El único voto feminista y por la paz

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Dani Gago
Debate tras debate, propuesta tras propuesta la candidatura de Irene Montero va demostrando que es la única capaz de hablar claro, la única candidatura de izquierdas con una línea política definida y con la valentía necesaria para defender la paz cuando todos los demás se encuentran sumidos en el consenso bélico

Quedan pocos días para que vayamos a votar a quienes nos representarán en el Parlamento Europeo durante los próximos 5 años. El clima de campaña va subiendo, a pesar de que las elecciones europeas históricamente han sido percibidas por la ciudadanía como unas elecciones menores, unas elecciones en las que la gente siente que no se vota nada que interfiera directamente en sus vidas. Además, este año, se votan única y exclusivamente las elecciones europeas y no coincide con ninguna otra cita electoral, lo que ha hecho saltar las alarmas sobre el nivel de participación en las mismas.

Lo cierto es que, al contrario de lo que mucha gente cree, en Europa se deciden muchas más cosas que nos afectan directamente. Se decide, por ejemplo, si vamos a vivir en una Europa de austeridad o una que enfrenta las crisis económicas protegiendo los derechos de la ciudadanía. Se decide también si queremos una Europa feminista que defienda los derechos de las mujeres y de las personas LGTBIQ+ o si queremos una Europa que prohibe derechos como el del aborto y crea zonas de exclusión de personas LGTBIQ+. Pero, sobre todo, en estas elecciones se decide si queremos una Europa de paz o una Europa de guerra. 

En la Europa belicista que estamos ya habitando, es aún más importante si cabe que el Parlamento Europeo no esté controlado por la ultraderecha. Sin embargo, hemos escuchado ya como los conservadores, e incluso los del gobierno progresista en España, estarían dispuestos a gobernar con ellos siempre que no rompan el consenso bélico. Porque en la Europa de la guerra lo más importante es el consenso bélico, ni la paz, ni el antifascismo, ni los derechos feministas, ni los derechos humanos. Están construyendo una Europa fortaleza que se blida contra los otros con un pacto migratorio de la vergüenza, que arma a Ucrania para combatir al enemigo ruso mientras sigue legitimando y permitiendo el genocidio de Israel sobre el pueblo palestino.

Mientras en Europa nos lo jugamos todo, porque si la Europa de la guerra gana en la economía de guerra no importa ni la transición ecológica, ni los derechos feministas, ni los derechos humanos, el Presidente del Gobierno escribe otra carta a la ciudadanía denunciando lawfare e interferencias del Poder Judicial en la campaña electoral. Escribe otra carta en la que dice que se ha roto una regla no escrita de no interferir en campaña, como si Neurona, el caso niñera y otras interferencias contra Podemos nunca hubieran existido. Es tremendamente irresponsable que el Presidente del Gobierno identifique un problema serio para la democracia y lejos de ponerse a legislar se contente con escribir cartas a la ciudadanía.

Pero si de todo esto podemos sacar algo en claro, es que hay una única opción para votar en las elecciones europeas si quieres defender la paz con hechos y no con palabras. Con legislación y no con cartas. Y esa opción es Podemos con Irene Montero a la cabeza. La trayectoria de la ex Ministra de Igualdad habla por sí sola, los ejemplos de su firmeza, cuando intentaban, por ejemplo, que no saliera la ley trans, también. Debate tras debate se ve quién es la izquierda transformadora en este país, con un PSOE que poco más que asume que la ultraderecha estará en la Comisión Europea porque así es la vida y un Sumar que ha pasado de no querer hacer ruido a subir el nivel ante el temor de que se empiece a notar cada vez más que tan solo son un PSOE 2.0. Debate tras debate, propuesta tras propuesta la candidatura de Irene Montero va demostrando que es la única capaz de hablar claro, la única candidatura de izquierdas con una línea política definida y con la valentía necesaria para defender la paz cuando todos los demás se encuentran sumidos en el consenso bélico. El único voto feminista y por la paz que existe tiene un nombre y está claro que es el de Irene Montero.

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