Wagner en África: ¿quién repartirá su herencia luego de la muerte de Prigozhin?
A finales de julio-principios de agosto periodistas y medios de comunicación que informaban sobre el golpe de Estado en Níger se fijaron en un detalle recurrente de las concentraciones a favor de los militares golpistas: la presencia entre los manifestantes de banderas rusas. No parecía tratarse de casos puntuales, y resultó tan llamativo que lógicamente muchos empezaron a hablar sobre la posibilidad de que la mano de Moscú estuviera detrás de todo.
Y la verdad es que una ya está tan acostumbrada a que en cualquier sarao siempre se termine hablando de “la mano de Moscú”, justificada o injustificadamente, que ya terminas agarrando con pinzas cualquier información al respecto.
El panorama en África no parece tan claramente delimitado como se nos quiere presentar: si echan a Francia, es porque abrazan a Rusia. Hay muchos intereses entrecruzados, la presencia de China es muchísimo más arrolladora en la región que la de cualquier otro país, Turquía también está ganando influencia, y el hecho de que unos manifestantes salgan con banderas rusas parece deberse más a la intención de esos manifestantes de mostrar su rechazo al imperialismo francés.
Ahora, ¿le gustaría a Rusia expandir su influencia en África? Parece bastante claro que sí.
En los últimos tres años se han producido nueve golpes de Estado en África, en países vecinos de Níger, entre ellos. En Mali o Burkina Faso había una importante presencia rusa que el Estado Ruso negaba, aunque ya sabemos que allá donde no estaba el ejército regular, estaba el ejército privado.
“Hemos puesto patas arriba a distintos gobiernos”
El jefe de los mercenarios Wagner, Evgueny Prigozhin, empezó a hablar públicamente acerca de sus actividades en África hace tan solo un año, mientras reclutaba en las cárceles a gente dispuesta a ir a la guerra de Ucrania a cambio de indultos. Según sus propias palabras, antes de la invasión rusa de Ucrania, Wagner se había dedicado a poner patas arriba a distintos gobiernos en varios países, organizar golpes de Estado y ganar guerras en nombre de “zares locales”, literalmente.
La incursión de esta empresa de mercenarios en países extranjeros empezó desde Siria, en 2015. Allí se dedicaron a custodiar los pozos petroleros en los territorios que se encontraban bajo el control del Estado Islámico. En 2018, dos centenares de miembros de Wagner aterrizaron en la República Centroafricana para defender al régimen de Faustin Touaderá, con ejército y armamento a cambio de recursos naturales que en la República Centroafricana hay de sobra, especialmente en lo que se refiere a uranio, diamantes y oro.
A la República Centroafricana le siguieron Libia, donde mercenarios de Wagner ayudaron al general Halifa Haftar en su asonada contra el Gobierno de Acuerdo Nacional, internacionalmente reconocido. De ahí se expandieron a Argelia, Congo, Nigeria, Etiopía, Sudán, Mali, Burkina Faso, Madagascar y otros países.
Sería ingenuo pensar que la muerte de Prigozhin sorprendió en las altas esferas del poder. De hecho, parece que le han estado buscando un sustituto desde antes de que su avión explotara en pleno vuelo.
En algunos países se trató solo de operaciones militares, mientras que en otros contrataban el 'paquete premium de apoyo completo a regímenes autoritarios'. El imperio de Prigozhin no se limitaba solo a Wagner, sino que agrupaba a todo un abanico de empresas desde la de catering hasta una estructura propagandística con redacciones y granjas de troles, así que el ´cocinero de Putin´ tenía mucho que ofrecer a sus clientes. De manera que países como la República Centroafricana, Mali o Sudán recurrieron a otros servicios: escoltas personales para presidentes, asesoramiento político, organización de elecciones (probablemente con garantías de que se “votase bien”), y hasta creación de estructuras propagandísticas en apoyo a esos “zares” —como diría Prigozhin.
La remuneración por el paquete premium fue muy generosa: recursos naturales de aquellos países donde se operaba. La apropiación de recursos se realizaba a través de todo un entramado de empresas pantalla de Wagner que surgieron en los últimos años. En Sudán, por ejemplo, la empresa Meroe Gold opera una planta de procesamiento de oro. En la República Centroafricana, Lobaye Invest está detrás de la extracción de diamantes y de oro.
Según cálculos de Financial Times, Prigozhin ganó centenares de millones de dólares en los últimos años de la extracción de petróleo, gas, oro y diamantes, principalmente en África.
Todo esto es tan solo la punta del iceberg que se ha conocido, el tamaño del negocio de Pirgozhin en Africa podría ser mucho mayor. Por lo tanto, una de las grandes preguntas que surgió en Rusia, luego del 'desafortunado accidente de avion´de Prigozhin es: ¿quién se hará cargo de todo ello y qué pasará con los mercenarios de Wagner que todavía quedan en Mali, República Centroafricana, Sudán, Libia o Siria?
Sería ingenuo pensar que la muerte de Prigozhin sorprendió en las altas esferas del poder. De hecho, parece que le han estado buscando un sustituto desde antes de que su avión explotara en pleno vuelo.
Informaba hace poco Bloomberg que semanas antes de su muerte, el Ministerio de Defensa prohibió a los mercenarios usar aviones militares del Ejército, así como la base aérea rusa en Siria. Paralelamente, el viceministro de defensa ruso, Yunus-Bek Evkúrov, realizó una serie de visitas a Libia y a Siria para arreglar con los gobiernos locales el traspaso de los mercenarios de Wagner bajo el amparo del Ministerio de Defensa Ruso.
Después de la muerte del jefe de Wagner, Evkúrov emprendió una gira por los países africanos: visitó, de nuevo, Libia, Mali, Burkina Faso, República Centroafricana... Aparentemente, para convencer a los gobernantes locales de que Rusia, pese a 'reiniciar' ese negocio, no los iba a dejar solos, y también, muy probablemente, para convencer a los comandantes de Wagner que aún se encuentran allí para que hagan las paces con el Ministerio de Defensa.
“Rusia está dispuesta a fortalecer la cooperación en todas las esferas”, dijo el líder de Burkina Faso, Ibrahim Traore, en su declaración al finalizar una reunión con el viceministro de defensa ruso.
Todo esto nos deja varias reflexiones. Sobre la memoria que persiste en los países africanos de la lucha anticolonial de la URSS (que probablemente es la que les impulsa ahora a salir con banderas rusas) y sobre que las actividades de la Rusia contemporánea nada tienen que ver con esa lucha anticolonial sino que más bien se asemejan a las de un país imperialista.
Pero tampoco es que sea la única fuerza imperialista en la región, todo sea dicho. China, que invierte millones en infraestructuras a cambio de los enormes recursos presentes en el continente; Francia, a la que echan una y otra vez pero que no se termina de ir; los omnipresentes EEUU, entre otros. Y eso le hace pensar a una sobre el mundo multipolar del que muchos se llenan la boca sin pararse a pensar un momento en la naturaleza de esa multipolaridad que viene a sustituir el orden actual. ¿Qué multipolaridad? ¿La del modelo explotador y extractivista? ¿La que en lugar de un imperialista controlando minas de diamantes, traiga a tres o cuatro a hacer lo mismo y repartirse la tarta? ¿De qué les servirá a esos países cambiar una fuerza colonial por otra, si no hay prácticamente ningún beneficio para sus sociedades? ¿Va a ser más justo ese mundo? Muchas preguntas.