¿Me trae una servilleta?
Sigo conmocionado con el atentado a Donald Trump. No pego ojo, me cuesta planchar la oreja. Ahora que le veo con un esparadrapo (o un apósito como dicen los finos) en la oreja pienso que igual si lo hubiera llevado el día de autos hubiera sido un blanco más fácil (nunca mejor dicho) y nos hubiéramos ahorrado tanto tuit conspirativo.
Porque yo doy por hecho que Crooks quería darle en la oreja. Como dice un colega mío: —Eso es cartílago, no duele, no sangra. Pero Trump es de sangrado fácil y la oreja sangró. La bola entró. Cuando medio país pedía a gritos que alguien sacara a Biden de su miseria y le llevaran en volandas a una residencia de ancianos demócratas en West Virginia (take me home) resulta que al que casi dejan en el otro barrio es al otro. Dispararon al que no era están diciendo muchos seguidores del partido del burro.
Biden ha llamado a su Secretario de Defensa (Lloyd Austin) “el tipo negro”. A Zelensky lo ha llamado Putin y seguro que si se encuentra con Pedro Sánchez de nuevo en el Museo del Prado le llama Ábalos. Así estamos y así se lo hemos contado. Biden no va a necesitar que nadie le coma la oreja, ni siquiera que se la vuele por los aires, porque Biden se va, de hecho se ha ido ya. Hay gente que jura y perjura que nunca estuvo. Por eso dispararon a Trump, porque Biden ya estaba muerto. Ni siquiera se fue a por tabaco para no volver.
La imagen de los seguidores de Trump en la Convención de Milwaukee con una servilleta en la oreja derecha dice mucho de lo que nos espera a partir del segundo martes después del primer lunes de noviembre: una mierda pinchada en un palo. Servilleta en la oreja como símbolo de resistencia, los panteras negras del nuevo milenio. Ponen la tirita antes que la herida. Estamos condenados a la gilipollez extrema. Y con más de 56 conflictos bélicos activos en todo el planeta.
Es como si a los que nos pareció un despropósito lo de Carvajal con Peter Sánchez ahora nos pusiéramos una bolsa de Barrabés en la mano derecha, en honor al presidente. Una especie de duelo por el hombre que dormía mejor cuando el Coletas merodeaba por la Moncloa. Todo bien en el Congreso mientras no menciones en la tribuna el nombre del nuevo héroe mediático del extremo centro: Burdoman.
Me pregunto si la gente que lleva servilleta en la oreja es la misma que cuando llueve y no encuentra el umbrella (paraguas) se pone una bolsa de Pryca en la cocorota. Me pregunto si esa misma gente es la que se parte la caja cuando ve que las calles de muchas de sus ciudades están preñadas de gente zombi hasta las trancas de fentanilo.
Al final la servilleta en la oreja puede ser un antídoto contra el plasta de turno: —Habla cartucho que no te escucho. Cartucho de rifle semiautomático será. Hemos pasado de las mascarillas a la pinche servilleta. Si a Trump le hubieran dado en un ojo ahora todo el facha estadounidense llevaría un parche en el ojo, una pata de palo.
No se puede asaltar Capitol Hill con una servilleta en la oreja, de eso nos podemos alegrar. Mientras tejen servilletas no están haciendo el capullo. Cómo está el planeta. Kamala y Michelle calentando banquillo. Tampoco son Rosa Luxemburgo, ya os lo aclaro de antemano. En EE.UU. las llaman “coconut” (coco) porque son negras por fuera pero blancas por dentro.
Aquí también tenemos nuestra oreja en el punto de mira. Pedro Sánchez lo intenta arreglar con medidas revolucionarias contra las mordazas y los medios burdos pero todo le sale mal. Emosido engañado. El PSOE nunca aprueba nada que beneficie al común de los mortales. Félix Bolaños es un Biden reseteado en la planta de caballeros de El Corte Inglés. Y aquí nuestro Trump de Llodio no levanta cabeza. No necesita esconder la oreja, ni siquiera la patita.
El otro día imaginaba cómo hubiera sido si el atentado en vez de en Butler (Pennsylvania) hubiera sido en Almazán (Soria). Me imaginaba a un señor con boina y con una carabina y un galgo, encima de un tejado, con Feijoó a 200 metros, a tiro. Me imaginaba a la CIA que no se fiaba y pone a otros dos francotiradores por si el paisano fallaba. Como con Carrero Blanco.
Me imaginaba la oreja de Feijoó volando por un páramo cerca de unas ruinas romanas y la gente corriendo a por ella. El candidato conservador llevándose la mano a la oreja y diciendo: —No siento la oreja. Ayuso en primera fila contrariada pensando: —Me he cargado a 7291 personas y no he sido capaz de cargarme a este pazguato, vamos no me jodas.
Al final la oreja la trajo en la mano cual tesoro un tal Carromero. Los médicos de la plaza de toros lograron coserle la oreja al instante pero aún así le pusieron un apósito por el qué dirán. Creo que Cuca Gamarra quiso cambiar el apósito por una servilleta de papel (de una cafetería cercana) pero a Tellado le pareció too much. Había que homenajear a Trump pero sin que se notara. España no es EE.UU. Aquí la bala no hubiera rozado a la víctima del complot si no que hubiera dado de lleno al vendedor de helados Kalisse. La clase trabajadora siempre pagando el pato. El pato Donald.
Nos dicen siempre que somos lo que comemos, que somos lo que votamos. Yo creo que realmente somos lo que escondemos tras un esparadrapo. Si a Carvajal le dieran un golpe en la cabeza no le pondrían venda porque nadie le pone una venda a algo hueco. Si a Marlaska le dieran una hostia en la compasión tampoco habría ni esparadrapo ni vacuna posible porque estamos hablando de lugares deshabitados.
Yo creo que la papeleta de Trump para las elecciones de noviembre debería ser una servilleta que pusiera “gracias por su visita”. La de Kamala Harris podría ser un trozo de cinta americana. La única posibilidad que tiene de ganar es que salga un Crooks republicano (de verdad) y le pegue un tiro en el dedo meñique (de la mano). Y que a partir de ese día todos los demócratas (los del burro) lleven el dedo meñique envuelto en cinta americana como acto de lealtad a la nueva candidata.
Si cuando leáis esto Biden sigue en pie, sigue vivo o sigue en la carrera presidencial no es culpa mía. A mí todo me dice que cuando se publique esto Biden será ya pasto de sillón ball y Netflix. Adiós a las armas. Puede que Michelle Obama se postule, puede que no. Pero da igual es como presentar a Bolaños o a Ribera, a Leonor o a Sofía, un Borbón o un Austria, sociata o pepero, CDS o UCD, burro o elefante, Yolanda o Yolanda.
Este es el texto más corto que he escrito desde que escribo en Diario Red, la gente me lo pedía. —Te enrollas mucho, corta el rollo repollo. Y yo me debo a mi público que es el tuyo. Echenique torcía el morro cada vez que me pasaba del tercer folio (él lo llama folio). Las estadísticas y los algoritmos van en contra de lo extenso, de la morcilla gratuita y del relleno.
Como veis hoy no he hablado de cunetas, ni del GAL, ni de lo desmejorada que está Yolanda, ni siquiera de Durruti. Cuando vives en un mundo donde la gente empieza a colocarse una servilleta en la oreja hay que parar máquinas y centrarse. No te quedes con la servilleta, no te quedes con la oreja. No es una servilleta, no es una oreja, va más allá. Es el apocalipsis.
Me voy a la piscina municipal. Seguro que veo a algún tonto bañándose con una servilleta en la oreja o con una camiseta de la selección con el número 2 de Carvajal.