La hipótesis Milei: un reset
En los viejos ordenadores había un botón que se llamaba “reset”. Cuando ya nada funcionaba y estaba todo tildado, tocabas reset y todo se volvía a iniciar. Te querías matar antes de tocar reset, te daban ganas de tirar el monitor al piso, porque sabías que ibas a perder un montón de cosas. Una vez que con furia tocabas el botón, el sistema operativo volvía a funcionar, pero los avances de los jueguitos o las tareas escolares no guardadas se perdían. Horas y horas de trabajo a la basura.
Milei no vino a cambiar el sistema operativo de la Argentina, Milei es el botón de reset. Es un nuevo salto regresivo en las condiciones de existencia del pueblo argentino, que desde la carnicería de 1976-1983 se debate en un espiral descendente.
El espiral descendente consiste en ciclos de trabajos o mejoramiento de la calidad de vida del pueblo trabajador, seguidos por momentos agudos de destrucción de ese acumulado, para así recomenzar varios escalones más abajo, por períodos cada vez más cortos que acumulan en volquetes existenciales y basurales sociales crecientes capas de población excluida. Cada salto se lleva las esperanzas de media generación de argentinos y la vida de muchos militantes que ponen su cuerpo como testimonio de testaruda resistencia frente a las injusticias.
Milei es el hombre perfecto para ese gran salto, el shock que requiere la estabilización reaccionaria: un outsider que capitaliza con sus pelos despeinados la reacción social frente al PH del último gobierno: pobreza material + hipocresía política.
En su cruzada macartista contra el “marxismo cultural”, Milei acierta en atacar a ese modelo nacido y criado entre las elites consumistas liberals del primer mundo que puede combinar sin inmutarse el lenguaje políticamente correcto del progresismo ilustrado con una realidad material crecientemente desigual y excluyente. Nominalismo charlatán de factura extranjera que, cuando baja a nuestras semi-colonias sudacas, aliena completamente a la inteligencia de los proyectos nacionales y populares latinoamericanos, alejándolas de la realidad como en un viaje de LSD.
Milei es el hombre perfecto para cargar sobre sus espaldas el costo político de ese reseteo: un “loco” que tocó el botón equivocado y ¡kaboom! Tierra arrasada para el Pueblo y el loco al manicomio. Para los demás, todo pasa. Nadie se hará cargo de nada. La democracia burguesa, combinada con la lapidación mediática, es un excelente mecanismo para des-responsabilizar a la casta. Con que ruede una cabeza, basta. Todo sigue, todo pasa.
“El hombre era psiquiátrico”, van a decir luego, “volvamos a la normalidad”. ¡No saben cuántos están especulando con eso en el mundo político argentino! Si total nadie se la juega demasiado. Billeteras llenas, casas lindas. Ninguno va a pasar Navidad sin una mesa opípara, ninguno va a ser perseguido, ninguno va a sufrir la represión. Solo algunos pocos se quedaron sin un refugio en el generoso sistema de reparto de cargos que ofrece la Argentina.
Sepa el pueblo que hubo pactos de poder que facilitaron la victoria de Milei. Pactos por doquier. Pactos que atravesaron las dos grandes coaliciones que juegan de verdad: Juntos por el Cambio y Unión por la Patria. Pactos que explican la permanencia de determinados funcionarios en lugares claves por donde fluye la sangre de las venas abiertas de América Latina. Pactos que garantizan un manejo experimentado de la represión para que el reseteo pueda realizarse exitosamente, antes del descarte de su autor. Pactos mafiosos, pactos de impunidad, pactos corporativos, pactos de tecnicistas frustrados, pactos de ganar o ganar, huevos en todas las canastas.
¿De qué se trata el reseteo? Es un proceso de estabilización regresiva hacia un sistema que, como se ahoga en sus propias contradicciones, necesita agilizar los trámites para el saqueo. Cuatro son los elementos del nuevo modelo agroexportador: agua, litio (y minerales), combustibles y alimentos. Un nuevo ALCA.
Cuando Milei haya cumplido, la casta va a volver. Todos. Toda la puta casta, con sus pichones y crías. Sin doctrina, sin formación, sin proyecto, sin ética. Unos, con mucha indignación con la derecha, y los otros, lavándose bien las manos. Van a volver para administrar la reducida cuota de poder que el sistema reseteado le reservará al gobierno, una cuota más pequeña que antes, cada vez más pequeña, pero suficiente para que la casta tenga empleo. Así será si nada hacemos. Si no reorganizamos las cuantiosas reservas que quedan en nuestro campo político, fundamentalmente dentro de Unión por la Patria, en función de las nuevas melodías que surgen de la garganta de la comunidad organizada, sin vanguardismos rupturistas ni nostalgias convenientes, para retomar las tradiciones populares que hicieron feliz a nuestro Pueblo y digna a nuestra Patria.
Igual, es solo una hipótesis.