Gaza y la fiesta de l’Unità del Partito Democratico italiano

Gaza es Auschwitz con cámaras — Foto: Il Disertore
Gaza es Auschwitz con cámaras — Foto: Il Disertore
¿Una parte de los militantes, inscritos o simpatizantes del Partito Democratico aprueba el genocidio, importándole un bledo las deliberaciones de la ONU y del Tribunal Internacional de Justicia?

No he asistido a la Festa dell'Unità, el multitudinario encuentro anual del PCI, proseguido tras la disolución de este por sus desvaídos epígonos, que hoy se reúnen bajo las siglas del Partito Democratico bajo el mando de Elly Schlein, desde que tenía 16 años en 1966, así que no sería asunto mío. Lo reconozco.

Sin embargo, esta mañana, cuando alguien me ha dicho que en el programa de la fiesta provincial de l’Unità de Bolonia, que dura unos veinte días y está repleta de debates, mesas redondas y conferencias, no hay ni siquiera un pequeño encuentro dedicado a lo que está ocurriendo en Gaza, no me lo he creído. Así que me he apresurado a buscar el programa y a revisarlo página por página para finalmente tener que rendirme a la evidencia. No hay referencia alguna en los actos de la fiesta de l’Unità de Bolonia al hecho de que desde hace casi un año Israel, un país nacido de una guerra de exterminio y gobernado durante los últimos años por una junta abiertamente fascista, está perpetrando un genocidio en Palestina.

Me he preguntado, ¿cómo demonios es posible que no se hable de este asunto en un evento que, además de ocuparse de preparar las tagliattelle, debería tratar también de la actualidad mundial? Una primera respuesta que me ha venido a la mente fue la siguiente: los militantes, inscritos o simpatizantes boloñeses del Partito Democratico no han sido informados sobre lo que está sucediendo en Gaza, no saben nada al respecto, nadie se lo ha dicho. Para descartar tal posibilidad y resolver el hipotético desconocimiento por parte de este público y de estos dirigentes desinformados, permitidme recapitular brevemente los hechos.

Encerrados durante décadas en una prisión al aire libre, agredidos en varias ocasiones por las fuerzas más que preminentes del ejército israelí, humillados y empobrecidos por un bloqueo que les impide mantener relaciones normales con el resto del mundo, los dos millones y medio de ciudadanos y ciudadanas que habitan Gaza votaron a un grupo islamista radical en 2007, que el 7 de octubre de 2023 desencadenó un pogromo no muy diferente de los que se han llevado a cabo contra las comunidades judías europeas a lo largo de los siglos y de los que los colonos israelíes llevan muchos años perpetrando contra los palestinos de Cisjordania. Tras este acto de violencia inaceptable, pero desgraciadamente comprensible, Israel respondió con una campaña de exterminio que ha atacado, y continua haciéndolo, indiscriminadamente a la población de Gaza, destruyendo hospitales, escuelas, hogares, centros de la UNRWA y cualquier otro objetivo civil que se le antoje, que ha asesinado a más de cuarenta mil personas de las cuales un tercio eran niños y un tercio mujeres, y que ha matado de hambre a la población civil, impidiendo el suministro de productos de primera necesidad al tiempo que ha cegado pozos para impedir que la población de Gaza tenga agua para beber.

El historiador Omer Bartov afirmó que los soldados del ejército israelí muestran un comportamiento de violencia brutal y racista, que recuerda al de los soldados de la Wehrmacht en la Segunda Guerra Mundial

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Como consecuencia de este castigo colectivo indiscriminado, el Tribunal Internacional de Justicia condenó a los gobernantes de Israel, en particular a Benjamin Netanyahu, por genocidio y crímenes de guerra. Por otro lado, miles de judíos residentes en países de todo el mundo se han manifestado contra el genocidio israelí, gritando: «¡No en mi nombre»! y participando en manifestaciones y ocupaciones de los campus, entre otros muchos, de las principales universidades estadounidenses. El historiador Omer Bartov, judío y experto en el tema del genocidio, afirmó en un artículo publicado en The Guardian, que los soldados del ejército israelí muestran un comportamiento de violencia brutal y racista, que recuerda al de los soldados de la Wehrmacht en la Segunda Guerra Mundial.

Mientras tanto, un racista llamado Bezalel Smotrich, que apoya y pertenece al gobierno de Netanyahu en calidad de ministro de Finanzas, ha distribuido decenas de miles de ametralladoras a los colonos israelíes que, violando las leyes internacionales y numerosas resoluciones de la ONU, atacan a los habitantes palestinos de Cisjordania, destruyen sus casas y sus escasas posesiones y los expulsan para apoderarse ilegalmente de sus tierras.  La mitad de la población israelí, así como prácticamente la totalidad de la comunidad internacional, pide al gobierno fascista de Netanyahu un alto el fuego para liberar a los rehenes que los militantes de Hamás han secuestrado. Pero el fascista Netanyahu, consciente de que si termina la agresión tendrá que rendir cuentas por los crímenes de los que le acusa la justicia de su país, por su responsabilidad en el crecimiento de Hamás, así como por el desinterés con el que ha dejado supurar la tragedia palestina, prefiere dejar morir a los rehenes en las mazmorras subterráneas de Gaza antes que aceptar un acuerdo.

Si los militantes, inscritos o simpatizantes del Partito Democratico italiano de Elly Schlein no son conscientes de ellos, que alguien se lo diga

Estos son sintéticamente los hechos. Si los militantes, inscritos o simpatizantes del Partito Democratico italiano de Elly Schlein no son conscientes de ellos, que alguien se lo diga. Pero quizá sí lo son. No creo que estén tan desinformados como para no saber nada al respecto. Entonces, ¿por qué no hablan de ello en la Festa de L'Unità de Bolonia? ¿Quizá porque es un tema que como suele decirse que divide? Es decir, ¿quiere esto decir que una parte de los militantes, inscritos o simpatizantes del Partito Democratico cree que no puede discutirse sobre el comportamiento del Estado de Israel, aunque este lleve setenta y cinco años aplicando una política colonialista en Palestina y once meses persiguiendo la perpetración de un genocidio en perjuicio del pueblo palestino? ¿Una parte de los militantes, inscritos o simpatizantes del Partito Democratico aprueba, pues, el genocidio, importándole un bledo las deliberaciones de la ONU y del Tribunal Internacional de Justicia?
¿Una parte? ¿Cuántos? ¿Un tercio, la mitad? ¿Tres cuartas partes? ¿Casi todos? No lo sé. Pero si tal fuera el caso, ello resolvería el misterio de por qué los fascistas gobiernan en Italia.


Recomendamos leer Franco Berardi, «Bifo», «¿Podría haber acabado Israel de otro modo?», Sidecar/Diario Red; Ilan Pappé, «El colapso del sionismo»; Marco d’Eramo, «Bombardeos compasivos»; Haim Bresheeth-Žabner, «Negación de la realidad: la guerra para resucitar el mito sionista», Fréderic Lordon, «El fin de la inocencia», todos ellos publicados en Sidecar/El Salto; y Alexander Zevin, «Gaza y Nueva York», New Left Review 144.

Artículo aparecido originalmente en Il disertore y publicado con permiso expreso del autor.