Acompáñenme en esta historia de vergüenza y mucha, mucha hipocresía.
Ana Pastor que, últimamente, no destaca especialmente por la audiencia que consiguen sus programas, entrevistó hace un par de días al agresor sexual Luis Rubiales. Tras el ultraderechista Alvise y el periodista machista Piers Morgan, Rubiales eligió a Ana Pastor para dicha entrevista. Algo que La Sexta promocionó de una forma sensacionalista a bombo y platillo.
Hasta aquí, en principio, no habría ningún problema, exceptuando el debate sobre si es correcto o no dar altavoz a un agresor sexual y entrevistar [aunque se desmientan las mentiras de Rubiales y la entrevista sea “dura”, tal y como afirmo la directora de El Plural, Angelica Rubio, en Al Rojo Vivo] a Rubiales. Pero en eso no vamos a entrar, que cada cual juzgue si ha sido positivo o no para la sociedad, para el movimiento feminista y para la propia víctima que Rubiales haya difundido sus consigas machistas y negacionistas sobre la agresión sexual.
Lo que llama mucho la atención de todo esto tiene que ver con otra cosa. Tiene que ver con el silencio y la complicidad de Ana Pastor ante otras constantes actitudes machistas de tipos como Eduardo Inda, “hermano” de Ferreras y habitual colaborador de La Sexta hasta hace poco tiempo. Aunque Eduardo Inda no es el único blanqueado por el silencio y la complicidad de Ana Pastor, a través de este ejemplo podemos explicar en cierta medida el modus operandi de la periodista de La Sexta. Vayamos a ello.
Inda, bajo el cobijo de Ferreras, al igual que Rambo en Vietnam, ha hecho y desecho lo que le ha dado la gana en La Sexta. Desde verter todo tipo de bulos sobre una falsa financiación de Podemos en Venezuela hasta llamar en reiteradas ocasiones “fascista” en La Sexta Noche [con la permisividad habitual del presentador Iñaki López] a Celia del Barrio, miembro de Libres y Combativas y del Sindicato de Estudiantes. Y todo ello porque le había recriminado al mal llamado periodista su actitud de desprecio al reírse mientras hablaba.