La Unión Europea incrementa las subvenciones a la industria militar
La Unión Europea ha dado un paso significativo hacia la militarización, marcando una nueva era con la implementación del Fondo Europeo de Defensa (FED). Iniciado en 2021, este programa ha asignado un total de 2.000 millones de euros para proyectos de investigación y desarrollo militar, un hito en la historia de la UE que previamente se abstenía de financiar proyectos de tal envergadura.
El FED nació tras una estrecha colaboración con la industria europea de defensa y seguridad, que desempeñó un papel crucial en su concepción. La Comisión Europea convocó a esta industria a participar en un consejo asesor sobre investigación militar, y el resultado es un programa que financia proyectos propuestos y ejecutados por la misma industria que, a su vez, se encargará de vender la tecnología resultante a los países miembros de la UE y a terceros países.
En este contexto, tres empresas españolas —Indra, GMV Aerospace and Defence, y Navantia— han emergido como destacadas, ocupando lugares privilegiados entre las 25 entidades con mayor financiación del FED. Sin embargo, se destaca que tanto Indra como GMV Aerospace and Defence han enfrentado acusaciones de corrupción o fraude, lo que genera interrogantes éticas sobre su participación en proyectos militares de esta magnitud.
La segunda convocatoria del FED, con un presupuesto de 832 millones de euros, se centró en proyectos de investigación y desarrollo en defensa, así como en el desarrollo de prototipos. Un total de 41 proyectos fueron seleccionados entre los 134 presentados, con una media de 22 entidades participantes en cada proyecto, procedentes de nueve Estados Miembros de la UE.
A pesar de las críticas, la UE defiende que el FED respaldará proyectos de aviones de combate, tanques y navíos de última generación, así como tecnologías disruptivas, con el objetivo de fortalecer la defensa europea en un panorama geopolítico en constante cambio.
No obstante, la participación activa de universidades españolas en proyectos militares financiados por el FED ha generado un debate sobre la ética de la presencia de estas instituciones académicas en iniciativas con fines belicistas.
Con el FED, la UE busca no solo fortalecer su sector de defensa, sino también asegurar la venta de tecnología militar, consolidando su posición como una de las principales exportadoras de armas a nivel mundial. La militarización europea avanza, planteando cuestionamientos sobre sus implicaciones éticas y su impacto a largo plazo en la región.