes), nunca se utiliza el término "clanes" para referirse a familias como la de Klaus-Michael Kühne. Y eso fue justamente lo que hicieron: haciendo alusión a su pasado relacionado con el nazismo o a la venta sin escrúpulos de armas, por ejemplo, publicaron una serie de artículos titulada "Los clanes más brutales de Alemania".
En el capítulo dedicado a Kühne+Nagel, se explica que la empresa jugó un papel fundamental en la llamada "Operación M" —de muebles—: "Hasta agosto de 1944, se transportaron los muebles y enseres de alrededor de 65.000 viviendas de judíos que habían huido o sido deportados en Francia y los países del Benelux". Kühne ha asegurado alguna vez, al ser preguntado, que la empresa ofrecía servicios obligada por el gobierno y por la guerra.
Sin embargo, no queda todo ahí, ya que, al parecer, tras el nazismo y durante la Guerra Fría, Kühne+Nagel habría colaborado con la organización Gehlen. Según el diario Die Welt, en documentos desclasificados de la CIA, se revela que la empresa habría servido como base para dicha operación secreta en la posguerra. Reinhard Gehlen es el nombre de un general del gobierno de Adolf Hitler, que fue jefe del Estado Mayor para el servicio de inteligencia de los "Ejércitos Extranjeros del Este". Una figura así fue elegida por dicha organización secreta creada por los Estados Unidos para combatir cualquier amenaza soviética, incluidos gobiernos democráticos con tendencia de izquierdas, como ha sido demostrado con documentos oficiales.
Un criminal nazi de dicha calaña, además con planes golpistas coordinados con los amigos estadounidenses, fue nombrado jefe de esta organización ilegal que se dedicó a reconstruir el ejército alemán, que había sido disuelto, así como a establecer una red secreta de neonazis encargada de defender Alemania de un supuesto ataque soviético. Esta organización formaba parte de una serie de operaciones de la CIA, que incluso realizó atentados en Europa bajo el nombre de Gladio en Italia, donde fue investigada. Y probablemente también en España, aunque nunca se ha profundizado al respecto. Gehlen, ese general nazi, además, sería el jefe del nuevo servicio secreto alemán, ya en la república federal, desde su creación en 1956 hasta 1968. Un lavado de cara con mierda líquida.
Trabajo forzado y beneficios despiadados sin reparaciones posteriores
"Seguramente no sorprende a nadie que la mayor fundación de Alemania sea la Volkswagen Stiftung", escriben Zachary Gallant y Katharina F. Gallant en su libro Nazis por todas partes: El mito de la moral moderna de Alemania, publicado el año pasado en inglés. "Volkswagen y Porsche comparten una oscura historia nazi como los queridos ingenieros automotrices de Hitler, y su historia de arianización, trabajo forzado brutal y enriquecimiento durante el régimen nazi está muy bien documentada por David de Jong en Nazi Billionaires". Los autores aseguran que "las ganancias obtenidas de estos crímenes también están en la raíz de la fundación, que cuenta con 3.500 millones de euros".
Este ensayo aborda la percepción que se tiene en el extranjero, especialmente en otros países europeos, sobre la desnazificación alemana y su supuesta ejemplaridad. A través de numerosos ejemplos y con buen humor, expone cómo esa idea no es más que una leyenda cuidadosamente construida, desde los juicios de Núremberg hasta la creación del nuevo estado democrático. De Jong se enfoca en empresas concretas, analizando su implicación en el Holocausto, la guerra y la explotación mediante el trabajo forzado, que, recordemos, no afectaba solo a judíos, sino también a toda la disidencia o grupos considerados "anómicos" dentro de la raza aria, así como a prisioneros de guerra, en su mayoría eslavos (quienes eran los siguientes en la lista de exterminio nazi: planeaban matar a 30 millones de eslavos).
Nota: Nos referimos por lo general, porque a menudo se quiere olvidar y ni se menciona, a la República Federal y no a la República Democrática del este, en la que los antiguos nazis y las empresas fueron expropiadas y pasaron a formar parte de la propiedad del pueblo.