Entre la Memoria y el Olvido: El Día de las Víctimas del Holocausto
Hoy, día 27 de enero, es el Día de las víctimas del Holocausto. Se conmemora hoy y no otro día porque un 27 de enero de 1945, hace ya 79 años, el ejército soviético se plantó frente a las puertas del campo de concentración y exterminio con mayor número de víctimas de toda la Alemania nazi: Auschwitz-Birkenau. La liberación, como podrá uno suponer, duró en realidad varios días, pues no se trataba solo de abrir las puertas y que los prisioneros salieran sino de dar atención médica y ayudar a aquellos que aún quedaban dentro. Además, el Holocausto no finalizó hasta varios meses después, pues campos como Bergen-Belsen o Mauthausen no fueron liberados hasta abril o incluso mayo de aquel año. Sin embargo, se dató el 27 de enero y por ello es, actualmente, el único día en que la amplia mayoría de personas se acuerda de que aquello existió. Las cifras tanto de Auschwitz como del Holocausto en general son verdaderamente escalofriantes.
Más de 1.300.000 personas fueron deportadas al complejo de Auschwitz, que no era uno sino tres campos principales y decenas de “campos satélite”. De ellas, 400.000 fueron registradas. Es decir, 400.000 no fueron asesinadas nada más llegar. Las más de 900.000 personas restantes fueron deportadas para ser asesinadas en masa a las pocas horas. Aquello era en realidad una anomalía. Auschwitz no era solo campo de exterminio, sino también de concentración y trabajo, por eso los nazis permitían malvivir unos meses más a unas pocas personas de cada convoy que llegaba desde los diferentes países de Europa. De las 400.000 personas a las que se registró, es decir, que recibieron su correspondiente número de prisionero y fueron forzadas a trabajar para el III Reich, solo 200.000 lograron sobrevivir. De los más de 1.300.000 deportados de los que hablaba inicialmente, más de 1.100.000 fueron asesinadas o fallecieron debido a las inhumanas condiciones de vida de aquel infierno. Cabe recordar, para aquellos que creen que durante el Holocausto solo fueron perseguidos los judíos, que en Auschwitz, además de estos, fueron deportados y asesinados prisioneros políticos (entre los que se encontraban varios españoles), gitanos, homosexuales o hasta testigos de Jehová que se negaban a participar en las actividades nazis o que denunciaban sus acciones.
En total, los nazis asesinaron por estos y otros motivos (tales como ser discapacitado) a más de 10 millones de personas, de las cuales 6 millones eran judíos. Hablar en cifras suele ser frío, pero tras cada una de las víctimas hay una historia, unas pasiones, preocupaciones y familia. Eso, y no solo la liberación de uno de los centenares de campos de concentración es lo que se conmemora tal día como hoy y en general, durante estas fechas. Es el motivo de que veamos a diferentes líderes políticos visitar aquel lugar sin ser posiblemente conscientes completamente de lo que significó, de como era la vida dentro o de cómo se llegó a aquello. Siempre he bromeado con que la mayoría de discursos de los diferentes líderes son en realidad una forma de no meterse en “un jardín” y, simple y llanamente, quedar bien. En España, además, solemos olvidarnos de los nuestros, los españoles deportados a los campos nazis. Fue lo que se criticó en aquella visita de Felipe VI al campo y lo que se criticó hace unos días con Isabel Díaz Ayuso. Algunos los olvidan por desconocimiento, pues decir que cerca de 10.000 españoles fueron deportados parece poco frente a los cerca de 500.000 gitanos o los tan mencionados 6 millones de judíos, pero hay quienes les olvidan por sus ideas políticas. Y es que, guste o no, los españoles deportados a campos de concentración eran republicanos exiliados tras la guerra civil que participaron en la lucha contra los nazis de una u otra forma. Aquellos deportados específicamente al campo de Mauthausen (principalmente) lo fueron además por una serie de conversaciones entre Franco y Hitler, motivo de más para que algunos decidan no recordarles pese a considerarse patriotas de corazón y llenarse la boca hablando de los españoles.
Sea como sea, esto es lo que se conmemora. Hubo víctimas de toda clase y condición y familias exterminadas al completo. Hay pueblos de Europa que antaño tenían centenares de familias judías o romaníes en los que no queda ni rastro de aquellos porque así lo quiso el odio y la persecución nazi. Es difícil, casi imposible de hecho, explicar cómo se llegó a aquello. No me refiero a cómo se llegó a los campos de exterminio, que no eran más que la forma más “limpia y ordenada” de los nazis de efectuar “La Solución Final”, sino todo el camino previo. Recordemos que los nazis llegaron al poder en 1933, pero años antes existió toda una campaña de odio irracional y de ataques hacia “los enemigos”, a quienes se acusaba de todos los males de Alemania. Los campos de exterminio no llegaron hasta 1942 (Auschwitz existía pero hasta entonces era solo otro campo de concentración más). Aquellos nueve años previos consistieron en reducir derechos, recluir a los “enemigos de la nación” en guetos y, finalmente, comenzar las matanzas pueblo por pueblo. Todo ello mientras algunos de los perseguidos se decían a sí mismos: “Ya pasará” y otros muchos, en cambio, veían poco a poco como no hacía sino ir a peor y sentían el fin cada vez más cerca.
El Holocausto no finalizó con la liberación de Auschwitz, sino con la derrota de los nazis. Hay quienes jamás podrán ver de nuevo a sus familiares o amigos asesinados. Aquellas personas que sobrevivieron dejando atrás a todo el resto de su familia, que fueron, de hecho, los únicos supervivientes de grupos familiares de más de veinte o treinta personas, recuerdan también en estas fechas el peligro de los discursos de odio, de la criminalización y la ultraderecha. Por ellos y porque jamás se repita, #NuncaMás.
Fotografías coloreadas por Luda Merino