La fuga del Pastilla: ¿Crucifixión o libertad?
Cuando leí los detalles de la fuga del Pastilla lamenté no ser Sorogoyen. ¡Qué serie tiene la historia y qué bien podría hacerla el tal Rodrigo! Le tengo mucho rencor a Sorogoyen y estoy convencido que todo el mérito de sus películas es de Isabel Peña; vaya eso por delante. Para colmo mi compañera y su círculo de amigas y amigues han convertido a Sorogoyen en un sex symbol (“Sorofollen” le llaman). Al final van a tener razón Iris Simon y los del Frente Obrero en lo del daño que ha hecho este feminismo que convierte en sex symbol a un tipo que no sería capaz de ponerle un tapón a Pablo Motos. En fin… Pero vayamos a la historia del Pastilla que propongo convertir en la serie más vista de la historia de España.
El Pastilla, por lo visto, ejerce el sicariato en la banda de los Tayenas de Ceuta. Estaba en prisión por, presuntamente, haber ejecutado a miembros de bandas rivales y a un “civil” por error. Tuvo que ser trasladado de la cárcel de Algeciras a Alcalá Meco porque se temía que miembros de Los Piolines (una banda rival) o de su propia banda pudieran darle matarile en la cárcel gaditana en la que estaba.
No me digan que la serie “Pastilla” no lo tendría todo: narcos, tiros, persecuciones en coche, cárceles y nada menos que una fuga y todo “basado en hechos reales”. Carlos Saura debe estar revolviéndose en su tumba.
Pero permítanme que les explique el punto de partida que les propongo. Leyendo sobre las negligencias que permitieron la fuga del Pastilla me he encontrado con un personaje clave: el guardia civil que, cuando encontró al Pastilla confundido y despistado en los aparcamientos de la cárcel, le dijo que por allí no se salía y le indicó amablemente hacia donde dirigirse para abandonar la prisión como es debido.
Se ha escrito que éste guardia tendría que haberle identificado y, perdonen, pero no es así. He visitado cárceles algunas veces para encontrarme con indepes, sindicalistas y anarcos y, una vez que pasas el control en el que te devuelven el DNI, no tiene ningún sentido que nadie te identifique otra vez. Fueron los que no se percataron de que un preso se unió a un grupo de familiares que terminaban una visita y los que se dejaron, no una, sino dos puertas abiertas que permitieron al Pastilla saltarse el control en el que te nombran y te entregan el DNI, los que cometieron una negligencia. No mi guardia.
Este guardia civil me recuerda al guardia romano de “La Vida de Brian” que organiza a los condenados al martirio de la crucifixión. A cada reo le pregunta: “¿Crucifixión?” Y cuando uno le contesta “No, yo libertad” le pide disculpas y le invita a salir libre. Ese guardia romano del que pretenden los Monty Python que nos burlemos es una metáfora de la democracia, igual que el guardia civil que indicó al Pastilla como salir correctamente de la cárcel simbolizaría lo mejor de la democracia española; un guardia que no te pide el carnet, sino que te ayuda, cívicamente, a orientarte.
Me imagino la serie comenzando con ese encuentro maravilloso entre el Pastilla y el guardia y a partir de ahí, una estructura no cronológica en la que conozcamos la infancia del Pastilla, su llegada a las bandas y a la delincuencia en Ceuta, sus asesinatos, las experiencias en la cárcel y también la vida de un joven amable y buena persona que decidió ser guardia civil y al que empezaron a hacer la vida imposible cuando se escapó el Pastilla.
¿Y saben qué les digo? La serie no tendría que hacerla “Sorofollen”. Tendría que hacerla Dani Guzmán