Salen a la luz las fuentes del Informe Draghi: cuatro páginas de empresas patronales y sólo un sindicato consultado
El 9 de septiembre salía a la luz el Informe El Futuro de la Competitividad Europea, que ha pasado a conocerse coloquialmente como Informe Draghi por su autor, el exministro italiano y expresidente del Banco Central Europeo Mario Draghi. El informe lo encargó la Presidenta de la Comisión Europea, Úrsula Von der Leyen, y su publicación se retrasó deliberadamente para hacerlo coincidir con la elección de los comisarios europeos a quienes este documento servirá presumiblemente como programa político.
A muy grandes rasgos, el informe pivota sobre la idea de convertir la Unión Europea en un actor geopolíticamente relevante a nivel mundial. Un competidor a la altura de Estados Unidos y China que pueda asegurarse un lugar propio en los mercados y no dependa de la innovación extranjera. El propio Draghi, al presentar el documento ante el Parlamento Europeo de Estrasburgo, remarcaba que, de no ser revertida, la elevada dependencia de la UE en materia de importaciones es uno de los factores que contribuirá a empeorar el nivel de vida en los países miembros: “Es que, con el tiempo, inexorablemente nos volveremos menos prósperos, menos iguales, menos seguros y, como resultado, menos libres para elegir nuestro destino” explicaba.
Con una apuesta por la descarbonización, la integración y la competitividad de mercado el informe fue razonablemente bien recibido por unas instituciones europeas donde la derecha, liberal, conservadora y ultra, es mayoría. Además, su enfoque de la innovación apoyada en el sector público y el hecho de que desterrara por fin las tesis de la austeridad como motor económico le granjearon cierta fama en algunos sectores de izquierda. Sin ir más lejos, podíamos encontrar en la sección de opinión de El País descripciones bastante positivas del documento: “El plan diseñado por el exjefe del BCE es lo mejor y más completo que se ha puesto sobre la mesa, porque solo hay una salida: hacer cosas disruptivas”, declaraba la entradilla del artículo Draghi, el ser o no ser de Europa. Incluso el aclamado economista progresista francés Thomas Piketty aceptaba el documento en un artículo para el periódico Le Monde en el que, a pesar de advertir sobre la preocupante aproximación "tecnófila, mercantil y consumista" del plan, escribía estas palabras: “Digámoslo desde el principio: el informe sobre la competitividad y el futuro de Europa presentado por Mario Draghi a la Comisión Europea va en la dirección correcta”.
De las 236 consultas totales, 157 se hicieron a compañías y asociaciones empresariales. El 65% de las consultas con las que se elaboró el Informe Draghi corresponden a intereses corporativos privados
Sin embargo, las alarmas han saltado una semana después de la publicación del informe al publicarse, el día 17, la lista oficial de personas y entidades consultadas. Entre las 236 contribuciones recibidas, mediante entrevistas o aportaciones escritas, sólo se contaba una consulta a un sindicato (European Trade Union Confederation), y 11 organizaciones civiles como ONG’s, asociaciones de pacientes y consumidores. De las 236 consultas totales, 157 se hicieron a compañías y asociaciones empresariales. El 65% de las consultas con las que se elaboró el Informe Draghi corresponden a intereses corporativos privados.
“Descarbonización” no suena tan creíble al ver que se ha pactado con las petroleras Exxon o Shell y un sinfín de aerolíneas como Air France-KLM, Lufthansa o Ryanair. Y, desde luego, tampoco se entiende de la misma manera la “competitividad” sabiendo que para alcanzarla se escuchará a las empresas 157 veces más que a los sindicatos
Esto se había avisado. Cuando el informe comenzaba a elaborarse en mayo, 13 agrupaciones, entre las que se cuentan Tax Me Now, LobbyControl o Defend Democracy, firmaron una carta expresando preocupación por la falta de transparencia en la redacción del documento: “estamos profundamente preocupados por la falta de transparencia y acceso al proceso de redacción de este informe”, declaraban al inicio de la nota. Concluían la misiva recordando la importancia de dejar participar a otro tipo de organizaciones a parte de empresas: “hacemos un llamado a que se dé a la sociedad civil una mayor participación en el contenido y las recomendaciones del informe, y que se revelen todas las reuniones que ha mantenido con grupos de interés. También queremos destacar los riesgos de adoptar una agenda política estrecha impulsada por los intereses de gigantes corporativos dominantes”.
Esta comunicación fue ignorada y no sólo no se consultó a estas organizaciones, tampoco se hizo a “sindicatos”, en plural. Conocida ahora la lista oficial de empresas cuyos intereses marcarán el desarrollo de las políticas europeas los próximos cuatro años, las ambiciosas transformaciones que anunciaba el informe toman un cariz siniestro. “Descarbonización” no suena tan creíble al ver que se ha pactado con las petroleras Exxon o Shell y un sinfín de aerolíneas como Air France-KLM, Lufthansa o Ryanair. Y, desde luego, tampoco se entiende de la misma manera la “competitividad” sabiendo que para alcanzarla se escuchará a las empresas 157 veces más que a los sindicatos.