La sanidad pública, gracias
Nuestro país siempre ha sido un gran defensor de los servicios públicos, nuestra sanidad siempre ha sido la verdadera marca España, hemos sido la envidia a nivel mundial. Sin embargo, debido a años de neoliberalismo salvaje, de expolio y de destrucción de lo público por parte del Partido Popular, pero también del PSOE, nos encontramos con una sanidad pública muy tocada que entra ya casi en parada. Es por eso que creo que comentarios como el de Mónica García, siendo ministra de Sanidad dañan profundamente lo que defendemos desde otros espacios políticos, la calle o los movimientos sociales. La ciudadanía necesita personas con valentía a la hora de legislar y apostar por lo público, necesitamos una fuerte defensa de nuestros derechos y de la calidad de nuestras vidas. Una colaboración público-privada nunca va a defender los derechos de la ciudadanía ni nuestras necesidades más básicas. La inversión privada no debe introducirse en asuntos públicos, pagados con nuestros impuestos. Lo que debe ocurrir es que esos impuestos sí estén bien destinados y no terminen de una manera u otra subvencionando Quirón y otras tantas empresas privadas. Para ello es imprescindible derogar la ley 15/97 que permite las privatizaciones sanitarias para que unas empresas hagan negocio en detrimento de la salud de la ciudadanía.
Mientras se ataca a lo público o no se defiende lo suficiente, la privatización adelanta por la derecha con datos escalofriantes: La sanidad privada está aumentando a un ritmo anual del 4% desde 2017, y en 2022 alcanzó su máximo histórico con más de 12 millones de personas aseguradas.
Yo en concreto uso la sanidad pública más de lo que me gustaría, me ponen un tratamiento muy costoso para frenar la evolución de mi enfermedad. Imaginen qué sería de mí si no pudiera contar con este servicio pagado con los impuestos de toda la sociedad. Así, muchísimas más personas sobreviven o mejoran sus vidas gracias a una sanidad que es de todas y que debemos cuidar y mantener como el tesoro que es. Leía que Bruce Willis iba a tener que poner a la venta muchas de sus posesiones para poder costearse los caros medicamentos de su enfermedad. La sanidad privada funciona así, solo se salva quien puede permitírselo, y la mayoría, nos quedamos sin remedio, condenados a nuestra suerte.
No queremos tomar ibuprofeno y paracetamol de manera alterna, preferimos defender la sanidad pública, sin sinergias ni alianzas, ni mezclas farmacológicas que beneficien a unos pocos. La colaboración público privada lo que conlleva es más comisionistas llevándose dinero público, los hospitales vacíos, sobrecostes, profesionales agotados... y por supuesto el deterioro de los servicios públicos. Yo, que tengo varias patologías, me siento ofendida y dolida con esas declaraciones que vienen de alguien que se supone alguna vez abanderó las reivindicaciones de la marea blanca al lado de otros tantos profesionales sanitarios que defendían lo público. ¿Qué ha pasado ahora?, ¿Qué se me escapa? Desde luego lo único que genera en mí es desconfianza y miedo por lo que aún queda por venir y que en lugares como Madrid ya sufrimos en nuestras propias carnes.
Necesitamos con urgencia alguien con agallas y convicción que pueda y quiera paralizar el desmantelamiento y la destrucción del sistema sanitario, alguien que ponga freno al incremento de las listas de espera, el colapso del sistema o el abandono de muchos profesionales sanitarios. Necesitamos a alguien que salve nuestra sanidad pública, ya que de seguir así no le quedan muchos años de vida. En definitiva, necesitamos que personas que se llaman de izquierdas actúen como tal, sean valientes y se enfrenten a las garras de los poderes privatizadores. Merecemos que nuestros representantes apuesten por una sanidad eficiente; "la salud, la equidad, la cohesión y la eficiencia de nuestro sistema nacional de salud valen la pena", tal y como aseguró Rosa Medel, antigua diputada de Unidas Podemos y portavoz de sanidad.