Informe reciente sobre la Educación Concertada: Buen Diagnóstico, malas Soluciones y nuevos marcos
Mucho se ha hablado acerca de la educación concertada. Es uno de los temas que suele salir en prácticamente todos los debates y conversaciones, formales e informales, sobre educación.
Siendo honesto, mi sensación es que prácticamente no hay nada nuevo que decir. Todas las claves, los datos y los análisis están ahí, al alcance de todos y todas desde hace muchos años. Es por ello que me he resistido mucho tiempo a escribir cualquier cosa sobre este tema, porque, honestamente, creo que hay muy buenos textos de montones de compañeros y compañeras, tanto académicos como divulgativos, hablando de los problemas que genera la enseñanza concertada y haciéndolo con mucha claridad, lucidez y contundencia.
Si me he animado a escribir esta vez sobre el asunto de la concertada, ha sido debido a que, recientemente, ha visto la luz un nuevo estudio sobre el tema realizado por Save the Children
Especialmente interesantes me parecen la serie de tres textos que tiene el compañero Enrique Díez en El Diario de la Educación y que titula Conciertos escolares (I): el mayor factor de segregación educativa y social; Conciertos escolares (II): la quiebra de las Políticas de equidad educativa y Conciertos escolares (III): Políticas de libre elección, equidad y segregación educativa y que pueden servirte si quieres leer en profundidad sobre este tema.
Si me he animado a escribir esta vez sobre el asunto de la concertada, ha sido debido a que, recientemente, ha visto la luz un nuevo estudio sobre el tema realizado por Save the Children al que podéis acceder aquí y cuyo título ya, de entrada, debería hacernos sospechar: Por una escuela concertada inclusiva. Este informe refuerza mi sensación de que nos encontramos en una nueva etapa de este eterno debate. Una etapa en la que hay un intento claro por avanzar y asentar nuevos marcos sobre los que me parece muy necesario que nos paremos a pensar antes de que estemos totalmente inmersos en ellos.
El informe
En primer lugar, he de decir que el informe de Save the Children es un informe que, si bien usa una gran cantidad de datos estadísticos, le falta, a mi juicio (y lo digo como crítica constructiva), explorar, contrastar y analizar desde planteamientos teóricos hasta otro tipo de datos para poder abordar en profundidad un aspecto tan complejo como es el de la educación concertada. Mi sensación es que es un informe que se nutre fundamentalmente de datos estadísticos de fuentes diversas y que usa para hacer correlaciones, cuya intención es generar debate en torno a la educación concertada. Pero le falta mucha más profundidad para ser una herramienta que permita realmente entender y, por lo tanto, diagnosticar y proponer soluciones de forma certera y ajustada sobre el fenómeno de la concertada.
Muy clarificador aquí es para mí, cuando de un plumazo se plantea que la concertada tiene mucha representación en multitud de países y se muestran datos estadísticos. Pero la realidad es que sobre este asunto faltan muchos datos y muchos análisis para poder comparar concertadas tan diferentes. La comparativa se hace en base a datos muy generales, pero nada tiene que ver, por ejemplo, la cultura escolar y la cultura de gestión de centros de países muy diferentes al nuestro, como los anglosajones o los nórdicos (en los que, por ejemplo, los propios centros públicos pueden contratar personal) o dentro de nuestro propio país, donde nada tiene que ver la concertada del País Vasco con el perfil de la concertada que puede darse, por ejemplo, aquí en Andalucía. Compararlas en base a unos datos generales, como si todo fueran lo mismo, no ayuda a comprender la complejidad del fenómeno de la concertada y refuerza mi impresión de que el informe parte de algunos presupuestos inamovibles sobre los que se realiza el análisis posterior.
No es una opción pedir que se elimine la concertada
Es un texto muy en la línea actual, tan de moda, de informes de investigación que buscan lucir gráficos y datos para generar titulares y que, si bien son interesantes y tienen cierto valor, me parece que, en general, se quedan muy cortos para analizar y comprender en profundidad fenómenos complejos. No obstante, este tipo de informes y de investigación estadística está haciendo las delicias de los economistas de la educación que ven cómo han conseguido consolidar gracias a los medios de comunicación, la idea de la política y la investigación basada en grandes cantidades de datos, aunque esto, que sería objeto de otro artículo, tenga muchas lagunas.
Volviendo al informe, he de decir que, si bien comparto muchos de los diagnósticos que en él se hacen, quedo muy lejos de las soluciones propuestas que se me antojan incoherentes con muchos de los hallazgos que el propio informe plantea, y es que me parece que el informe peca de partir de un presupuesto erróneo que, si bien no se explicita, sí que queda claro para cualquier lector o lectora y, a partir de ahí, es desde donde se desarrolla todo el análisis posterior, condicionado por ese presupuesto de partida: que no es una opción pedir que se elimine la concertada.
Es por esta sensación que me resulta un informe muy cargado de ideología (como todo lo es, como lo es este mismo artículo) pero que se trata de disfrazar de cuestión técnica, aséptica y objetiva. Este es un asunto del que ya he hablado más de una vez y que me pasa siempre en aquellos análisis que reclaman o presumen de descartar la ideología (cuestión imposible) y que, al no explicitarla directamente, producen el efecto contrario: quedan subvertidos a ella, influyendo de manera subliminal en el lector o la lectora.
“En el sistema educativo español, y en la gran mayoría de comunidades autónomas, a igualdad de estatus socioeconómico, el alumnado de la escuela concertada obtuvo una puntuación similar al alumnado de la escuela pública en la prueba de matemáticas de PISA 2022.”
Explicitar desde qué posturas se hacen los análisis y asumir que estas están siempre vinculadas a cuestiones ideológicas para entender que los análisis posteriores parten desde ellas es algo que vengo tiempo reclamando y que debería ser parte fundamental de la ética en los medios de comunicación, pero también en la investigación.
Esto explica, a mi juicio, algo que cualquier lector o lectora puede comprobar si accede al informe: la sensación permanente de informaciones contradictorias. Por un lado, encontramos afirmaciones tajantes de este tipo:
“En el sistema educativo español, y en la gran mayoría de comunidades autónomas, a igualdad de estatus socioeconómico, el alumnado de la escuela concertada obtuvo una puntuación similar al alumnado de la escuela pública en la prueba de matemáticas de PISA 2022.”
“El sistema educativo español presenta la mayor brecha socioeconómica entre centros concertados y públicos de los países de la OCDE analizados.”
“Las cuotas y otros gastos asociados a la escuela concertada suelen ser moderados, pero suponen un esfuerzo económico inasumible para las familias más vulnerables.”
“Aunque en España los procesos de admisión a centros educativos suelen ser equitativos y poco selectivos, perviven algunos criterios de admisión que potencialmente excluyen al alumnado más vulnerable, como es el caso de que el solicitante o un familiar sea antiguo/a alumno/a. Pero quizás el caso más evidente sea el de los criterios complementarios que los centros educativos eligen de forma libre en algunas comunidades autónomas. Entre estos podemos encontrar, por ejemplo, que un familiar pertenezca a una congregación religiosa, haya estudiado en un centro católico o sea socio cooperativista, o que el solicitante esté matriculado en una escuela infantil específica o participe en un club deportivo gestionado por la organización titular del centro solicitado.”
“En el caso español, aproximadamente un 74% del alumnado matriculado en escuelas concertadas lo estaba en escuelas católicas en el curso 2021/22.”
Pero se concluye que el problema no es la educación concertada en sí, sino que esta, está poco financiada por dinero público. Otras veces se hacen afirmaciones rodeadas de verbos en condicional, se dice que la escuela concertada podría hacer determinadas cosas (cobro de cuotas, segregar al alumnado más vulnerable, ser fundamentalmente religiosa, …) y tres párrafos más tarde se reconoce abiertamente que esto es así. A mí me parece que esto tiene que ver con lo que decía con anterioridad: se destierra la idea de concluir que la concertada debería ser residual y, desde ahí, parte el resto del análisis.
Baste como ejemplo este párrafo del que me gustaría ver a Manu Levin haciendo un titulares al banquillo; fijaos en cómo se dan varios rodeos y se recurre a explicaciones de lo más peregrinas para no explicitar lo que sí se ha dicho explícitamente en otras partes del informe; que la escuela concertada busca y encuentra mecanismos efectivos para seleccionar al alumnado que accede a ellas:
“Un tercer aspecto que genera cierto rechazo es la sensación, especialmente en algunas comunidades autónomas, de que la escuela concertada “selecciona” a su alumnado. La realidad es que, como explicamos más adelante, los procesos de admisión son idénticos para la escuela pública y la concertada y, en general, no son especialmente selectivos académicamente desde una perspectiva comparada. Con todo, hay ciertas dinámicas y criterios en los procesos de admisión con potencial excluyente que generan cierto rechazo, como pueden ser los puntos por antiguo alumno/a o los criterios complementarios, especialmente aquellos que permiten a los centros considerable discrecionalidad. En algunos sectores se entiende que estos criterios potencialmente excluyentes se utilizan en mayor medida, o tienen mayor impacto excluyente, en las escuelas concertadas que en las públicas.”
“Una de las razones por las que la escuela concertada goza de mala prensa es precisamente su falta de gratuidad y la percepción de que no es una escuela accesible para las familias más vulnerables.”
En esta línea, me parece también muy ilustrativo que en el informe se analice de manera explícita el asunto del “rechazo social” a la escuela concertada y se hagan abiertamente análisis sobre qué pasaría si, desde la administración pública, se decidiera invertir más en la educación concertada:
“El rechazo a la escuela concertada puede suponer un escollo importante en el caso de que, como aquí proponemos, las administraciones públicas decidan mejorar la financiación de la escuela concertada para garantizar su gratuidad.”
De nuevo, resultan también llamativos en esta parte del informe los condicionales y los rodeos para abordar ciertas cosas:
“Una de las razones por las que la escuela concertada goza de mala prensa es precisamente su falta de gratuidad y la percepción de que no es una escuela accesible para las familias más vulnerables.”
No es que la escuela concertada segregue sistemáticamente a los más vulnerables, es que tiene “mala prensa” por la “percepción de que no es una escuela accesible” que tenemos de ella. Eso, aunque, en otros apartados del informe te dan estos datos:
“España es el que muestra la brecha socioeconómica más abultada entre escuelas públicas y concertadas.”
“Casi un 21% de la segregación escolar (medida por las diferencias socioeconómicas entre escuelas) se explica por la desigual composición socioeconómica entre escuelas concertadas y públicas.”
“En el caso español, un 18% del alumnado de escuelas públicas era de origen migrante, en comparación con un 10% en el caso de la escuela concertada.”
“En primaria y secundaria obligatoria, aproximadamente un 14,5% del alumnado que asistía a centros públicos de primaria y secundaria obligatoria estaba clasificado como NEAE, mientras que para los centros concertados los porcentajes eran un 9,5% en primaria y un 12% en secundaria obligatoria.”
Igual de rocambolesco me parecen los rodeos que se dan sobre el asunto de las matriculaciones. Salvo error por mi parte, se plantea que estas están estables como argumento contra las afirmaciones de que se favorece a la educación concertada desde las políticas públicas, pero, sin embargo, se excluye del análisis que: si se mantienen estables las matriculaciones, pero nos encontramos en una situación de bajada de natalidad, lo que se están cerrando son unidades públicas para mantener las concertadas estables.
Mi opinión más allá del informe
Que este informe, después de la gran cantidad de datos estadísticos recogidos sobre la enseñanza concertada y que se usan para afirmar sin tapujos cuestiones como que la enseñanza concertada supone una fuente de discriminación, segregación y no inclusión del alumnado de manera flagrante, para que, después de hacer todo este recorrido, el mismo informe concluya que la solución es construir una escuela concertada más inclusiva (oxímoron de manual), demuestra que, obviamente, el asunto de la concertada, como todo lo referente a educación, es un tema que, claro que, tiene que ver con la ideología.
Por lo tanto, no tengo tanto problema con los discursos que explicitan la ideología desde la que parten. El problema lo tengo con los discursos sobre las cuestiones técnicas que afirman que estas no tienen que ver con política, los discursos de que debemos ser gobernados por personas técnicas que tomen decisiones técnicas, que se basen en investigaciones técnicas, … ya que esto sería un gobierno objetivo y sin ideología.
En el caso de este informe se ve claramente, a mi juicio, cómo hay un marco político del que parte el análisis, un marco que viene a decir que la enseñanza concertada no puede eliminarse bajo ninguna circunstancia y, por lo tanto, hay que buscar dar las vueltas necesarias para evitar que sea segregadora, algo – que son segregadoras – que es una evidencia. Esto, para mí, representa un querer cambiar la bombilla, girando la habitación en lugar del casquillo.
Mi propuesta sería muy clara: cualquier gobierno de izquierdas que decidiera apostar por una educación de calidad para todos y todas debería atajar el problema de la educación concertada. Un asunto que es ya sangrante y urgente. La educación concertada debería, a mi juicio, desaparecer en este país y quedar relegada a aspectos puntuales y residuales como, quizá, pudiera ser la experimentación didáctica.
Si aceptamos esto, a partir de aquí existe otro problema: hay muchos compañeros y compañeras, trabajadores y trabajadoras de las concertadas que no deberían verse afectados si se decide apostar por su extinción. Esto es un problema que hay que estudiar con mucho detenimiento. Soluciones podría haber miles y todas ellas me parecen que pasan por plantear esta extinción de la concertada de forma clara y contundente, pero a medio-largo plazo. Mi amigo Indomitus siempre dice que una solución rápida sería obligar a que las concertadas pudieran seguir siendo concertadas durante un tiempo, pero que tuvieran que incorporar a su personal a través del proceso de oposiciones públicas y que, con esto, se acabaría en 5-10 años con el modelo de escuelas concertadas.
Otra solución más directa es convertir las escuelas concertadas (en las que recuerdo que ya se ha invertido muchísimo desde la financiación pública) en escuelas públicas y a su personal con ellas. Esto tampoco sería ninguna locura, ya que existe una realidad en algunos casos concretos: el abandono sistemático de la red pública de centros por gobiernos de signos muy diferentes hace que algunas escuelas concertadas atiendan donde la red pública no llega (este es el motivo por el que, inicialmente, se permitió la enseñanza concertada).
No es mi intención empezar a abordar cuáles son los procedimientos para convertir, de una vez por todas, esta doble red segregadora en una única red pública, pero sí me parece que existen al menos un par de cuestiones en las que tenemos que pensar viendo estos nuevos planteamientos sobre la concertada que anticipaba al inicio de este texto y que representan nuevos marcos a asentar.
En este panorama, con la posibilidad de que la ampliación de la educación obligatoria hasta los 18 años pudiera hacerse realidad, el nicho de negocio de la concertada podría ser enorme, y creo que están tratando de situarse en primer lugar en la línea de salida por si, finalmente, se diera esta circunstancia
En primer lugar, la apuesta de nuestros gobiernos nunca, nunca, nunca puede ser inyectar más dinero a la concertada; el sentido debe ser el contrario: la apuesta debe ser por una escuela pública de calidad que, actualmente, se encuentra en un estado lamentable de abandono: pírrica de dinero y de recursos. Es a esta a la que debemos inyectar cada vez más y eso, lógicamente, debe ir en detrimento de la concertada. Por lo tanto, la idea que se plantea en este informe de inyectar más dinero para hacer la concertada más inclusiva es, como decimos por aquí en Málaga, una idea muy peregrina. Donde hay que inyectar todo el dinero y los recursos del mundo es en la única educación que, de verdad, puede ser inclusiva: la pública.
Y, en segundo lugar, pero no menos importante, me da en qué pensar que sea ahora cuando se plantea el marco de pensamiento de la concertada inclusiva. Me parece que este giro discursivo representa una avanzadilla de marcos que tienen que ver con otra cuestión. Mi impresión es que desde la educación concertada se ha entendido que existe la posibilidad de que, a medio-largo plazo, se amplíe la educación obligatoria hasta los 18 años. Un tema sobre el que ya hemos leído titulares y sobre el que se han lanzado algunos globos sonda desde el gobierno.
¿cuál sería el motivo por el que alguien querría no llevar a su hijo a una escuela pública y sí a una concertada?
En este panorama, con la posibilidad de que la ampliación de la educación obligatoria hasta los 18 años pudiera hacerse realidad, el nicho de negocio de la concertada podría ser enorme, y creo que están tratando de situarse en primer lugar en la línea de salida por si, finalmente, se diera esta circunstancia. Como no se puede negar la segregación, le han dado la vuelta al argumento para plantear que segregan porque les falta financiación, que si se les dieran podrían dejar de segregar y ser inclusivas. Solo hace falta ver cómo ha celebrado públicamente la patronal de escuelas concertadas este informe. El tema es la enorme financiación que llegaría si se ampliara hasta los 18 años la educación obligatoria y de la que quieren coger una buena porción del pastel.
A partir de aquí, una reflexión
Para mí, en todo este tema, siempre hay una pregunta. Es siempre una duda, una pregunta que me hago y que les planteo a, por ejemplo, mis amigos o amigas cuando me dicen:
"Manolo, ¿tú qué sabes de Educación? ¿Dónde llevo a mi hijo: a una concertada o a una pública?" Siempre suelo hacerles la misma pregunta:
Teniendo en cuenta que, en este país, afortunadamente, todavía, y pese al empeño de algunos, tenemos una escuela pública de muy alta calidad; teniendo en cuenta que ahora, además, sabemos que la concertada también está falta de dinero para poder ser inclusiva; ¿cuál sería el motivo por el que alguien querría no llevar a su hijo a una escuela pública y sí a una concertada?
Cierra los ojos y contesta honestamente a esta pregunta porque la respuesta se encuentra en sitios de nuestro interior de los que no charlamos con los amiguetes.
La respuesta a esta pregunta, salvando excepciones puntuales, suele ser una respuesta racista, xenófoba, elitista, clasista, …