Poder blando para no cuestionar el mito de la transición y ver con nuevos ojos la RDA
A veces lo que no se dice es lo que lo dice todo. Hay un término en ciencias políticas llamado "poder suave" (soft power) en inglés, que se utiliza para describir la influencia que se busca ejercer en otros actores internacionales a través de la persuasión, el argumento y la diplomacia. Esto es lo que presenciamos el miércoles en Berlín, en el Instituto Cervantes, durante un coloquio organizado por la Fundación Federal para la Reevaluación de la Dictadura del SED y dicho Instituto. En el acto participó el Secretario de Estado Fernando Martínez López, político del PSOE y catedrático de historia de la Universidad de Almería. También habló el historiador alemán por excelencia sobre la Guerra Española, Walter Bernecker, profesor de historia de la Erlangen-Nürnberg ya jubilado. Y asimismo la diputada y abogada del partido liberal alemán FDP, Linda Teuteberg.
La directora de la Fundación para la Reevaluación de la Dictadura del SED, Anna Kaminsky, explicó que en un principio querían recordar "lo que la dictadura supuso para España" y cómo se llevó a cabo el trabajo de memoria sobre este tema en España y Alemania sobre la guerra civil. Sin embargo, posteriormente decidieron que era mejor centrarse en el trabajo de memoria actual. De esta manera, Kaminsky y su Fundación se quitaban el muerto de encima de tener que hablar sobre la responsabilidad alemana en la Guerra Española y su desenlace. Sin pararse a lamentar la actuación alemana en dicho conflicto pasó a explicar la motivación.
"Mientras tenemos un consenso sobre el terror de los nacionalsocialistas, que costó mucho conseguir, no tenemos un consenso similar sobre la dominación comunista", reconocía la lingüista, que realizó una tesis sobre el lenguaje político del nacionalismo en Cataluña entre 1898 y 1917. Y aseguraba que en muchas discusiones "se minimiza, se suaviza o se omite, o se hace una reescritura de la historia de la RDA y que eso dificulta el entendimiento completo de los eventos y sus consecuencias". Mientras dejaba frases bonitas como "es crucial confrontar abiertamente el pasado para construir un futuro más justo y equitativo", ni siquiera mencionaba a todos los españoles comunistas que huyendo del terror de Franco, encontraron refugio en la República Democrática Alemana. Tampoco se mencionaba el hecho de que los combatientes de las brigadas internacionales recibieron honores posteriormente. En 1966 se inauguró un monumento que aún puede visitarse en el parque Volkspark en honor a las Brigadas Internacionales.
Reescribir la historia es también colocar estatuas nuevas, como esta de Friedrich Nietzsche de 2007 en Naumburgo, junto al museo que abrieron en 1994 tras la reunificación.
"Guerra Española" y no guerra civil
Fernando Martínez López explicó en qué consiste la Ley de Memoria Democrática y cómo esta "pone en el centro de las políticas públicas a las víctimas". Señaló que ha habido un tratamiento asimétrico en relación a unas víctimas y otras, es decir, del bando franquista y del republicano. Las víctimas franquistas fueron exhumadas y recibieron ayudas. Las víctimas republicanas no y además fueron estigmatizadas y silenciadas. El Secretario de Estado recordó que muchas víctimas aún siguen en fosas comunes. El historiador ha participado en la elaboración del mapa de las fosas comunes de la dictadura en Andalucía y aseguró que ya existen nuevos libros en uso en los institutos cuyo contenido también abarca el periodo de la guerra y la dictadura franquista. (Si bien han sido criticados por su visión de la Transición). Martínez López quiso subrayar que se debe hablar de la "Guerra Española" para resaltar el carácter internacional del conflicto y la lucha contra el fascismo a nivel europeo. (En un claro guiño muy sutil a los invitados alemanes, ya que en el país usaron ese término precisamente casi en exclusiva historiadores de la RDA, aparte de que en España tampoco es muy conocido).
¿Con la llegada de la democracia hubo un pacto de silencio? ¿No se atendió a todas las víctimas?, preguntaba el catedrático de forma retórica. En los primeros años de la democracia, dicho tratamiento asimétrico "se mantuvo, pero comenzaron algunas reparaciones de carácter económico". Sin embargo, no hubo una política de memoria hasta prácticamente 1982, asegura. Es entonces cuando empezaron a regresar los exiliados tras la ley de amnistía. Entre 1977 y ese año, se han pagado 25.000 millones de euros en reparaciones, asegura. "Es una cifra poco conocida, pero que quiero recalcar". Con el intento del golpe de estado de Tejero se cancelan las políticas de memoria, explica. El motivo sería el miedo de Felipe González a que los militares dieran otro golpe de estado.
Con la Transición se llega a un momento en el que se alcanza un consenso sobre no abrir heridas pasadas. A finales de los 90 hay un movimiento negacionista de la dictadura "que provoca la aparición del movimiento memorialista". Se crea la Oficina de las Víctimas, los mapas de fosas y se planean y realizan exhumaciones con la primera ley de memoria del gobierno de Zapatero. El PP acabaría a continuación con las políticas de memoria a partir de 2012. El catedrático nombró algunos avences alcanzados con el gobierno de Pedro Sánchez y Unidas Podemos, como la creación de una Fiscalía de la Memoria para investigar los crímenes o el papel de las mujeres en la conquista de las libertades, que sufrieron además una represión doble de género.
Homenaje al jefe del partido comunista Ernst Thälmann asesinado en el campo de concentración de Buchenwald por Hitler el martes en Berlín
Dejar la Transición tranquila
Esta idea de que la Transición a la democracia fue un acuerdo en unas circunstancias muy complicadas es la idea principal que el historiador Walter Bernecker venía a transmitir en su intervención, y que ya ha expresado en otras ocasiones. "El fin de la transición fue la reconciliación", explicaba el profesor, que fue autor de la revista anarcopacifista Graswurzelrevolution durante décadas, al tiempo que recibió la Medalla de Isabel La Católica así como la Orden del Mérito de la República Federal de Alemania. No se puede demonizar una parte de los actores históricos, aseguraba el político, y recordaba que durante la Transición se publicaron muchas obras que recalcaban la culpa conjunta. Una posición acorde con las ideas dominantes hasta ahora sobre la Transición, que se comienzan a poner en cuestión dicho relato. Como el programa de La Base mostró de manera magistral hace un mes, la Transición fue de todo menos pacífica y justa, teniendo lugar durante dicho periodo decena de asesinatos. En el coloquio del Instituto Cervantes no se habló de la legalidad internacional, de que las víctimas de la dictadura durante la Transición no encontraron justicia debido a la ley de amnistía, más que tras una pregunta del público. El proceso de las víctimas con Baltasar Garzón y más tarde en Argentina con la jueza María Severini tampoco se mencionó.
No hubo tiempo para eso, pero sí para explicar que entre la dictadura nazi y la comunista alemanas hubo diferencias —todo lo demás habría sido posible denunciarlo—, de hecho, por relativización de la dictadura nazi. La política liberal Teuteberg aseguró que "la singularidad del holocausto judío durante un tiempo estuvo en entredicho por actores políticos de la derecha, pero ahora vemos que también sucede por parte de la izquierda, como vemos en el conflicto en Medio Oriente, que vemos como tiende a relativizarlo". Esta afirmación quedó sin respuesta por parte del resto de presentes. Teuterberg recordó que hay un día para la memoria creado a nivel europeo contra todas las dictaduras que en los países de Europa del Este es más importante. Algo que, como explicaba en un artículo Rafael Poch, no es lo mismo. "La RDA fue una dictadura, de hecho, se llamaba así, dictadura del proletariado", explicó la política liberal, que recordó los crímenes que se cometieron durante dicho periodo.
La utilización de la historia con motivos políticos es algo que se denunció en dicho coloquio y es algo que también denunció el periodista de izquierdas Nick Brauns el día anterior frente al monumento al político alemán Ernst Tälmann, asesinado por los nazis en el campo de concentración de Buchenwald. Brauns denunció el revisionismo histórico y el apoyo alemán a dos guerras en curso. Y advirtió de que la historia nos muestra que la represión sufrida por el congreso de Palestina crea un precedente que puede pasar después a otros ámbitos políticos y sociales.
El ayuntamiento de Berlín ha colocado una placa explicando que su política comunista contribuyó a la desestabilización de la República de Weimar, culpándolo así del ascenso de Hitler. Muy por el contrario, Thälmann tenía el lema «Quien vota a Hindenburg, vota a Hitler y quien vota a Hitler, vota la guerra» Quienes pidieron el voto para Hindenburg fueron los socialdemócratas, y este luego eligió a Hitler como canciller. De esa forma, se culpa precisamente a la oposición del ascenso de Hitler solo por ser comunista.
Otra forma de reescribir la historia para fines políticos es utilizar conmemoraciones de hechos históricos para apoyar las medidas que un gobierno lleva a cabo. El último caso lo conocíamos el jueves, cuando la embajada rusa comunicaba que ha recibido una nota del gobierno en la que le comunican que los representantes de dicho país no están invitados a las conmemoraciones en el 79 aniversario de la liberación de los campos de concentración alemanes de los nazis que fueron liberados en buena parte por el ejército rojo ruso. Diario Red no pudo comprobar la veracidad de dicha información, publicada por la web RT, prohibida de forma oficial en Europa y mudada a otros servidores. De ser cierto, además de una escalación bélica más, supone una modificación de la historia reciente más importante del país. Muchos ciudadanos bromean y apuestan en las redes sociales que, de con la política actual para con Rusia, Alemania acabará afirmando que fue Hitler quien liberó dichos campos de concentración.