Cuando la crianza es incompatible con la vida
A los debates sobre maternidad siempre se les da un espacio menor, el del rinconcito, el más chiquitito, el más marginal. Quizás sea porque en principio eso de la maternidad sólo afecta a quienes somos madres que nos vemos interpeladas por este asunto, porque no nos queda otra. O tal vez, la maternidad no es algo prioritario porque vivimos en un sistema económico, social y cultural que es precisamente incompatible con la crianza y los cuidados, y por tanto, con la propia maternidad.
Es evidente que el neoliberalismo te intenta inculcar desde la raíz las bondades de lo individual frente a lo colectivo, a lo común, y la crianza lo que nos recuerda es todo lo contrario a eso: la necesidad de apoyarse en la comunidad, en la tribu para impulsar un modelo de vida más anclado a las necesidades vitales más primarias y humanas. Es el abrigo, la protección, los abrazos, los cuidados, el tiempo para conectar con tu hijo/a, contigo misma, el poder disfrutar de cada etapa sin que eso conlleve renuncias o sacrificios, el equilibrio, la corresponsabilidad entendida como el derecho a criar conjuntamente, el apoyo mutuo, el compartir, el vivir sin pensar que al volver al trabajo te puedan echar. Las horas dedicadas a calmar un llanto o a dar la teta sin prisa. Sin culpas, ni remordimientos. En definitiva, un modelo que priorice la vida frente a la lógica voraz del mercado.
Sin embargo, poco se suele hablar de estos temas en los grandes medios de comunicación. Las mujeres hemos tenido que recurrir a otras formas de comunicación como los podcast, los grupos de apoyo que son salvavidas para muchas o si acaso alguna espacio o revista especializada para hablar de estos temas. ¿No está acaso la sociedad preparada para afrontar el debate sobre la importancia de que los permisos de nacimiento y cuidado del menor tengan una duración mínima de 6 meses? ¿Por qué no hablar de dar la teta en exclusiva mínimo hasta esos 6 meses como establece la OMS?¿No es importante hablar del derecho a poder llevar a cabo una lactancia que sea compatible con nuestro día a día? ¿Acaso no afecta la salud mental de quienes hemos elegido ser madres a la voluntad de que la sociedad nos entienda y acepte? ¿Es la maternidad algo realmente marginal? ¿Acaso no afecta a muchos padres y madres actuales y futuros? Está claro que en términos meramente estadísticos la crianza y maternidad es un tema que afecta a mucha gente. El problema es cómo la maternidad atraviesa uno de los elementos clave que comentaba al inicio: el modelo neoliberal. Un modelo incompatible con la vida, y también con la crianza. Por eso creo que cualquier debate o análisis que se quiera hacer para mejorar o implementar un sistema de crianza más justo y equitativo, debe partir de la necesidad de denunciar la lógica del mercado.
No podemos aceptar que no puedan aumentar los permisos de nacimiento por el simple hecho de que no se quiera invertir más dinero en este tema. La política debe responder a las demandas y necesidades de la sociedad, aunque estas demandas estén siendo silenciadas por el discurso hegemónico y un sentido común mercantilista que no prioriza los cuidados. Que los silencia e invisibiliza, como si con eso consiguiera que dejaran de existir esos problemas.
Las madres y padres somos los que sostenemos el ciclo de vida, y olvidarnos de ese detalle nos lleva a una hipótesis equivocada: no es el mercado el que genera beneficios, es la vida la que permite que avancemos. Ojalá todo el mundo, independientemente de su circunstancia vital, de si quiere, desea, puede o no quiere, no desea, no puede tener hijos, entendiera la importancia de defender y proteger la crianza como derecho y no como algo accesorio del que sólo nos preocupamos quienes somos o queremos ser madres y padres.
De fondo está el debate de cómo criar, cómo cuidar, cómo afrontar la educación, la salud o el ocio, en una de las etapas clave en nuestro desarrollo como personas. Que por ejemplo las educadoras estén cobrando apenas el salario mínimo mientras cargan con el desarrollo de bebes de 0 a 3 años, dice mucho de la sociedad en la que vivimos. Y de las prioridades del sistema neoliberal. Habrá que poner patas arriba el sistema si queremos cambiar estructuralmente estas cosas. Y no basta solo con conquistar pequeños derechos sociales. Está bien que nos encaminemos hacia permisos más corresponsables y de mayor duración. Pero lo que hay que hacer es afrontar debates más profundos que nos hablan de la necesidad de cambiar el modelo entero. Y no sé si este gobierno está pensando en eso. De lo que sí estoy segura es de que vamos tarde.