Mi cuerpo, mi decisión
Francia acaba de hacer historia en materia de derechos humanos. El país vecino blindó en su Constitución el derecho al aborto dando un paso determinante en materia de igualdad y derechos sexuales y reproductivos. Se convertía así en el primer país del mundo en conseguir la libertad garantizada de las mujeres a abortar. La mayoría del mundo, la que apostamos por los derechos humanos, observábamos el avance con esperanza y orgullo; el orgullo que nos producen nuestras hermanas francesas tras tantas décadas de lucha feminista un año largo de debates parlamentarios y varias iniciativas de diputadas de izquierdas y de centro.
El resto de democracias que se llamen a sí mismas progresistas deben hacer lo mismo si quieren seguir considerándose como tal. En nuestro país tenemos la suerte de contar con una ley pionera impulsada por al anterior Ministerio de Igualdad, que mejoró la gestión pública del derecho al aborto e incorporó la salud menstrual a la legislación. Por supuesto no podemos decir lo mismo de Argentina, que desgraciadamente está dando pasos hacia atrás por un gobernante machista que ha prohibido usar el lenguaje inclusivo lanzando una señal clara: se acabaron los derechos para las mujeres. De hecho, Milei ha pasado su motosierra sobre los derechos reproductivos de las mujeres y acaba de presentar un proyecto de ley para prohibir el aborto que llevaría a la cárcel a las mujeres que interrumpan su embarazo. En Argentina, donde tanto lucharon nuestras hermanas ondeando sus pañuelos verdes por conseguir un derecho tan necesario, donde lucharon por todas las pibas que habían muerto por carecer de un aborto libre, legal, seguro y gratuito. Otro ejemplo es el de EE.UU. que llevó a cabo la derogación en 2022 de la sentencia de Roe contra Wade tras la cual hasta 14 estados han prohibido la interrupción del embarazo. Pero también en Malta, Andorra, Polonia y Marruecos el aborto continúa penado. Ante esta ola reaccionaria que recorre gran parte del mundo, es necesario blindar derechos por lo que pueda pasar en el futuro y desde Versalles se ha tomado buena nota de ello, amparada por una gran mayoría social que apostaba por la reforma, incluso por parte de la ultra derecha y la parte menos progresista de la cámara que también votaron a favor de la medida.
Prohibir el aborto no es apostar por la vida por mucho que lo digan desde el Vaticano, prohibir el aborto es apostar por la muerte y el dolor, es poner en riesgo a un gran número de mujeres y niñas que arriesgan su vida. Cualquiera lo sabe, los datos hablan por sí solos, pero el fanatismo religioso o machista, que a veces es el mismo, no permiten ver más allá de sus propias doctrinas retrógradas, no permiten empatizar con la mitad de la población. Muy al contrario, apostar por leyes que garanticen el aborto seguro hacen que disminuyan la mortalidad materna y los embarazos adolescentes. De hecho en Argentina, antes de que se aprobara la ley de Interrupción voluntaria del embarazo, el aborto era la primera causa de muerte materna. En los países donde el aborto está más restringido, solo uno de cada cuatro abortos es seguro, en comparación con casi 9 de cada 10 en los países donde el procedimiento es legal. De hecho, la OMS publicó una serie de directrices a seguir sobre la atención al aborto y aseguró que poder obtener un aborto seguro es una parte crucial de la atención de salud. Y añadieron que "casi todas las muertes y lesiones resultantes del aborto no seguro son totalmente evitables. Por eso recomendamos que las mujeres y las niñas puedan acceder a servicios de aborto y planificación familiar cuando los necesiten". De sobra sabemos que legislar en contra del aborto es legislar contra las mujeres pobres, sabemos por la generación de nuestras madres que quienes tenían dinero podían ir a Londres a interrumpir su embarazo. Las mujeres ricas y blancas siempre tendrán acceso al aborto sin problema en cualquier lugar. Las mujeres pobres y racializadas serán las víctimas y nadie mandará mensajes de pésame desde el Vaticano. En EE.UU, por ejemplo se verán obligadas a viajar a otros Estados para ejercer su derecho y muchas no dispondrán de medios para conseguirlo.
Este 8M volveremos a gritar "fuera rosarios de nuestros ovarios", porque por muchos derechos que hayamos conquistado Francia nos manda un mensaje claro, y es que en cualquier momento podríamos perderlos. Este 8M reivindicaremos la vida y por eso no olvidaremos a todas las mujeres asesinadas por violencia machista. Esa es la vida que nos importa, la que ya existe y quieren arrebatarnos.
El mensaje "mi cuerpo, mi decisión" aparecía en letras mayúsculas proyectado y brillando sobre la Torre Eiffel de Paris. Era un mensaje que nos mandaban las francesas al resto del mundo para que siguiéramos sus pasos. Gracias Francia por hacer historia y mostrarnos el camino a seguir.