Agresiones 2.0
A mí el boom de los influencers me ha pillado mayor o boomer, como quieran llamarlo. La mayoría de los jóvenes, sin embargo, tienen como referentes a personas con miles, o millones de seguidores que crean contenido, o así lo llaman ahora. En redes sociales te encuentras de todo y los perfiles a los que sigue la gente más joven se me antojan extraños, otras veces pusilánimes y superficiales, a veces incomprensibles y en muchas ocasiones machistas y rancios —sobra decir que no todos son así—. Unos de estos perfiles a los que me refiero, que ganan dinero por crear contenido sea este bueno, malo o regular son Los Petazetaz, como se hacían llamar, y que han sido detenidos por haber agredido, presuntamente, a, al menos, cuatro víctimas menores de edad, aunque las autoridades no descartan que sean más.
Aprovechándose de su fama, estos influencers, José Hernán A. e Iván G., contactaban con seguidoras, las invitaban a su casa donde presuntamente las drogaban para anular su voluntad, las agredían sexualmente, y lo grababan en vídeo. Los arrestados con miles de seguidores en redes, aprovechaban su popularidad para captar a chicas y grabar con sus móviles las agresiones sexuales que cometían. Es decir, eran conscientes de su poder y lo usaban para violar a sus víctimas. Las drogaban y como decían no tener dinero ellos abusaban sexualmente de ellas.
Entre todos estos influencers de tres al cuarto, como los Petazetaz, hay toda una machosfera en la que se encuentran tipos que lanzan discursos de odio, mensajes machistas y algunos me atrevería a decir que hacen una verdadera apología a la cultura de la violación. Ya lo vimos cuando el Xocas compartía el "trucazo" y contaba que su amigo no bebía y aprovechaba la situación para "ligar con chicas colocadas". Lo decía entre risas, como si fuera lo más normal del mundo aprovecharse de chicas con la voluntad anulada. Estos mensajes lo ven miles de chavales que no tienen a priori una educación en igualdad, mentes que aprovechan para colonizar desde la machosfera, para expandir sus mensajes machistas y rancios y que calen en sus mentes moldeables. Son un público joven maleable que da como buenos estos discursos por quienes los emite y que normalizan comportamientos machistas propios de la cultura de la violación. Estos son sus referentes y tenemos un grave problema al que hacer frente para desmontar todos estos discursos dañinos y machistas.
No sé si somos conscientes aún del daño que hacen ciertos perfiles, pero especialmente quienes además de hacer esa apología a la violación la llevan a cabo aprovechándose de su status, como presuntamente hicieron los Petazetaz.
El modus operandi de los violadores con fama viene a ser siempre el mismo, usan su poder y privilegios sobre mujeres o menores a las que captan para después agredir sexualmente. Ya lo hemos visto antes. Lo vimos con la agresión de Rubiales, con la del cineasta Carlos Verdú, con Dani Alves y tantos otros que aprovechaban su situación de privilegio para agredir a sus víctimas.
De hecho, mientras aparecía la noticia de los influencers se conocía también que tres mujeres más acusaban de nuevo al cineasta Carlos Vermut de violencia sexual. Una artista, una gestora cultural y una actriz denunciaban en El País que el director mantuvo relaciones sexuales violentas con ellas, que nunca consintieron. ¿Es Vermut nuestro Harvey Weinstein?, ¿estamos viviendo el me too del cine español? Ojalá todas las mujeres que han sufrido agresiones se armen de valor para denunciar y que la Justicia esté a la altura.
Hasta ahora se han sabido impunes y por ello han hecho lo que han querido con sus víctimas. Es importante que desde los poderes públicos se invierta en educación que desmonte todos los discursos machistas de las redes, es importante que sigamos formándonos en feminismo y que sigamos trabajando por un mundo más justo e igualitario. Gran parte de la sociedad ha dicho que se acabó, que se acabó con las agresiones sexuales, con las violaciones y el acoso, que la ley solo sí es sí ha permitido por fin poner el consentimiento en el centro, que el movimiento feminista es imparable y que ya no vamos a permitir que campen a sus anchas. Aun así, queda mucho trabajo por hacer.