Las Rapadas: memoria de la violencia política contra las mujeres bajo el franquismo

La conservación, la transmisión oral y la lucha contra el olvido se convierten en correas de trasmisión de la memoria
Rapadas de Montilla (Córdoba), Biblioteca Manuel Ruiz Luque, agosto de 1936
Rapadas de Montilla (Córdoba), Biblioteca Manuel Ruiz Luque, agosto de 1936

La memoria de la violencia política contra las mujeres republicanas durante la Guerra Civil y el franquismo es un tema que aún no ha sido suficientemente documentado ni problematizado por la historiografía en las últimas décadas. Bajo esta premisa se publica el libro Las Rapadas (Vizca, 2024), un aporte necesario para recuperar parte del relato oculto por la dictadura y romper con el silencio históricamente asignado a esta temática. El libro incluye una serie de fotografías que exponen las violencias sufridas por estas mujeres y reconoce asimismo las resistencias femeninas como modo de transmisión de la memoria democrática.

Las Rapadas reúne un conjunto de textos de las investigadoras María Rosón, Rocío Bardají, Ana Pol, Maite Garbayo-Maeztu y el investigador Lucas Platero, como resultado de un trabajo previo realizado para la colección Hacer Memoria, una serie de guías didácticas promovidas por la Secretaría de Estado de Memoria Democrática de España, disponibles online.

El libro consta de 100 páginas y se organiza en una introducción, cinco partes: El pelo, La importancia de mostrar, La vergüenza, La resistencia: Elsa Omil Torres y Las rapadas de Oropesa: la transmisión; y dos anexos: Hacer memoria y Memoria hecha.

El rapado se aplicó en España a las mujeres que habían tenido algún vínculo con la República y se empezó a implementar en las zonas ocupadas por el gobierno sublevado por patrullas paramilitares tales como falangistas, requetés o guardias civiles. Esta práctica humillante estuvo acompañada por otras acciones de violencia sexual, como la exhibición de los cuerpos y la ingesta de aceite de ricino, un fuerte laxante que causaba descomposición. También incluyó la violación y otra serie de violencias no visibles, como el silencio y el trauma.

Los cuerpos se transforman en recipientes de memoria viva, transmisores de la historia y de los traumas provocados

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Otras de las temáticas que expone esta investigación son las formas de memoria y su trascendencia. A pesar del miedo y de los escasos registros sobre las acciones violentas, la memoria de estas mujeres ha logrado trascender gracias a los testimonios orales y al material de archivo, en específico de fotografías. Los cuerpos se transforman en recipientes de memoria viva, transmisores de la historia y de los traumas provocados.

Asimismo, el libro evidencia cómo los procesos de silencio y de vergüenza continúan operando actualmente en España debido a la falta de reparación. La violencia política ejercida contra ellas funcionó como filtro para la selección y la depuración de la memoria y permitió imponer un modelo tradicional de mujer, lejos de los derechos alcanzados durante la II República. En este sentido, el uso de las fotografías se empleaba como un arma vergonzante. A la par, y gracias a su conservación, estos registros fotográficos se transformaron en documentos indispensables para releer los hechos históricos, reconocer las resistencias femeninas y recuperar parte de la memoria silenciada por la dictadura.

Un ejemplo de resistencia presentado en el libro es el caso de la fotografía de Elsa Omil Torres, una joven hija de migrantes gallegos republicanos que se encontraba trabajando de criada en Marín (Pontevedra), donde fue humillada y rapada como forma de castigo. En esa imagen se observa un rostro sin vergüenza con mirada firme, como desafiando aquellas acciones violentas. Al igual que Elsa, otras mujeres tampoco ocultaron sus cabezas peladas o respondieron con valentía, desactivando de esta manera el sentido del castigo.

Retrato de Elsa Omil Torres. Archivo Nomes e Voces
Retrato de Elsa Omil Torres. Archivo Nomes e Voces

Entre las pocas fotografías conocidas hasta el momento también se presentan otros casos. Por ejemplo, una imagen de un grupo de veinte mujeres muy jóvenes que pertenecían a una agrupación de canto de Montilla (Córdoba). Esta fotografía fue tomada a principios de agosto de 1936 y muestra a las mujeres rapadas haciendo el saludo fascista junto al director de la banda de música. Otra imagen que enseña la violencia y la humillación es la de Las rapadas de Oropesa (Toledo). Esta foto de autor anónimo exhibe a cuatro mujeres rapadas mirando a cámara, una de ellas con un bebé en brazos. Se sabe que fueron peladas y encarceladas sin haberse comprobado su adscripción política.

En Las Rapadas se manifiesta que las fotografías sirvieron para humillar, pero su conservación permitió registrar la resistencia destacada y activa que alcanzaron estas mujeres. En este sentido, el libro propone, con el objetivo de no victimizarlas, reconocer las diversas formas en que las mujeres se rebelaron y fueron represaliadas, para encauzar una senda de justicia y reparación. La conservación, la transmisión oral y la lucha contra el olvido se convierten en correas de trasmisión de la memoria.