Burricie en Burriana
Lo sucedido en Burriana, la palurda censura de las películas Barbie y 20.000 Especies de abejas, no es algo anecdótico, sino otro ejemplo de lo que supone entregar responsabilidades culturales a la ultraderecha. También es una muestra de lo que puede ser la gestión cultural de todo un país si algún día el PP gobierna gracias a sus socios.
Pero vamos a los hechos: en Burriana, pueblo al sureste de la provincia de Castellón y de 35.000 habitantes, gobierna el PP con Vox. Su alcalde es el popular Jorge Monferrer, que dio cuatro concejalías al partido de ultraderecha: Urbanismo, Familia, Seguridad Ciudadana y Cultura, controlada por un tal Jesús Albiol, que pretendió no incluir Barbie y 20.000 especies de abejas en el catálogo de la biblioteca municipal por su “marcada ideología de género y LGTBI”.
Conocimos los hechos gracias a que Compromís denunció la censura después de que unos usuarios pidieran estas dos películas en la biblioteca y les dijeran que no las podían comprar para su catálogo. Según el portavoz de Compromís, Jorge Alarcón, les confirmaron que “el concejal de Cultura había dicho que no se podían comprar porque Barbie supone un empoderamiento de la mujer y 20.000 especies de abejas trata el tema de la transexualidad”.
La respuesta de Jesús Albiol fue tan paleta como prepotente: “Por dos DVD que no se compren no pasa nada. Además, son DVD, yo no sé cuántos de ustedes tienen un DVD en su casa. El que quiera ver una peli pues tendrá Netflix o lo que sea, pero que no se compre todo no es censurar”. Eso sí: el momento más bochornoso de su intervención ante la prensa llegó cuando soltó: “Barbi pues puede tener algo de relevancia, pero la otra película, que ahora mismo no recuerdo el nombre, no sé si era 20.000 especies de abejas submarinas, no me acuerdo, es una película que lo que se ha llevado en subvención es lo que ha recaudado. O sea: valor de esa película: cero”.
Con 20.000 especies de abejas submarinas este individuo se refería a 20.000 especies de abejas. El tipo se hizo la picha un lío y mezcló la película de Estibaliz Urresola Solaguren con la película de Disney 20.000 leguas de vieje submarino.
En cuanto al “valor cero” del que habló tan ilustre concejal, conviene recordar que la película de Solaguren fue nominada a quince Premios Goya, premiada en el Festival de Berlín por el estupendo trabajo de Sofía Otero, ganó la Biznaga de Oro y el premio de Mejor actriz de reparto (Patricia López Arnaiz) en el Festival de Málaga y fue también nominada en los Premios del Cine Europeo, en los Premios Platino del Cine Iberoamericano, en los Feroz y en los Forqué.
Lejos de amedrentarse, faltaría más, Albiol anunció que pediría abrir un expediente al funcionario que filtró a Compromís que su concejalía no había autorizado la compra de las películas “atendiendo a su marcada ideología de género y LGTBI” y llegó a hablar, sin despeinarse, de “una revelación de secretos”.
Y entonces llegó el inevitable y repetido giro de película de poli bueno, poli malo, la buddy movie que se suelen montar en estos casos el PP y Vox. A saber: primero te repartes las concejalías con los ultras para llegar al poder y cuando se pasan de fachas o de merluzos, pones el grito en el cielo y los llamas al orden, como hizo el alcalde de Burriana. “Burriana tiene un gobierno para todos y las películas de Barbie y 20.000 especies de abejas estarán en la Biblioteca Municipal”, aseguró Jorge Monferrer. También avanzó, sobreactuado, que pediría una reunión con el resto del equipo de Gobierno para que esa situación no se repitiese.
Pero no cuela. Porque saben, perfectamente, cómo se las gastan sus socios. En julio del año pasado, tras suscribir el pacto con el PP, Vox anuló la suscripción municipal a cinco publicaciones en catalán por considerarlas “pancatalanistas” y las retiró de la biblioteca. Dos de las revistas, Cavall Fort y Camacuc, eran infantiles, y otra, Enderrock, musical. Tamaña majadería provocó una protesta civil contra la censura por parte de la Plataforma per la Llengua y a la que acudieron cientos de personas que se acordaron del “concejal de incultura”, en referencia a Albiol.
Dos meses más tarde, el concejal retiró de la sección juvenil de la biblioteca los libros LGTBI para “proteger a los menores de contenidos pornográficos y escandalosos” y en noviembre sustituyó las cinco revistas en catalán por otras en valenciano no normativo y una taurina. Además, el festival de música negra Maig di Gras renunció a la posible subvención de la concejalía de Cultura por “incompatibilidades insalvables” con Vox.
El remate de los desatinos de Albiol fue la retirada de una placa (qué obsesión tiene esta gente con las placas) en memoria de víctimas de la dictadura reclutadas en un convento convertido en prisión tras la Guerra Civil.
Con esta serie de despropósitos, las huestes de Vox demuestran que siguen el modelo trumpista, como ya expusieron en el aquelarre de Vistalegre en el que participó el demencial Javier Milei. En poco se diferencian las censuras de Burriana de las de lugares como Texas o Florida, donde se restringe el contenido que las escuelas pueden compartir en las aulas en relación con la raza, el género y el sexo.
También queda demostrado que, para conservar el poder, el PP sigue usando la pantomima del poli bueno, poli malo. Y se limitan a darles un toque a los ultras cuando superan los decibelios fascistas, como pasó con Borja Semper e Isabel Díaz Ayudo cuando retiraron los nombres de Paco Rabal y Asunción Balaguer del callejero de Alpedrete. Y en Vox, que quieren seguir calentando su poltrona y conservando el generoso sueldo público, reculan y tan amigos.
Aunque frustrada, la burda, machista y homófoba censura de Burriana no es trivial, es otro ejemplo de lo que podría perpetrar la derecha si llegase al poder en todo el país. Por eso, bajo ningún concepto, la batalla cultural y mediática contra esta gente debe detenerse.