El líder de Syriza, tumbado desde dentro tras la derechización del partido griego
La Coalición de la Izquierda Radical (SYRIZA) griega sigue sumida en una grave crisis interna. La pérdida del gobierno tras una fuerte erosión de su base y una errática exposición desde el gobierno fue complementada por una serie de escisiones y un liderazgo que propuso virar más a la derecha a la formación.
Por no irnos demasiado lejos en el tiempo, Syriza logró salvar los muebles en las elecciones europeas al mantener el puesto de principal partido de oposición. Sin embargo, poco consuelo queda más allá de ello puesto que antiguos y nuevos rivales se han comido el espacio del partido de izquierdas y, por si fuera poco, son los que están capitalizando el profundo desgaste del gobierno de Kyriakos Mitsotakis y su conservadora Nueva Democracia.
Stefanos Kasselakis ni siquiera ha llegado al año completo de mandato interno antes de ser defenestrado por los suyos
Stefanos Kasselakis, el nuevo líder de Syriza, ni siquiera ha llegado al año completo de mandato interno antes de ser defenestrado por los suyos. La práctica apertura de la elección interna podría haber facilitado la derechización del proceso. El descontento posterior de una base del partido que se fue escindiendo ha hecho que tengan que ser precisamente los que no se habían marchado del partido los que le destituyesen, y no sus más férreos detractores. Lo cual hace aún más significativo este acontecimiento. No es la primera vez que desde Syriza se intenta organizar un derribo de Kasselakis en apenas unos meses, resultando en su funesta moción de censura final.
Tras la salida del núcleo del ex primer ministro Alexis Tsipras, la aparición de Kasselakis como un desconocido advenedizo resultó irónicamente mover a la formación a medio camino entre la transformación radical del mismo hacia la moderación y la refundación para el fin de la radicalidad. De hecho Kasselakis propuso cambiar el nombre del partido hacia Coalición de Izquierda Moderna, explicitando así el fin de una etapa. Además logró mover esta enmienda entre sus acólitos inicialmente.
A pesar de todo, el líder caído no ha supuesto ningún tipo de traición a lo prometido ya que su llegada no pudo ser más transparente, sí así a la tradición reciente del partido, al menos a nivel programático. Ex empleado del banco multinacional estadounidense Goldman Sachs, Kasselakis no solo ha estado vinculado con el Partido Demócrata y apostó por seguir algunos de sus postulados en Grecia sino que en el pasado había estado registrado en el Partido Republicano. Esta relación se truncó aparentemente con la transformación del partido hacia el trumpismo.
Pero la moderación que quería imponer ha sido el clavo en el ataúd de la formación. Al menos eso es lo que se ve en las encuestas. En primer lugar ya se acumulan las escisiones surgidas del entorno del partido o de alguno de sus miembros: el Frente Europeo de Desobediencia Realista (MeRA25) de Yanis Varoufakis, el Curso de la Libertad (PE) de Zoe Konstantopoulou o la Nueva Izquierda (NA) de Alexis Charitsis.
Syriza, ante la atomización de su espacio, no lograba con Kasselakis recuperar nada de lo perdido frente a conservadores y socialdemócratas clásicos
Pero en segundo lugar, hay que entender que varias de estas formaciones ya se habían escindido previamente, por lo que lo relevante es el hecho de que Syriza, ante la atomización de su espacio, no lograba con Kasselakis recuperar nada de lo perdido frente a conservadores y socialdemócratas clásicos. No solo eso, sino que seguía perdiendo peso en las previsiones. Y además una de las formaciones, PE sí lograba despuntar en algunos sondeos, con un tono algo más populista que NA por ejemplo. El MeRA25 ya se había visto incapaz de llegar al umbral mínimo electoral por lo que, si NA seguía ese camino, la cantidad de voto de izquierda que quedaba sin representación o se iba a la abstención era ya notable.
El partido de la ex portavoz del parlamento heleno con Syriza, Zoe Konstantopoulou sí tiene más opciones de entrar en el parlamento. Pero ante la división de la izquierda, el descontento claramente lo están capitalizando dos fuerzas. Y a cada cual ha tenido enfrentamientos más sonados con Alexis Tsipras o con el propio Kasselakis. Por un lado la histórica formación socialdemócrata, Movimiento Socialista Panheleno (PASOK) y su “refundación” dentro de la coalición Movimiento para el Cambio (KINAL) empezaba a remontar hasta situarse por encima de Kasselakis.
El PASOK-KINAL ya tenía previsiones, truncadas por las elecciones europeas, de convertirse de nuevo en el principal partido de oposición a Kyriakos Mitsotakis. Además los de Andreas Androulakis podían aspirar a crecer por la derecha y por la izquierda. Más difícil lo tenía el también histórico Partido Comunista de Grecia (KKE), con un techo dogmático de crecimiento limitado a su izquierda. Aun así ambas formaciones amenazaban ya con adelantar a Kasselakis y los suyos, dejando a Syriza seriamente comprometida en algunas encuestas.
La horquilla se solía mover entre el 11-15% para el PASOK, el 9-11% para el KKE y el 10-14% para Syriza. Por ello aún cabía margen de maniobra para el antiguo partido de Alexis Tsipras. Además el partido PE no terminaba de despegar con una previsión que bailaba en el rango del 4-6% de los votos.
Quien sí está sabiendo capitalizar la caída de Nueva Democracia es la extrema derecha
El mapa está servido. Y quien sí está sabiendo capitalizar la caída de Nueva Democracia es la extrema derecha. O mejor dicho, las extremas derechas. Porque hay tantas formaciones que ni siquiera hay un partido europeo para cada una. Solución Griega, Voz de la Razón, Espartanos, el Movimiento Nacional Democrático “NIKI”, etc. De ellos, parece que Solución Griega podría ser la más pujante y ya rivaliza con superar a la mismísima Syriza en las encuestas. Sobre todo después de que se impidiese la candidatura de los Espartanos, que se habían colocado por delante en 2023. Y algunos de estos partidos tienen orígenes vinculados con ex formaciones neonazis como Amanecer Dorado. Un tema que merece su análisis aparte.
Un dato duro para quien tome el mando de Syriza tras la salida de Kasselakis sería si el antiguo partido de la izquierda radical, mermado en sus contradicciones dentro y fuera del gobierno, terminase siendo cuarta o quinta fuerza frente a conservadores, socialdemócratas, comunistas o derecha radical. Pero aún queda legislatura en la que reconstituirse si el partido logra encontrarse a sí mismo y reforzar los números con una estrategia en la que cambien las tornas.