El día que se fundieron los grilletes
Puestos a recordar, con motivo del pasado nonagésimo tercer aniversario de la proclamación de la Segunda República en España, me parece de interés hacerlo con una de las más importantes noticias que trajo consigo el nuevo régimen del 14 de abril de 1931 a los pocos días de su instauración: el nombramiento de una mujer para un cargo institucional, después de que esa misma mujer hubiese ingresado pocos años antes en el Colegio de Abogados.
La Dirección General de Prisiones recayó en la primera mujer que había abierto bufete en Madrid como abogada, Victoria Kent (1892-1987), que también sería elegida diputada por la conjunción republicano-socialista de las Cortes republicanas constituyentes. La entonces joven periodista Pepita Carabias (a quien los de la profesión conocimos como Josefina Carabias en su última trayectoria) fue una de las primeras en presentarse en el domicilio de Kent para hacerle una entrevista para el semanario Estampa, publicada el 18 de abril.
La periodista recuerda en la entradilla a los lectores que la abogada madrileña había cosechado un mes antes todo un éxito defendiendo en un consejo de guerra al que en el momento de la interviú era ministro de Fomento de la joven República. Fue la primera mujer abogada que desempeñó su trabajo como defensora en un consejo de Guerra, en el que el procesado era Álvaro de Albornoz, ministro de Fomento entonces del primer gobierno republicano, y uno de los firmantes del manifiesto republicano en los inicios del mes de diciembre del 1930 como miembro del llamado Comité Revolucionario Republicano para "meter a la Monarquía en los archivos de la Historia y a establecer la República sobre la base de la soberanía nacional y representada por una Asamblea Constituyente".
En las últimas líneas de ese manifiesto, antes del "¡Viva España con honra!" y los nombres de los firmantes, se decía que de esa República "saldrá la España del porvenir, y un nuevo Estatuto inspirado en la conciencia universal, que pide para todos los pueblos un Derecho Nuevo, ungido de aspiraciones a la igualdad económica y a la justicia social. Entre tanto, nosotros, conscientes de nuestra misión y nuestra responsabilidad, asumimos las funciones del Poder público con carácter provisional".
Aporta la revista Estampa, en la primera página de esa entrevista con Victoria Kemp, una fotografía del homenaje (la copia es deficiente) que se le rindió a abogada malagueña por esa exitosa defensa de Albornoz, celebrado en el Liceum Club Femenino de Madrid, al que asistieron algunos de los firmantes del manifiesto, entre los que figura el primer presidente republicano Niceto Alcalá Zamora, el propio Ávaro de Abornoz, Francisco Largo Caballero y Álvarez del Vayo, entre otros.
Aparte del interés que puede tener una entrevista periodística a la primera mujer en un cargo institucional en la historia de España -razón por la que hago memoria-, no son muchas las cosas interesantes que aporta. Pepita Carabias refleja la satisfacción de Kent por el nombramiento, del que aún no ha tomado posesión: "Estoy contenta, más que por mí, por lo que esto representa para todas la mujeres. ¡Hemos vivido en un atraso tan lamentable!".
La nueva Directora General de Prisiones se refiere a continuación al lamentable estado que presentan las cárceles de mujeres, después de haber visitado algunas, afirmando que "son un espectáculo que llena de horror. No es posible que un país civilizado soporte esta vergüenza más tiempo. Trataré, primero, de arreglar las cárceles de mujeres, no porque sean de mujeres sino porque corren más urgencia. Después hay que ocuparse del problema higiénico. Ya es bastante privar de libertad a los delincuentes, y no hay razón para hacerlos vivir en la inmundicia. Las cárceles de partido son una cosa horrenda".
Otro aspecto que se toca en la interviú, en la que aparece en una imagen la abogada malagueña junto a la periodista, es el relacionado con las lecturas y las prácticas religiosas, entendiendo Kent que "no se deben prohibir lecturas a los presos, ni obligarles a cumplir obligaciones de una religión que algunos no sienten. A los católicos se les procurarán todos los medios para que cumplan con sus deberes religiosos, pero de ningún modo se obligará, como ahora, a oír misa a los que no lo son".
La entrevista concluye con unas líneas de la redactora en las que expone su convencimientode que "cada preso puede estar seguro de que, desde ahora, hay una mujer, una nueva Concepción Arenal, que vela por él". El resultado, a lo largo de los tres años que Victoria Kent estuvo en el cargo, permite afirmar que se dignificaron y humanizaron las cárceles, dando prioridad a la inserción sobre el castigo. Mejoraron las instalaciones, hubo libertad de culto, fueron más equilibradas las comidas y se sustituyó a las funcionarias religiosas por personal civil en las cárceles de mujeres.
Algo que distinguiría, sobre todo, las prisiones anteriores a 1931 de las siguientes fue la supresión de las cadenas y grilletes propias de los tiempos inquisitoriales. Alguien del nuevo régimen tuvo la brillante idea de fundir ese material de histórica ignominia para que se erigiese una estatua a quien más había luchado por un sistema penitenciario más digno y humano antes de Kent: la escritora Concepción Arenal.