51 años del golpe de Estado en Chile: ¿Cómo lo contaron los medios de comunicación en la España tardofranquista?
La visibilidad que se le otorgó así como el enfoque varió según el tipo de medio (prensa o televisión), además de la línea editorial
Este 11 de septiembre se han cumplido 51 años del golpe de Estado en Chile que acabó con el gobierno de Salvador Allende, instaurándose la dictadura de Pinochet. En ese momento, los medios de comunicación ya fueron clave para que se llevara a cabo este golpe a la democracia. El entonces secretario de Estado de Estados Unidos Henry Kissinger y la CIA financiaron al periódico ‘El Mercurio’ de Agustín Edwards para crear toda una campaña mediática con el fin de derrocar el gobierno de Allende. Pero ¿Cómo se contó este golpe de Estado en España teniendo en cuenta el contexto del tardofranquismo?
En aquel entonces, el franquismo entró en crisis, tanto dentro del propio régimen por el enfrentamiento entre aperturistas e inmovilistas, como en las calles donde cada vez había una mayor conflictividad social y oposición al régimen. Todo este contexto influyó en la visión que tenían los medios sobre los acontecimientos, incluyendo el golpe de Estado en Chile. Eso sí, la visibilidad que se le otorgó así como el enfoque varió según el tipo de medio (prensa o televisión), además de la línea editorial.
La prensa: de ABC a Pueblo
En la prensa, desde la promulgación de la Ley de Prensa e Imprenta 1966 de Manuel Fraga, se pasó de un sistema preventivo a uno represivo. Es decir, no había una censura previa, dando cierta “libertad”, aunque evidentemente dentro de unos márgenes, algunos medios tuvieron grandes sanciones e incluso hubo cierres.
Los periódicos afines al régimen franquista mostraron su satisfacción por la intervención militar e intentaban justificarla culpabilizando al presidente democráticamente elegido, Salvador Allende, en los que no faltaron los franquistas Arriba y El Alcázar.
Pero si hubo un medio duro con Allende, ese fue ABC. El periódico también afín al régimen, llevó a la portada del 12 de septiembre una fotografía del presidente chileno con el título “Cae Allende”, evitando señalar por quién o qué “cae”, un verbo escogido de tal forma que podría pasar como titular de una derrota electoral y no un golpe de Estado en el que el propio Allende murió.
“Contra el caos creciente, contra la vía al socialismo de Allende que ha arruinado al pueblo chileno, contra la amenaza de una dictadura marxista (…) en defensa de la paz, del orden, de la ley, de la libertad (…) se ha alzado el Ejército de Chile, columna vertebral de la nación y única posibilidad de salvación” rezaba el texto que acompañaba a la imagen. Concluyen con un “ojalá los militares una vez cumplidos su misión quirúrgica de urgencia, devuelvan a Chile el normal ejercicio de la democracia”, un “deseo” cumplido nada más y nada menos que 17 años después, en 1990.
Al día siguiente, con la portada del 13 de septiembre insistieron en la idea de que el golpe de Estado ha frenado “el caos de la dictadura militar” con un titular de tan solo dos palabras: “A tiempo”. Tan solo mencionan que “la vía del socialismo” ha acabado de una forma “triste para un hombre que amaba a su tierra” pero “que se equivocó en servirla”. Es decir, de nuevo una justificación del fatal final para Chile y el propio Allende en base a los “errores” del presidente elegido por el pueblo.
En España estos titulares tenían como objetivo, a través de un ‘frame’ totalmente negativo, reforzar las ideas del régimen franquista, calificando al gobierno democrático de Allende como “caótica dictadura marxista”
En España estos titulares tenían como objetivo, a través de un ‘frame’ totalmente negativo, reforzar las ideas del régimen franquista, calificando al gobierno democrático de Allende como “caótica dictadura marxista” y al levantamiento militar como un restablecimiento del orden para volver a la paz.
En los periódicos contrarios al golpe de Estado, sí que hubo un reconocimiento a la figura de Allende.
En La Vanguardia, el periódico más vendido de la época, la primera noticia fue de un carácter más informativo con una imagen de los dos protagonistas, Allende y Pinochet, y con el simple titular “golpe de Estado en Chile”. Más tarde, el 23 de septiembre, el periodista Manuel Aznar escribía un artículo titulado Tras el Fracaso y Sacrificio de Salvador Allende en el que aseguraba que “el allendismo comenzará ahora a ser una fuerza invisible y silenciosa, pero profundamente activa”.
Así pues, el periódico sindicalista Pueblo mencionaba que Allende murió y con él “también la legalidad constitucional del del país andino, quedando abocado a las horas más dramáticas de su historia”, además de señalar a EEUU y otras dificultades que a travesó el gobierno de Allende. También se le dedicó unas líneas a honrar su memoria:
“Su último gesto es un homenaje a su propia lucidez y, al mismo tiempo, una demostración de su talla humana. Sabía que estaba condenado desde el principio; pero, como cualquier Sisifo camusiano, vivía y actuaba como si no fuera cierto. El signo trágico de su desaparición, como una última entrega política, reúne las condiciones necesarias para fijarse en la imaginación popular. Y las contradicciones de su gestión, le dotan de una ambigua opacidad, que le convierten en héroe” (Pueblo, 13 de septiembre de 1973).
Las revistas semanales, un debate sobre el futuro de España
Pero lo realmente llamativo fue la cobertura de las revistas semanales. Muchas de ellas eran contrarias al franquismo, pero en base a la visión que tenía cada una sobre el golpe chileno y las causas del derrocamiento del gobierno de Allende, se ven también las diferencias que habían de cara a una futura democracia española.
En base a la visión que tenía cada una de las revistas sobre golpe chileno y las causas de derrocamiento del gobierno de Allende, se ven también las diferencias que habían de cara a una futura democracia española
Por un lado está la revista Cuadernos para el Diálogo, formada por cristianos progresistas opositores al régimen, que se dividía en dos corrientes: la socialista, que enfocaba el golpe de Estado como una reflexión para la izquierda sobre la imposibilidad de un socialismo sin dictadura del proletariado; y los democratacristianos, quienes defendían una futura alianza democrática en España. Estos últimos manifestaban que dicha alianza no iba a ser posible si se juzgaba a todos los democratacristianos por igual, aludiendo al importante papel de los democratacristianos chilenos para llevar a cabo el golpe de Estado en Chile.
Por su parte, la revista Índice criticó a Cuadernos justamente por querer llevar a cabo una alianza con democratacristianos en España, algo que desde esta revista veían imposible: “Frei ha sido en Chile el símbolo de la democracia cristiana, con doble faz, astuta, ‘culposa’ y al fin inútil. (…) ¿Es preciso que citemos a los “Frei” españoles? Sería abusivo, hay cola de ellos”.
Pero al margen de este debate, quizás una de las portadas que más transmitió el dolor por el golpe a la democracia chilena sería la de Triunfo totalmente de luto con una única palabra: Chile.
Ante estas publicaciones, el embajador de Chile en España, Francisco de Gorigoita, envió correspondencia diplomática al gobierno de Franco para que parara la “campaña antichilena” de los medios. El gobierno franquista le respondió que la prensa era “libre” y que los principales ataques venían de una oposición con la que no estaban representados ni los españoles ni el Gobierno. Pese a ello, para contrarrestar esa “campaña” de la prensa española, TVE realizó un documental favorable de la Junta Militar y una entrevista a Pinochet en el programa 24 horas.
La televisión, la verdadera arma mediática del régimen
Precisamente, la televisión era el arma que más protegía el franquismo. En TVE, la única cadena existente controlada por el régimen, el corresponsal en Chile Miguel de la Quadra-Salcedo realizó un reportaje para Informe Semanal llamado “Chile: Toque de Queda” que sí fue censurado. Contenía dos partes: la primera antes del golpe, en la que se mostraba el clima de tensión y bronca en un debate político en la televisión nacional; la segunda, con la dictadura de Pinochet instaurada, mostraba la situación del país y grabaciones dentro del Estadio Nacional de Chile, convertido en el mayor campo de concentración de América del Sur.
Con todo esto, se ve la diferencia que el régimen franquista llevó a cabo entre la televisión y la prensa. Con la Ley de Prensa de 1966 se abrió una ventana para que algunos periódicos y sobre todo las revistas semanales trataran el golpe de Estado como un ejemplo sobre los pasos que debería tomar España ante una futura democracia que no tardaría en llegar.
La televisión fue, sin duda, el arma mediática del régimen, y desde la cual se quiso proteger a los golpistas que pusieron fin al democrático gobierno de Allende
Pero lo cierto es que el medio por excelencia para captar a las masas y que revolucionó la política fue la televisión, al llegar de forma más directa a toda la ciudadanía. La televisión fue, sin duda, el arma mediática del régimen, y desde la cual se quiso proteger a los golpistas que pusieron fin al democrático gobierno de Allende.
Bibliografía empleada:
Gutiérrez, C. L. G. (2011). La reacción de España ante el golpe militar en Chile. Naveg@mérica. Revista electrónica editada por la Asociación Española de Americanistas, (6).
Díaz Aguad, A., & Bustos González, R. (2022). 11 de septiembre de 1973: La prensa española y el golpe de estado en Chile.