No es crisis migratoria, es racismo

Foto: RTVE
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No vamos a ir muy lejos si compramos el marco a la derecha extrema, algo que ha hecho Pedro Sánchez en su discurso defendiendo las devoluciones de los migrantes "irregulares"

Devoluciones en caliente, crisis migratoria, invasión, irregulares, delincuencia, menas... son palabras y conceptos que crean un relato racista y de miedo, un miedo que daña a los nadies a quienes no tienen nada por mucho que Albiol vea teléfonos móviles y gafas de sol.

Debemos preguntarnos qué les hace abandonar sus lugares de origen, a sus familias y amistades, sus afectos, sus sueños y sus anhelos. Qué podemos ofrecerles para paliar tanto dolor una vez que se juegan la vida en el mar y que dejan atrás todo lo que amaban, pero también de lo que huían. Debemos preguntarnos qué podemos hacer para mejorar sus vidas, para suplir las carencias que acompañan sus días. Por ejemplo, debería evitarse que estuvieran hacinados como lo están en distintos centros de acogida, y posibilitarles un espacio seguro donde vivir como cualquier otro niño de su edad. Cualquiera estando en su lugar haríamos lo mismo, cualquiera si echamos la vista atrás cuenta con un antepasado migrante que tuvo que salir del país para mejorar su situación vital.

El marco que sitúa la inmigración al mismo nivel que el de la amenaza tiene un ganador claro, la extrema derecha, mientras tiene muchos perdedores entre los que nos encontramos la mayoría social.

España es uno de los países con uno de los niveles más bajos de criminalidad y el 98% de los extranjeros que vienen a vivir a nuestro país no cometen delitos

Hay un conjunto de creencias que están instaladas en un grupo de la población que son contrarias a la migración, al feminismo, al ecologismo. Las fake news, mucho contenido que circula en redes sociales, la precariedad entre los más jóvenes, la dificultad del acceso a la vivienda son factores que generan un caldo de cultivo perfecto para que estas ideas totalitarias, racistas y xenófobas tengan cabida en nuestra sociedad.

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La derecha y derecha extrema que hoy en día son lo mismo habla de delitos, de miedo, de avalancha, de caos, cuando la realidad es que España es uno de los países con uno de los niveles más bajos de criminalidad y el 98% de los extranjeros que vienen a vivir a nuestro país no cometen delitos. Quien comete el delito es el que realiza devoluciones masivas o quien no da cobijo o niega derechos humanos.

Los movimientos migratorios no son quienes traen problemas, los problemas provienen de la desigualdad, la pobreza, y de la falta de recursos y de respuestas por parte de quienes deben velar por el estado de bienestar y la justicia social.

No hay una emergencia nacional como quien abre titulares sensacionalistas y morbosos que buscan dirigir a la población hacia el enfrentamiento de los penúltimos contra los últimos. Se trata de una herramienta retórica que sirve para generar odio entre las clases más bajas para así poder sacar tajada de las miserias ajenas.

Sin embargo, no vamos a ir muy lejos si compramos el marco a la derecha extrema, algo que ha hecho Pedro Sánchez en su discurso defendiendo las devoluciones de los migrantes "irregulares", asegurando que la legislación española y europea obligan a ello, como si su partido no pudiera hacer nada, fuera un títere en manos de otros poderes. Quizá así sea.

Al revés, la migración es un proceso natural inherente a las personas y es algo que va a seguir ocurriendo, por muy altas que sean las vallas o mucha policía persiga a las personas por su color de piel pidiendo sus papeles. Y precisamente como es un proceso natural hay que aceptarlo e integrarlo de la mejor manera posible, viendo más allá de términos económicos y lo que nos van a aportar como sociedad, sino qué podemos hacer por ellos, cómo podemos mejorar sus vidas, realizando una integración efectiva y real más allá de cálculos electoralistas o intereses creados. Corre mucha prisa regular sus derechos y desterrar bulos y el relato de la extrema derecha o en unos años nos estaremos echando las manos a la cabeza y quizá siendo nosotros quienes migren a otro lugar.