Hacer negocio de la catástrofe
Nuevo episodio en el vertido de pellets en las costas gallegas. Ahora hemos conocido, gracias a una información publicada por el diario El Salto, que el gobierno de la Xunta ha encomendado la formación de los voluntarios y trabajadores que se dedican a limpiar las playas a una empresa de comunicación y marketing vinculada al Partido Popular, Silman 97 SL, una empresa gallega adjudicataria habitual de contratos con las administraciones gobernadas por el Partido Popular de Galicia.
La empresa, radicada en Bergondo, en la provincia de A Coruña, se define como una empresa de comunicación y marketing, no acreditando ninguna experiencia en la gestión de catástrofes medioambientales o en la formación de personal para limpieza de vertidos.
La licitación no ha sido publicada como es preceptivo en el portal de transparencia de la Xunta, que no ha explicado ni la cuantía del contrato, ni los criterios técnicos que han llevado a la Consellería de Política Social a llevar acabo esta contratación sin concurso previo; tampoco han aportado la experiencia en tareas similares que debería habilitar a la empresa para realizar estas labores. Se han limitado a confirmar el encargo.
La empresa en cuestión ha gestionado desde 2009, año en el que Feijóo sucedió en la presidencia al socialista Pérez Touriño, al menos 13 millones de euros en contratos con finalidades totalmente heterogéneas y variopintas, pero en ningún caso nada ni de lejos relacionado con las tareas que se le acaban de encargar.
En las administraciones gobernadas por el PP siempre alguien saca tajada de las catástrofes. En lo más duro de la pandemia del covid, mientras morían cientos de personas al día, el hermano de Díaz Ayuso se forró vendiendo mascarillas a precio de oro y diamantes. A Pablo Casado le costó el liderazgo del PP el decir algo muy parecido públicamente, porque en este tipo de organizaciones lo grave no es delinquir, lo grave es chivarse y romper la omertá.
En Galicia llueve sobre mojado en esta cuestión, porque hace más de dos décadas, cuando el vertido de fuel del petrolero Prestige, la empresa familiar del conselleiro Xosé Cuiña vendió a la Xunta palas e impermeables para la limpieza de las playas por un valor muy por encima del real del mercado. A Cuiña le costó el cargo, pero no por el hecho en sí, que sirvió como excusa para encubrir la verdadera razón, que no fue otra que atreverse a enfrentarse a Fraga.
Los adalides del libre mercado, la competencia y la meritocracia siempre traicionan sus principios cuando les toca gestionar contratos públicos desde las administraciones que gobiernan; “no es personal, son los negocios”, como nos enseñó Mario Puzo en “El Padrino”. Mientras algunas fuerzas políticas nacieron para politizar el dolor, sus antagonistas solo saben sacarle rédito económico.