Un derecho llamado libertad

EuropaPress_6055862_detenido_llega_vehiculo_policial_juzgado_instruccion_numero_26_junio_2024 Isaac Buj / Europa Press
Isaac Buj / Europa Press
Están consiguiendo la fragmentación sindical, propiciando seguir consignas de elementos vinculados a sectores extremistas, xenófobos, homófobos, racistas, fascistas, lo que implica un retroceso en el reconocimiento de derechos individuales y colectivos de unos funcionarios públicos

Desde la última década, los miembros del Cuerpo Nacional de Policía (CNP) emplean un término muy distinto al usado habitualmente para distinguir a compañeros de profesión, utilizando la palabra “hermano” como si el padre común fuese el Ministerio del Interior, o en términos religiosos, perteneciéramos todos a una misma familia. No se usan otras definiciones, como camaradas, para distinguir a quienes te acompañan y tratan de reunir el mayor número de trabajadores para un mismo fin, defender intereses comunes. El término libertad es una palabra inusual entre los servidores públicos del Cuerpo Nacional de Policía, lo que indica que se nos desvía de las verdaderas razones de la existencia del movimiento sindical de la clase trabajadora en este país, el sindicalismo de clase, donde se encuentran representados el resto de los trabajadores dependientes de la Administración General del Estado.

El término libertad es una palabra inusual entre los servidores públicos del Cuerpo Nacional de Policía, lo que indica que se nos desvía de las verdaderas razones y existencia del movimiento sindical de la clase trabajadora en este país

Otros trabajadores de la seguridad, como policías locales y autonómicos, sí lo han conseguido y saben que el sistema sindical que tienen es válido para obtener reivindicaciones justas y legítimas, mediante otro derecho fundamental, la negociación colectiva. Un mecanismo necesario de diálogo social para convenir salarios y condiciones de trabajo, lo que significa alcanzar unas buenas relaciones laborales, inexistentes en el sistema sindical actual del CNP. Estos léxicos que los representantes de afilados ni usan, ni tratan de inculcar a sus cotizantes, impiden que haya una formación sindical seria y rigurosa en sus bases. Tratan de dar otro tipo de formaciones, cuyas consecuencias en estos días ya se sabe en qué consisten.

Como bien manifiesta Joan Manuel Serrat en su canción “para la libertad”, la lucha por la libertad y la resistencia ante la adversidad deben ser constantes. Es un valor supremo por el cual vale la pena sacrificarse. Es un mensaje fundamental del que hago uso desde la transición política en este país. Lo hago convencido como servidor público y como trabajador en una institución en la que se nos señalaba por parte de la sociedad como “maderos” o “grises” para distinguirnos del resto del movimiento obrero, como consecuencia de esa falta de democracia interna en este país, donde la Policía jugaba un papel represor. Yo lo tuve claro: decidí embarcarme en una lucha donde la esperanza y la renovación del sistema era y es, desgraciadamente transcurrido tanto tiempo, una asignatura pendiente no superada.

El próximo 24 de noviembre se cumplirán cuarenta años desde la legalización del movimiento sindical en la Policía española. He asistido como activista en “primera línea frente a la adversidad” a situaciones de extrema dificultad ante los poderes de la administración policial. Dos etapas bien diferenciadas, la primera 1984-1990, donde la clase dirigente en la transición y los agentes sociales, compañeros y compañeras sindicalistas, no dudaron en dar un impulso a la democratización y la desmilitarización de un cuerpo de seguridad, para evitar que se siguiera permitiendo hacer estragos en la población civil. Aquellos miembros, policías identificados con la dictadura, tachados como viles represores del régimen contra la población, formaron parte de una historia nefasta que algunos conocimos en sus últimos rescoldos aún humeantes, hablo de mi experiencia a partir del año 1978, donde pude apreciar señas de identidad de ese pasado. Un serio problema de conciencia para algunos o tal vez para muchos que, sin lugar a duda, teníamos que combatir de forma organizada, como se hizo desde la seña de identidad SUP, en aquellos tiempos clandestinos, un referente para la conciencia de algunos valientes demócratas.

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La segunda etapa la marcó la promulgación del Real Decreto 991/2006, donde se pretende reorganizar el Ministerio del Interior, nuevamente bajo la concepción de un cuerpo, denominado Nacional de Policía, para poner fin a la denominación Policía Nacional (con estructura y organización militar).

Se empieza a partir de estos cambios, a concebir entre sus miembros reciclados durante años anteriores, que los derechos y libertades consagrados en la Constitución, la libertad como derecho universal, eran y son prioridades en la función policial. Valores y principios impregnados en el colectivo por la clase política progresista como objetivos: mantener la seguridad y el orden público, hacer respetar las sucesivas leyes que se iban promulgando y proteger a los ciudadanos y sus bienes de peligros y actos delictivos.

El Ministerio del Interior y su Dirección General de la Policía deben urgentemente poner en marcha una formación que ponga freno a este deterioro cívico

Desgraciadamente, este compromiso en común empieza a ponerse en duda por parte de la sociedad, algo que en teoría se sigue exigiendo a los trabadores y trabajadoras del Cuerpo Nacional de Policía, y así lo deben acatar en cuanto juran o prometen asumir el importante compromiso con el Estado y la sociedad civil. Sin embargo, a mi juicio, ocurre algo importante que quiebran estos preceptos y se pone en duda, los sindicatos que hasta esa fecha jugaban un papel importante en hacer cumplir estos imperativos legales. En estos momentos, han perdido la condición de garantes instructores entre sus afiliados, como venían haciendo valer, a través de sus consignas estatutarias, congresos y asambleas. En la actualidad, algunos dirigentes entregados a formaciones políticas reaccionarias contra el Estado social y la democracia y firmando acuerdos con grupos considerados antisociales, no son buenos ejemplos. Por otra parte, el Ministerio del Interior y su Dirección General de la Policía, deben urgentemente poner en marcha una formación que ponga freno a este deterioro cívico.

El término “apolíticos” figura en la mayoría de sus compromisos, ser leales servidores públicos, mantener la neutralidad política en el ejercicio de sus funciones, hacer respetar la libertad individuales y colectivos de los ciudadanos, el derecho a la vida privada de los mismos y acatar los cambios democráticos de los gobiernos, conforme a la decisión soberana del pueblo ejercida mediante el sufragio universal ejercido por estos, son manifestaciones gratuitas. Estas consignas en la práctica están en desuso, lo que viene permitiendo la derechización del sector sindical.

El compromiso sindical perfectamente diseñado para ir progresando en la conquista de derechos y libertades sindicales en la Policía, y con ello, poder conseguir la libre sindicación de sus afiliados que les permita acceder y regirse como el resto de los funcionarios de la Administración General del Estado, por el Estatuto Básico Empleados Públicos, y tener presencia en la Mesa de la Función Pública, bajo la guía imprescindible de los sindicatos de clase. Ha quedado reducido a un solo referente, la organización progresista/reformista ARP, quien sigue tratando de defender un proyecto, en ese sentido.

Es importante hacer ver que, el 28 de Julio de 2015, el Partido Popular irrumpe de forma decidida para cambiar el rumbo de sindicatos y del carácter formativo de los policías, en algunos casos SUP y UFP, vinculados a acuerdos puntuales con CC. OO. y UGT, algo que, sin lugar a duda, implicaba la consecución de un fin previsto, la integración efectiva de estas organizaciones, en la de sus tutores o mentores, deben estar preocupados, ante falta de inacción hacia la consecución de estos fines.

Se impone nuevamente la denominación Policía Nacional por la Ley Orgánica 9/2015 del Régimen de Personal de la Policía Nacional, coexistiendo con la denominación original a partir de su entrada en vigor, una señal inequívoca de marcar distancia entre la Policía y la ciudadanía. Se cercena el derecho a la libertad de libre a afiliación, en ese pretendido avance de estos sindicatos, formaciones políticas, evitando que formaran parte del gremio obrero, empleados públicos, trabajadores, que en definitiva somos los policías. Querer ser otra cosa, mantener un “estatus profesional” diferenciado por escalas y categorías, imponiéndose un sistema clasista que se remonta a tiempos previos a la promulgación de la Ley orgánica 2/ 1986 de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, es el mayor error, para conseguir mejoras en todos los aspectos, como lo vienen anunciando otros gobiernos que dirigen a sus respectivas policías.

Este estancamiento ha conseguido que, en los momentos actuales, la mayoría de las organizaciones y sus representantes estén vinculados a movimientos y formaciones conservadoras o de extrema derecha. No caminan solos en las manifestaciones con lemas exclusivamente económicos, han irrumpido y perdido el sentido estricto de reivindicar las legítimas aspiraciones a la libertad sindical. Se falta el respecto al Gobierno, a sus ministros y ministras, se invade la vida privada de estos y sus intenciones con fines espurios que hacen de la actual situación un retroceso evidente en el sector sindical. Aparece la opción dinero, acuerdo del 2018, “equiparación salarial” a cambio de crear una revuelta perfectamente diseñada, donde adquiere “un protagonismo” una asociación y la posterior nomenclatura de Justicia Policial, que deriva de forma clara en la CSIF. No hay dudas de que se ha permitido alterar de forma interesada la vía de la conquista y derechos en el CNP, por un ambiente de hostilidad que beneficia a sectores externos que promulgaron en el año 2015 leyes pendientes de derogaciones.

Tras estos cuarenta años recorridos, hoy el Cuerpo Nacional de Policía, sigue inmerso en una crisis de identidad total, la militarización encubierta, véase actos públicos, conmemoraciones donde las formaciones y cánticos son una triste realidad

Tras estos cuarenta años recorridos, hoy el Cuerpo Nacional de Policía, sigue inmerso en una crisis de identidad total, la militarización encubierta, véase actos públicos, conmemoraciones donde las formaciones y cánticos son una triste realidad, cuando se entendía la condición de cuerpo de naturaleza civil, forjado en unos años de lucha sindical y de un Ejecutivo que, en el proceso de liberar a la Policía de su pasado, promulgó ese acuerdo de cambio profesional, social y sindical.

Hemos perdido capacidad reivindicativa por la falta de seriedad y la desorientación sindical en la defensa de los trabajadores. El insulto, la discrepancia, las denuncias en sedes judiciales se impulsan con la intención de amedrentar y disuadir a otros signos sindicales. El régimen de personal, aún vigente, ha impuesto una jerarquía con vocación castrense bajo la denominación “Policía Nacional” aplicando métodos en la gestión de los servicios y las disputas por puestos de trabajo, jornadas laborales, que recuerdan tiempos pasados. El uso desproporcionado del régimen disciplinario es otra situación elocuente, que nos obliga a decir que es un “código militar disfrazado”. Las faltas leves por el “a sus órdenes” son un indicador claramente definido de unas malas condiciones de entendimiento entre el personal, algo que no ocurre en otros ministerios, donde el tratamiento y respeto son parte de una convivencia profesional en todos los aspectos, que nos debe servir como ejemplo. Este déficit de conductas se atiende a base de sanciones, por no haber adecuado como norma general un código civil apropiado. Otra impronta del pasado.

Las nuevas generaciones, alumnos y futuros policías, servidores públicos, deben saber que esos sentimientos de himnos y banderas forman parte de una estrategia diseñada por políticos conservadores que obvian el carácter civil del CNP

Las nuevas generaciones, alumnos y futuros policías, servidores públicos, deben saber que esos sentimientos de himnos y banderas forman parte de una estrategia diseñada por políticos conservadores que obvian el carácter civil del CNP. Es un desprecio a la historia reciente de luchadores por la libertad sindical, a los expedientes, sanciones y privaciones de libertad que algunos hemos sufrido. Están consiguiendo la fragmentación sindical, propiciando seguir consignas de elementos vinculados a sectores extremistas, xenófobos, homófobos, racistas, fascistas, lo que implica un retroceso en el reconocimiento de derechos individuales y colectivos de unos funcionarios públicos.

Quiero llegar con un alegato dirigido a los compañeros de profesión y a miembros de la sociedad plural y diversa que entienden la necesidad de un cambio regeneración en el modelo policial y sindical, acudiendo a un luchador incansable, José Antonio Labordeta, quienes sabemos en su recuerdo, la intensa vida de entrega por su pueblo y, por quienes, como actualmente algunos servidores públicos, creemos en la esperanza de que en breve podamos celebrar una nueva conquista en el Cuerpo Nacional de Policía:

Habrá un día en que todos al levantar la vista, veremos una tierra que ponga libertad. Hermano, aquí mi mano será tuya mi frente. Y tú gesto de siempre caerá sin levantar. Huracanes de miedo ante la libertad. Haremos el camino en un mismo trazado. Uniendo nuestros hombros para así levantar. Aquellos que cayeron gritando libertad….”.