Posa el cap a la meva falda
Pegasus es un caballo alado, el primero que logró estar junto a los dioses (según la mitología griega). Ya ves, menudo marrón. ¡Qué presión! Pero según la mitología de los bonsais de Moncloa Pegasus es un caballo alado que parece que ha logrado entrar en el dormitorio de Pedro Sánchez, de puntillas. Es lo más cercano a dios que hemos conocido desde que el Señor X perdió el poco juicio que tenía o cuando Ansar quiso conducir borracho o irse andando a no sé dónde a buscar armas de destrucción + IVA.
Pegasus también fue un camión de peso máximo de 11,000 kilos y velocidad punta de 90 kms/h. El orgullo de Paco el Ranas. El típico camión que cuando salías a la carretera con tu 600 te hacía la vida imposible. Imposible adelantarle, imposible ir detrás de él, imposible ir delante de él, imposible.
Dicen las malas lenguas que Pegasus tiene a Peter Sánchez cogido por los cojinetes, ese elemento del motor que permite que el rozamiento sea menor. A Pedro parece que le roza la chilaba en los muslos, le produce erupciones cutáneas. El dolor hace que la emprenda con los más débiles: los y las saharauis. Como si esta buena gente no estuviera harta ya de los españoles, since 1884. De Albares mejor no hablar porque va camino de convertirse en un meme. Lo mismo te pone a Guaidó de secretario general de la ONU que te coloca a Manu Tenorio de embajador en Washington D.C.
Pegasus es también un spyware que se puede instalar en IOS o Android. No sabemos que móvil tiene el presidente pero puede que sea un queso gruyere para Marruecos, esa idílica democracia. No sabemos si tienen imágenes suyas en la cama con un pijama de Bob Esponja y Begoña con un camisón de seda regalo de Jill Biden, hablando los dos de geopolítica. Repartiéndose Europa a carcajada limpia, cagándose en lo poco que queda de socialdemocracia (en su entorno), si es que alguna vez hubo algún vestigio de eso. No sabemos qué mierdas tienen grabado (igual no tienen nada pero les tienen contra las cuerdas pensando que sí). Es una peli mala de espías. Las 40 no maletas de Delcy. Las cajas de zapatos con billetes de 50 de ZP (marca Botín). Las hostias a martillazos que le meten cada semana en la sede de Ferraz al busto de Pablo Iglesias Posse, no sabemos. La estafa de las renovables de Miguel Sebastián. Esto parece el Edgar Allan PSOE. El corazón delator. Teresa Ribera ya no es del Duero, es del Rin o del Danubio.
Lo que sí conocemos de primera mano son las consecuencias del supuesto, presunto, puto Pegasus. Una niña de un año y medio saharaui (enfermita) malvive en la sala de inadmitidos de la T-1 del Aeropuerto de Barajas/Adolfo Suárez/Arias Navarro/Fdez Miranda. Un chaval saharaui sordomudo y con cáncer, sigue ahí, en la platajunta para inadmitidos (qué mierda de nombre) del aeropuerto de Barajas/Calvo Sotelo/Gil Robles/Peluca de Carrillo. Y así hasta casi 40 retenidos y retenidas saharauis. Huelgas de hambre mediante. Gente de la que pende una guillotina llamada Mohamed Sexto esquina Hassan Segundo, semiesquina con JuanCar Primero. La marcha verde de vómito.
Les voy a dar unos datos, ya que nadie los da ya, sobre la putrefacción que es vivir en los TTOO (Territorios Ocupados por Marruecos) o en los campamentos de refugiados saharauis en medio de la nada (desierto de Argelia). Más que datos son realidades, crueldad en vena, violencia por doquier. Una radiografía muy jodida de lo que ocurre allí y que aquí no sale ni en El Hormiguero, ni en La Revuelta ni en Amar en Tiempos Revueltos. Justo ahora que lo sabemos todo de Venezuela, hasta la marca de calzoncillos de Diosdado Cabello molaría poder pasar página y empezar a descubrir lo que ocurre en un lugar de administración española y que está pendiente de descolonización. La provincia 53 de Carrero Blanco y el del culo blanco. No es tan difícil, si lo intentas.
Vivir como saharaui en los Territorios Ocupados es equivalente a ser un cactus en el desierto de Sonora (Arizona, EE.UU.), o en el mismo desierto del Sáhara. O un judío en el Guetto de Varsovia, o Marcos Ana en el campo de concentración de Albatera. No vales nada y te estás secando cada día. Te secan a culatazos. Sobrevives con una nariz rota. No te llamas Kunta Kinte, te llamas Tobi. Nadie te dice cómo es un árbol, no puedes volver a tu tierra. Estás lleno de moretones y te mean encima.
Tu vida está totalmente controlada (minuto a minuto) por las fuerzas de ocupación. No olvidemos (ya sé que no es Venezuela, ni Corea del Norte, ni Marinaleda) que esa tierra en la que malviven es suya, de sus antepasados. Nómadas de corazón grande. Camellos de los buenos sentimientos. Que son de allí de toda la vida.
Que la codicia de Juan Carlos Bribón, Hassan Segundo y la CIA les voló la tapa de los sesos en directo. Con Franco en la cama, con la Collares haciéndole el boca a boca (borrad esa imagen de vuestra mente cuando podáis). Con el programa de TV americana Saturday Night Live preguntándose si Franco seguía vivo. La puñetera Marcha Verde ante los ojos de todo el planeta. Y nadie hice nada. Lo que Israel consiguió con aviones, tanques y a hostia limpia esta gente lo hizo saludando desde un Land Rover. Ola ke ase, vamos a ocupar tu tierra. Si te quedas no te vamos a dejar respirar. Y si te piras… la ONU, Reagan y Felipe González te van a meter en el lugar más inhóspito del mundo para que te pudras. Casitas de adobe con vistas a millones de bombas anti persona. Te va a estar entrando arena en los ojos hasta el día juicio final, puto saharui.
Cuando vengan riadas como las de esta semana vas a ver lo poco que tienes sepultado en el barro o corriendo río abajo hacia Mali. El camino inverso de los que huyen de la guerra. Lo único que puedes es esperar al verano para que a tu hija o a tu hijo la seleccionen entre las 11,000 afortunadas para aterrizar en las piscinas comunitarias de miles de familias españolas. Serán los únicos que no se meen en ella. Los españoles hacen cosas. Solo el pueblo salva al pueblo, once again.
Ahora es Pegasus pero antes fueron otros héroes alados los que les apretaron las tuercas y asfixiaron al pueblo saharaui. Todos los presidentes del gobierno de este pinche país, y todos sus ministros de exteriores. Que Ariel Sharon los tenga en su gloria. Todos comprados a base de fosfatos, pesca, dólares y más dólares.
Una vez (hace 20 años) tuve la ocasión de poder preguntarle a Felipe (González) por su traición al pueblo saharaui y salió por peteneras, por patas. Se enfadó y me hizo la cruz, la X. Durante varios años cada vez que me cruzaba con algún saharaui me lo agradecía con mucho cariño. Un pequeño paso para el hombre y la mujer, un pequeño paso para la humanidad. No valió para nada pero bueno, alguien tenía que hacerlo. Imagínate si les devolvieran su tierra. Estoy seguro que la compartirían de manera generosa con los marroquíes que están hartos del sátrapa de Rabat. Los rifeños, la gente de buen corazón. El problema no es la gente, son los dirigentes, los que mal mandan. Es burdo pero vamos a cortaros el grifo de la humanidad, cabrones.
Nosotras lo solucionamos todo con un cuscús de cordero, una paella valenciana o un musajján palestino. En una sobremesa arreglaríamos el conflicto árabe-israelí y marroquí-saharaui en un abrir y cerrar de ojos. Hay sitio para todas en este planeta. Lo único que hay que hacer es olvidarse de lo que hay debajo de Gaza, del Sáhara Occidental y disfrutar de las viandas que hay sobre la mesa. Y el té, siempre el té. El primero amargo como la vida. El segundo dulce como el amor y el tercero suave como la muerte. Su muerte, nuestra muerte.
Si alguna vez tenéis la “suerte” de visitar los campamentos de refugiados (Fisahara es una buena ocasión) os daréis cuenta de cómo son los saharauis. Son de otro planeta. A mi me recuerdan mucho a los palestinos, mira tú por dónde y a mucha gente que me he encontrado por el mundo. De esa gente con el corazón abierto, corazón sin coraza. Te abren las puertas de su jaima, de su casita de adobe, te lo dan todo (que es mucho siendo nuestra nada) y te miran con mucho cariño mientras agradeces estar ahí y no en una mansión de La Moraleja o Sant Gervasi. Lo mismo que me pasa en Madrid con las familias palestinas que llevo un año entrevistando. Hay que comer juntos. Adiós a las armas.
El pueblo saharaui vive dentro de una central nuclear, dentro del olvido, rodeado de maldad y con la única posibilidad de que alguien en algún momento se de cuenta de que en la sede de la ONU huele a azufre 24/7. Que alguien haga algo. Algo de emergencia. El tiempo corre en contra de las de siempre. La niña de un año y medio de Barajas, el niño que se desangra entre los cascotes de Gaza, el abuelo que se ha quedado sepultado debajo de su salón en Nigeria.
Si además de ser saharaui vives en los territorios ocupados no serás considerado ni persona. Eres un color, y no es coña. Puede que el rojo sea para señalar a los más cercanos al Polisario, el naranja para los que quieren su autodeterminación pero no lo van pregonando a los cuatro vientos. El amarillo para los que pueden ser reconducidos en algún momento y dejar de dar por saco con lo de querer que les devuelvan todo lo robado, que es su tierra, ni más ni menos. Y el verde puede que sea para los que ya se sienten más marroquíes que Pedro Sánchez. Cuando pasan por un checkpoint no son Abdu, ni Fati… son colores. Fundido a negro.
Si tienes la “mala suerte” de caer en una cárcel marroquí “El Expreso de Medianoche” te va a parecer una peli de Peter Sellers. Lo que allí pasa es inimaginable para cualquier persona con un mínimo de humanidad. Y lo que ocurre con las familias de los presos ni te cuento. Gdeim Izik es la palabra clave, ponedla en Google y verás que pasa. Voy a tener suerte. Y ahí precisamente está esa información que nunca llegó aquí ni allí, porque no es Venezuela, no es Lula, no es Cristina, no es Bakunin. Que si Maduro se ha comprado un chándal nuevo, que si los supermercados de Caracas están tiritando. No sé cómo pueden comprar el barrio de Salamanca en Madrid y estar todo tan mal en el campamento base. Que me lo expliquen en 59 segundos, que es el tiempo máximo que nos dejan ahora para explicar nada. Cada vez que vas a decir algo interesante te bajan el micrófono. La vida es eso. ¿Por qué no te callas? Las actas, las putas actas. Kamala calienta que sales. ¿Qué país vas a invadir primero?
Pues eso, que se atornillan a tu país con la connivencia del que te conquistó primero. Te someten violentamente, no te dejan respirar y cuando miras hacia la ONU buscando empatía (qué menos) te das cuenta de que están en el ajo porque lo único que hacen es pasearse con un Range Rover último modelo y beber whisky en los lugares de alterne de los TTOO donde no entran más que los invasores, los alienígenas. Saharauis go home, pero ¿qué home? El ajo se repite una y otra vez.
Y ojo que según el derecho internacional (me dicen por el pinganillo) está prohibido que la fuerza ocupante meta en cárceles de su territorio (no el ocupado, el otro) a gente del pueblo ocupado. Es un sin dios, un sin Alá. Pero aquí los Netanyahu de la vida hacen lo que se les viene en gana. Somos su patio trasero. Somos sus hijos de puta. Son los dueños del botón de la cámara de gas, de los crematorios, de los misiles y de todo lo que huela a azufre. Asssufre, como diría Celia Cruz.
Si tienes la suerte de lograr dar el salto (no por la verja) a España (aunque tu padres tuvieran DNI español) serás considerado una oveja negra, un perro verde, un mierda, una planta rodante del desierto (estepicursor), un despojo de la sociedad. Es el país con más poetas por metro cuadrado del mundo. Me refiero al Sáhara Occidental. Son tan bonitos… No olvidemos tampoco que España nunca ha reconocido a la RASD (República Árabe Saharaui Democrática). Lacayos del más tonto, siempre. Fidel sí se preocupó. Les ofreció casa, estudios y vida a cambio de vida, estudios y la casa que supone ser nómada en cualquier sitio. Quid pro quo. Y España mirando para otro lado, para el GAL, para la OTAN, para Guaidó, para Serrano Suñer.
Fidel (yo soy de Camilo) sería muchas cosas pero repartió médicos por todo el mundo y acogió a gente que nadie acogía. De hecho Mandela le echó la bronca por no ir a visitarle a Johannesburgo. ¿Dónde se va a estar mejor que en La Habana? Sin embargo, mejor. Me refiero al embargo gringo, claro. Sin embargo, aquí seguimos. Tan lejos de Marx y tan cerca de Estados Unidos.
Por eso se nos partió el alma en esta semana que tuvimos que sufrir viendo a saharauis entre chinches en una puta sala de un aeropuerto del que la gente sale para mojarse el culo en la playa. De nada valieron las visitas de Ione Belarra, Tesh Sidi o la súper abogada Fatma. Como si hubiera bajado el mismísimo Siddharta. Da igual, no escuchan. Los hombres de Marlaska no atienden a razones salvo que te vean subido a una tanqueta o agitando concertinas en la mano de manera “agresiva”. Si vienes en son de paz date por jodido. Paz, qué cara te vendes.
Palestina desde 1948, el Sáhara Occidental desde 1975 (y 1884 también). Nos duele todo. Tan cerca de Israel, de Marruecos y de Estados Unidos y tan lejos de la ONU y del sentido común de este planeta. Chinches, niños, cáncer, territorios ocupados, cárceles abarrotadas, colchones sucios en el suelo recién fregado. No pises lo fregado pero pisa a los saharauis, písales con garbo. A los de colorado no, que son los nuestros como diría Bilardo. Pues aquí a los de colorado sobre todo, los más peligrosos.
Dejen ya de volar por los aires a niños y niñas en Gaza esquina Líbano. Dejen ya de masacrarle la vida a diario al pueblo saharaui. Devuelvan lo robado, quítense el pasamontañas y el lanzagranadas. Les llevamos esperando durante mucho tiempo. No les vamos a encarcelar, no les vamos a matar, simplemente les vamos a meter en aulas con vistas a Dajla (Sáhara Occidental) o al barrio de Rimal (Gaza) y enseñarles a ser persona, que no es poco. Llegamos tarde, lo sé. Siglos tarde.
Que los ejemplos no sean Reagan, Golda Meir ni Juan Carlos Primero. Que los ejemplos sean los ciudadanos y ciudadanas saharauis y palestinos que solo quieren llenar parte de su neverita con un poco de cuscús, hummus y tomarse un té con ustedes, pese a todo. Pese al genocidio, pese a la masacre diaria de dos pueblos, que son tan nuestros como la luna a la que nunca llegó nadie. Ni Laika ni Aldrin.
Y eso es la vida. La invasión diaria de los imbéciles, la conjura de los necios. De los de la ley del mínimo esfuerzo frente a los que llegan siempre primero donde nunca pasa nada. La ley del que se deja la piel para que luego te digan “no hay nadie imprescindible”. Cierra al salir.
Antes de irme les voy a recomendar una nana, de esas para dormir de manera instantánea. Perfecta para los saharauis de Barajas y para las palestinas de Gaza y para los libaneses del Líbano. Me la ha descubierto una bonita amiga catalana, de madrugada. Se trata de “Bona Nit” de Els Pets. Y dice así:
Vine aquí
sé que estàs cansada, els ulls se't fan petits,
deixa'm abraçar-te, tendrament i calla
que és molt tard i arriba l'hora de dormir.
Posa el cap
a la meva falda i deix la meva mà
expolsar els fantasmes que t'amoïnen i t'espanten,
tanca els ulls que jo et vigilo des d’aquí.
En resumidas cuentas: ven aquí, sé que estás cansada, los ojos se te hacen pequeños (los míos siempre lo son). Déjame abrazarte tiernamente y calla. Que es muy tarde y llega la hora de dormir. Pon la cabeza en mi regazo (falda) y deja que mi mano ahuyente a los fantasmas que te preocupan y te asustan. Cierra los ojos que yo te vigilo desde aquí…
Eso es lo que hay que decirle a las saharauis, a los palestinos, a las que habitan en las decenas de conflictos bélicos que azuzan los de siempre. Que estamos ya cansadas, que queremos cerrar los ojos y que cuando amanezca ya no haya fantasmas. Que los machirulos dejen de matarnos. Que no haya presidentes de gobiernos que llegaron a la política a lucir palmito o para no dar un palo al agua más que para trepar y trepar, morir matando. Huele a chamusquina.
Que queremos poner la cabeza en el regazo de la paz y no salir de ahí hasta que llegue como en Novecento. Que basta ya de Netanyahus de la vida, que estamos rodeados y no queremos seguir siendo rehenes de esta gentuza.
Queremos ir a una fiesta de cumpleaños de una amiga y reírnos. Somos vascos y vascas. De Algeciras a Estambul. Irnos felices a casa y decir: bona nit. Y seguir aprendiendo, abriendo la mente, cerrando prejuicios. Esta semana aprendí, por ejemplo, que regazo en català se dice “falda”. Hay regazos donde uno se quedaría a vivir. Sin bombas, sin alambre de espino, sin fantasmas. Posa el cap a la meva falda, please. ¡Vivan las faldas, adiós a las caenas!