San Simón, Isla de la Memoria
De los múltiples campos de concentración que existieron en Pontevedra. Por mencionar tres. Camposancos en A Guarda, conocido como la Puerta del Infierno y que de colegio Jesuita hoy es ruina. El Monasterio de Oia, que espera ser rehabilitado con fines hoteleros. Los dibujos realizados por los prisioneros en sus paredes, ya merecerían de por sí un museo. Y la isla de San Simón donde cada año la Iniciativa Galega pola Memoria realiza su encuentro anual. De los 300 campos creados por los sublevados de algunos no queda casi rastro y otros han visto actualizado su uso como si nada. Recordemos la polémica cuando un turista alemán descubrió que su hotel en León había sido un campo de concentración. Gracias a la recuperación histórica de investigadores como Carlos Hernández de Miguel se mantiene viva la memoria.
El archipiélago de San Simón, reconocido como Bien de Interés Cultural, sitio Histórico desde julio de 1999. Las islas de San Simón y San Antón, tienen un pasado previo a la Guerra Civil y forman un espacio natural impresionante. Pero con la Guerra de España se convirtieron en un lugar de muerte, de hambre, enfermedad y ejecuciones. Recuerdo de aquellos días, el comportamiento del padre Nieto, sacerdote que golpeaba a los moribundos antes de ser rematados. O que gritaba: "¡Hijos de la Pasionaria! ¡Dinamiteros! ¡Hay que quemaros como se quemó a los judíos!".
Miles de apresados, mayoritariamente hombres pero también mujeres, tras la caída del Frente Norte, en sus últimos reductos asturianos, fueron a parar a Galicia. Muchos de ellos en alta mar, pasaron días sin comida ni agua hasta llegar a sus lugares de reclusión en tierra. Eran sitios ya ocupados previamente por republicanos gallegos, que no pueden ser considerados prisiones, ni campos de prisioneros de guerra al uso. Centros donde sin ningún tipo de condición se amontonaban, donde se torturaba y se buscaba a los mandos de partidos y sindicatos. El franquismo fue llenando en su avance, la geografía española de estos campos de la muerte.
San Simón está situado en un lugar privilegiado, en la Ría de Vigo frente a Redondela y a la vera del Puente de Rande. Cualquiera pensaría en un lugar ideal, como espacio turístico y recreativo. Y de esta forma, empresas y asociaciones, con el beneplácito de la Xunta de Galicia, plantean periódicamente algún tipo de actividad. La polémica fiesta de Halloween en 2019 a la que la Iniciativa Galega pola Memoria plantó batalla. Nadie se imaginaría la posibilidad de plantear hacer yoga, como actividad lúdica, en pleno Auschwitz, pero sin embargo en Galicia sí sería posible. No vale justificar que dentro de la visita se explicará esa etapa oscura, plantear este tipo de actividades lúdicas o deportivas, demuestra o ignorancia o nula sensibilidad. Algunos dirán que tener un espacio así sin uso, es un error. Yo les explicaría, que millones de personas visitan cada año los campos de la muerte del nazismo y que esa actividad siendo memorialista, también genera actividad económica.
San Simón debería ser reconocida como Isla de la Memoria, con el consiguiente respeto, y miles de personas podrían visitarla cada año en ese formato. Por ejemplo siempre visita obligada, para los estudiantes de toda Pontevedra, por lo menos una vez a lo largo de sus estudios. Porque la memoria y el conocimiento histórico, no pueden ser opcionales, no se construye democracia omitiendo la memoria de lo ocurrido. No habrá justicia mientras el respeto a las víctimas y el conocimiento histórico, no sean la base de las políticas públicas y de la realidad social.