Inmigración

El proceso “Open Arms” contra Salvini

“Secuestro": tal es la acusación formulada por los jueces de la Fiscalía de Palermo y por la que han pedido que el ministro Salvini sea condenado a seis años de prisión
Roberto Monaldo / Zuma Press / ContactoPhoto
Roberto Monaldo / Zuma Press / ContactoPhoto

Los hechos referidos se remontan a 2019. Por aquel entonces, Salvini era ministro del Interior del Gobierno Conte 1, fruto de la alianza entre el Movimento 5 Stelle (M5S) y la Lega tras las elecciones generales del 4 de marzo de 2018.

El 1 de agosto de 2019, el barco de la ONG española Open Arms se puso en contacto con Libia, Malta e Italia para informar de que acababa de rescatar a 55 migrantes (39 hombres, 16 mujeres y 2 niños). El Gobierno italiano, con las firmas del ministro del Interior, Salvini (Lega), el ministro de Defensa, Trenta (M5S), y el ministro de Transportes e Infraestructuras, Toninelli (M5S), niega al barco la entrada en aguas italianas.

Al día siguiente, Open Arms rescata a otros 69 migrantes. Solicita insistentemente un puerto seguro, pero no obtiene respuesta. El 9 de agosto, rescata a los últimos 39 migrantes. En este caso, Malta se muestra dispuesta a dar el permiso de desembarco, pero el capitán se ve obligado a negarse para evitar “posibles disturbios”.

Los días 18 y 19 de agosto, España ofrece dos puertos seguros, pero están demasiado lejos y Open Arms pide que los migrantes sean transferidos a otro barco capaz de realizar el viaje.

Así, pues, un total de 147 migrantes, de ellos 32 menores, fueron retenidos frente a las costas de la isla de Lampedusa (al sur de Sicilia) durante nada menos que 19 días.

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El proceso penal contra Salvini se inició en 2020, después de que la solicitud de los jueces de Palermo fuera aceptada por el Senado el 30 de julio, con 149 votos a favor y 141 en contra

Solo después de este interminable periodo de tiempo terminó la odisea. Pero no porque Salvini hubiera cambiado finalmente de opinión. Al contrario, el 14 de agosto, después de que el Tribunal Administrativo Regional anulara la orden por la cual el Gobierno negaba la entrada del Open Arms en aguas italianas, el ministro dictó otra que iba en la misma dirección. Solo la intervención del fiscal de Agrigento, Luigi Patronaggio, desbloqueó la situación, con la orden de incautar el Open Arms y desembarcar a los pasajeros.

El proceso penal contra Salvini se inició en 2020, después de que la solicitud de los jueces de Palermo fuera aceptada por el Senado el 30 de julio, con 149 votos a favor y 141 en contra (el ordenamiento jurídico italiano exige la autorización del Parlamento para iniciar el proceso penal por cualquier delito cometido por ministros en el ejercicio de sus funciones).

Los jueces pidieron la pena mínima prevista para el delito de secuestro (3 años), más un aumento debido a la continuación del delito y al hecho de que también se le acusa de negarse a acatar resoluciones judiciales.

Además, según los jueces de la Fiscalía de Palermo, a Salvini no se le podían conceder atenuantes generales porque ya tenía una condena firme por difamación agravada por odio racial en el pasado. La multa de 5.700 euros se remonta a 2014 y se remonta a cuando el 13 de junio de 2009 se puso a cantar lemas contra los napolitanos en la fiesta de la Liga Norte en Pontida: “Senti che puzza/scappano anche i cani: sono arrivati i napoletani. Sono colerosi, terremotati, con il sapone non vi siete mai lavati”.

En el memorando de 237 páginas entregado al panel de jueces de Palermo, los magistrados sostienen que, al impedir el desembarco de los 147 migrantes del Open Arms, Salvini vulneró “los límites de la ley [...] con una serie de medidas ilegítimas en beneficio sin duda de su imagen de político intransigente en la gestión del fenómeno migratorio”.

Salvini contraatacó con un vídeo de 4 minutos difundido inicialmente en sus cuentas en redes sociales. Asimismo, el sábado 14 de septiembre también fue emitido, íntegro, por Rai News, el canal público de la RAI dirigida por el gran amigo de la ultraderecha Paolo Petrecca

Por el contrario, el ministro habría tenido “la obligación de indicar el place of safety, el puerto seguro, al barco de la ONG Open Arms que había rescatado a los migrantes [...] y la negativa se produjo con desprecio voluntario y consciente de las normas, con lesión de la libertad personal de 147 personas sin justificación apreciable”.

Asimismo porque, continúan los jueces, “no había riesgo de terroristas a bordo”, “no hubo traslado ilegal de migrantes por parte de la ONG” (contradiciendo a los muchos que responden al post de la jefa de la misión de Open Arms en X diciendo que ella debería ser juzgada por tráfico de personas , ni “tenía sentido enviar el barco a España, ya que los migrantes estaban agotados después de tantos días de navegación”.

Salvini contraatacó con un vídeo de 4 minutos difundido inicialmente en sus cuentas en redes sociales. Asimismo, el sábado 14 de septiembre también fue emitido, íntegro, por Rai News, el canal público de la RAI dirigida por el gran amigo de la ultraderecha Paolo Petrecca. Esto abrió otro frente de polémica interna: la utilización de TeleMeloni al servicio de los intereses de la ultraderecha (aún no se ha apagado del todo la polémica sobre la entrevista de 17 minutos en horario de máxima audiencia en el TG1 de RAI 1 al ahora ex ministro de Cultura Sangiuliano). Salvini se defendió diciendo que era “culpable de defender Italia”.

Se han solidarizado con Salvini Elon Musk (“El fiscal está loco, debería ir él a la cárcel”) y los principales líderes de la ultraderecha mundial, desde Marine Le Pen a Jordan Bardella, Geer Wilders y Santiago Abascal

Por supuesto, la ultraderecha italiana e internacional se puso inmediatamente del lado de Salvini. La Primera Ministra Meloni dijo que el auto de los jueces de Palermo “es increíble. Convertir en delito el deber de proteger las fronteras italianas de la inmigración ilegal es un precedente muy grave”. El ministro de Asuntos Exteriores y líder de Forza Italia, Tajani, reiteró: “No puedo culpar a Salvini, la intención política de los jueces”.

Se han solidarizado con Salvini Elon Musk (“El fiscal está loco, debería ir él a la cárcel”) y los principales líderes de la ultraderecha mundial, desde Marine Le Pen a Jordan Bardella, Geer Wilders y Santiago Abascal.

El vídeo de Salvini y las declaraciones de los miembros de la mayoría parlamentaria provocaron la reacción tanto de la justicia como de la oposición parlamentaria.

Los jueces, directamente cuestionados tanto por Salvini como por Meloni, pusieron por escrito sus preocupaciones. La sección de Palermo de la Asociación Nacional de Magistrados (ANM) hizo público lo siguiente: «Ha habido insinuaciones de un uso político de la justicia y reacciones de malestar, incluso por parte de representantes políticos y gubernamentales. Se trata de afirmaciones graves, no acordes con las funciones ejercidas, en abierta violación del principio de separación de poderes, y que constituyen formas indebidas de presión sobre los magistrados juzgadores”.

El presidente de la ANM, Giuseppe Santalucia, fue más contundente: “El mandato político, si es que existiera, no justifica la violación de una ley penal, que es el objeto de la acusación”.

En definitiva, los jueces devolvieron al remitente la acusación de iniciar procedimientos políticos, recordando la necesidad de separación y respeto entre poderes mutuamente independientes. El poder político, al fin y al cabo, no puede invadir el terreno del poder judicial de forma tan burda.

En la misma línea se movieron los portavoces de las oposiciones parlamentarias. La secretaria general del Partido Democrático (PD), Elly Schlein, defendió la labor del poder judicial (“Este ataque continuo del Gobierno al poder judicial está fuera de lugar”), al igual que la secretaria del Partido Verde, Bonelli (“Meloni abre un conflicto constitucional”). Más preocupado se muestra Maiorino, vicepresidente del Senado del M5S: “¿Se da cuenta el ministro Salvini de que es subversivo? Su vídeo tiene el mismo tenor que el asalto al Capitolio”.

De hecho, el vídeo de Salvini no es ni un alegato defensivo, ni un mero ataque a los jueces, ni un llamamiento a la movilización golpista.

Salvini dibuja un escenario auspiciado por la ultraderecha: un país occidental víctima de un peligro existencial. En su relato, Italia vivía en aquellos días de 2019 la amenaza de la invasión de migrantes, y él, investido por el pueblo, no hacía otra cosa que defender las sagradas fronteras de la patria, como prescribe el artículo 52 de la Constitución italiana (que en realidad hace referencia a una invasión militar, pero esto apenas tiene importancia para la propaganda de Salvini).

Salvini habla la lengua de la guerra de civilizaciones. Este es el marco ideológico en el que se inserta no solo su vídeo, sino el programa político de la ultraderecha

Es un discurso —este sí— muy peligroso. La persona migrante ya no es meramente el “clandestino”, sino que cobra los rasgos más inquietantes del “enemigo”. Su “invasión” es más insidiosa que la de un ejército en armas, porque tiene como objetivo a medio y largo plazo el drenaje y la aniquilación del espíritu, el alma, las tradiciones, las costumbres y la historia del pueblo italiano.

Salvini habla la lengua de la guerra de civilizaciones. Este es el marco ideológico en el que se inserta no solo su vídeo, sino el programa político de la ultraderecha.

Podríamos reírnos de ello. Podríamos replicar que 147 personas exhaustas difícilmente pueden constituir un peligro descomunal para Italia. Pero hay poco de lo que reírse.

En primer lugar, porque la ultraderecha está decidida a seguir por este camino. El 16 de septiembre, a propósito de otro asunto, Il Giornale, diario antaño berlusconiano y hoy propiedad del parlamentario de la Lega Nord y gran propietario de clínicas privadas Antonio Angelucci, titulaba: “Los jueces se alían con las ONG de izquierda: ha llegado la ‘guerrilla’ proinvasión”. Esa misma noche se emitió una entrevista con Salvini en Rete 4, el canal clave de Berlusconi para construir la hegemonía de la ultraderecha. En resumen, el poder político y mediático de la ultraderecha está en la cresta de la ola.

En marzo de ese mismo año 2019, de nuevo el M5S votó “no” a la autorización para iniciar otro proceso judicial contra el ministro del Interior Salvini, acusado por un tribunal de secuestro por detener a 177 migrantes a bordo del Diciotti

Sin embargo, el peligro no se queda ahí. El marco ideológico utilizado por Salvini y la ultraderecha es abrazado cada vez más por otros actores políticos y mediáticos. Por ejemplo, cuando estaban juntos en el gobierno, el Movimiento 5 Estrellas no hizo nada para dar la vuelta al rumbo marcado por Salvini. Entonces a las ONG que rescataban a los migrantes las llamaban “taxis marítimos”. Una expresión inventada en abril de 2017 por el líder del 5 Estrellas, Luigi Di Maio.

En enero de 2019, en un programa de televisión, el entonces ministro de Infraestructuras y Transportes Toninelli aseguró que “si no fuera por mí, la Liga no haría nada”, atribuyéndose el mérito de evitar el desembarco de migrantes en Italia. “Gracias al buen trabajo conjunto de dos fuerzas políticas claras y coherentes, al final se cosechan resultados”.

En marzo de ese mismo año 2019, de nuevo el M5S votó “no” a la autorización para iniciar otro proceso judicial contra el ministro del Interior Salvini, acusado por un tribunal de secuestro por detener a 177 migrantes a bordo del Diciotti. El 16 de agosto de 2018, el barco italiano había rescatado a 177 migrantes frente a las costas de Lampedusa; había llegado a Catania el 20 de agosto, pero la autorización de ese desembarco no llegó hasta la medianoche del 26 de agosto.

Un año después, el M5S votó en el parlamento exactamente lo contrario. Y sus votos fueron decisivos para abrir el caso contra Salvini

El 18 de febrero de 2019, el M5S consultó a sus bases mediante una consulta por Internet, con una pregunta bastante poco ambigua: “¿El retraso en el desembarco del barco Diciotti, destinado a redistribuir a los migrantes a los distintos países europeos, se hizo para proteger un interés de Estado?”. Un 60 por cien de las bases del M5S votaron “sí”, influidos además por la opinión favorable expresada por el Primer Ministro Conte, el líder Di Maio y el Ministro Toninelli. Así, pues, se denegó la autorización para iniciar el proceso judicial contra Salvini.

Un año después, el M5S votó en el parlamento exactamente lo contrario. Y sus votos fueron decisivos para abrir el caso contra Salvini. ¿Acaso había sido distinto el comportamiento de Salvini en los dos casos en cuestión, Diciotti y Open Arms? No. Lo que había cambiado era el gobierno. En 2019 seguía en pie el Gobierno amarillo-verde del M5S-Lega; en 2020 había caído, sustituido por el gobierno Conte 2 (M5S-PD-Sinistra Italiana-Italia Viva).

El M5S es uno más de los actores políticos que ha abrazado el marco ideológico de la ultraderecha. En el último año, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, que se hace pasar por una derechista moderada, gritó en septiembre de 2023 desde Lampedusa: “nosotros decidimos quién entra en Europa, lo decidimos nosotros”y, como una Meloni más, apoyó la necesidad de reforzar el control aéreo y naval en el Mediterráneo y en el sistema Frontex, bajo la consigna de hacen aún más altos los muros de la llamada Fortaleza Europa.

El primer ministro socialdemócrata alemán, Olaf Scholz, declaró que Alemania debe llevar a cabo “deportaciones a gran escala” de inmigrantes. Seguido de cerca por su homólogo español, el “socialista” Pedro Sánchez que, en un reciente viaje a Senegal, declaró que “es imprescindible también el retorno [¿la deportación?] de quienes han llegado a España irregularmente”.

Por último, Starmer, el nuevo icono de demócratas y “socialistas” de medio continente europeo tras su victoria contra los Tories de Sunak, estuvo en Roma el 16 de septiembre para reunirse con Giorgia Meloni.

Entre los temas de la agenda, el Primer Ministro británico hizo explícita su disposición a debatir sobre “la inmigración y el éxito de Italia en la lucha contra las llegadas ilegales”. Una preciosa ayuda a Meloni, una bonita bofetada a la vida de miles y miles de personas a las que el gobierno italiano ha hecho la vida imposible adoptando medidas que no hacen más que reprimir y empeorar sus condiciones de vida. Afirmando a continuación que “la emergencia de la inmigración sólo puede resolverse trabajando juntos», Starmer no hace más que reforzar el marco ideológico propio de la ultraderecha, que considera los fenómenos migratorios únicamente en términos de “seguridad” y, precisamente, de «emergencia».

Todo ello acontece para la evidente satisfacción de la ultraderecha, tanto política como mediática.

El primer ministro húngaro Orban, tras el anuncio del gobierno alemán de blindar las fronteras, escribió en X «Canciller Scholz, ¡bienvenido al club!». Por su parte, Tommaso Cerno (ex-PD), director de Il Tempo, el periódico ultraderechista italiano también propiedad de Angelucci, pudo escribir orgulloso el 15 de septiembre que “Europa nos copia [...] hoy aplica políticas restrictivas, cierra las fronteras”.

¿Realmente la única táctica que conoce el centro izquierda en Europa es “si no puedes vencerlos, únete a ellos”?

De esta suerte, mientras el centro izquierda solo parece interesado en defender a los jueces de los ataques de Meloni y Salvini, la ultraderecha define los límites del campo y de los actores políticos. El “nosotros” y el “ellos”. Sobre bases nacionales, cuando no étnicas. ¿Cuántas veces hemos oído que los migrantes son un peligro para la clase trabajadora? ¿A qué clase pertenecían Satnam Singh o Soumaila Sakho? ¿Acaso era diferente de la clase a la que pertenecían Paola Clemente y Luana D'Orazio? La ultraderecha distingue entre “nativos” e “inmigrantes”, imponiendo una división dentro del mismo conjunto, una división que opera precisamente sobre una base étnica. Dividiendo, debilita.

La persona migrante como entidad abstracta no existe. No basta con considerarlos “seres humanos” (que es la base de cualquier civilización posible), necesitamos articular el sujeto formado por hombres y mujeres trabajadoras, en el que hay diferencias, pero no divisiones. De lo contrario, no podremos construir políticas verdaderamente emancipadoras para el conjunto de la clase trabajadora.