Unai Lobo publica “Poemas en el ángulo muerto”: ráfagas de empatía emocional
El nombre de Unai Lobo durante muchos años ha estado asociado a la música vasca, en especial a una ya legendaria formación creada a mediados de los 90 en Araba en torno al ska, el euskera y la amistad: Betagarri. Pero aunque tangencialmente haremos alguna inevitable referencia a la actividad musical de Unai con la gran formación gasteitzarra, hoy Unai viene a Diario Red para darnos a conocer otra faceta de su inquieta personalidad. Ya conocida su trayectoria en el mundo de la comunicación —colabora en medios como Gara y Hala Bedi Irratia— el libro que hoy nos ocupa es su debut en el mundo de la poesía.
‘Poemas en el ángulo muerto’ (Desacorde ediciones), en palabras del propio Unai, es según su terapeuta, un intento de elevar un grado más el severo Síndrome del Impostor que padece desde que alcanza a recordar, que por otra parte, tampoco es demasiado alto y en el que encuentra para ilustrar sus versos, el apoyo de tres artistas a cual más interesante: Igor Agirre, Mauro Entrialgo y Natalia López de Munain, también conocida como “Miss Rayas” han dejado que gran parte de su obra plástica acompañe los poemas de Unai en estas páginas, otorgándoles otra dimensión y en más de un caso una pluralidad de significados que enriquece mucho la obra en su conjunto.
Estos poemas en el ángulo muerto nacen de una introspección muy profunda por parte de su autor, que plasma en ellos vivencias que todos podemos haber experimentado y con las que nos podemos identificar fácilmente. Poesía de lo cotidiano, de las sensaciones y sentimientos del día a día, que interpelan al lector a través de ideas, recuerdos, diálogos interiores y palabras que nos llevan a un mundo emocional que sin ser el nuestro, en modo alguno nos es ajeno. Memoria, soledad, nostalgia, amor… todo lo que nos hace humanos. Con versos cortos, a veces casi telegráficos, muy estilo Sam Shepard. Y muy estimulantes.
Curiosidades y paradojas, algo común entre los poetas: Aún cuando la lectura de este libro pudiera dar la impresión de que estamos ante un poemario sumamente estructurado, la dispersión espacio-temporal de su origen es con toda seguridad, de ahí también su título, su característica más acusada. “Este libro” —asegura Unai— “surge de la recopilación de un montón de escritos que tenía por ahí a lo largo de unos cuantos años que un día, pues abriendo un portátil que no usaba hacía mucho tiempo aparecían, cuando casi ni me acordaba de ellos. Luego vi que en otro ordenador tenía otros tantos, que en el teléfono anterior también tenía apuntadas ideas, versos, cosillas y llegado el momento me puse a recuperarlos y a recopilarlos. Viendo que tenía una cantidad importante, bueno, a partir de ahí, pues ya sabes, se los enseñas a gente de confianza, que esperas que te dé una opinión sincera. Todo el mundo me insistió mucho en que no se podían quedar ahí, en un disco duro, que había que intentar publicarlo. Barajamos la posibilidad de la autoedición, incluso con otro amigo hablamos de la posibilidad de hacer una editorial para sacar este libro, pero finalmente aparecieron Jorge y Bego de Desacorde ediciones, a quienes se lo propuse, su respuesta fue un sí, y ahí lo tienes”.
Con independencia de cómo funcione el libro, lo que sí es verdad es que habrá más libros de Unai. “Sí, yo sigo escribiendo, tengo por ahí más poemas, relatos, tengo por ahí de todo, eso sí, con la poca constancia, el poco orden y la poca disciplina que me caracteriza. Ahora que conozco a Desacorde desde luego lo tengo más fácil para publicar, pero aún pasará tiempo hasta que me plantee publicar otro nuevo libro”.
Paralelamente a Betagarri, Unai se embarcó en otro proyecto musical en solitario llamado Miss Palencia, en el que sus poéticas letras nos hacen preguntarnos si pudo existir una conexión entre ese proyecto y estos poemas que hoy nos presenta. “Yo creo que acabo haciendo poemas por escribir canciones primero para Betagarri en euskera, luego canciones de otro estilo, como las que vieron la luz como Miss Palencia, que en realidad los músicos que me acompañaron fueron los propios Betagarri, ellos fueron los que me ayudaron a grabar estas canciones en el estudio que teníamos en el local y que quedaron grabadas también un poco con esa intención de que de que no quedasen en el olvido ya que Betagarri no iba a continuar. Al seguir escribiendo, lo que en principio eran letras para canciones, al no tener, digamos, salida musical… bueno, pues se han desarrollado hasta convertirse en poemas”.
La última actuación de Betagarri hasta estos conciertos que han tenido lugar recientemente, más en concreto en Iruña, Gasteiz y en el Kafé Antzokia de Bilbo por el 30 aniversario de la formación de la banda se remontaba al Festival Hatortxu Rock hace ya seis años. Al preguntarle por el futuro del grupo, nos explica: “A lo mejor esporádicamente podamos hacer algo, desde luego volver a la carretera, digamos volver a estar tocando a tiempo completo como antes ya no, porque tampoco es lo que ahora mismo queremos ni podemos, pero bueno, visto lo que lo que decías que reflejaban estas crónicas en la prensa y como ha respondido la gente, quizá nos pondríamos en marcha para cosas puntuales, es decir, ni lo dejamos definitivamente ni volvemos a grabar o a meternos tres meses de gira”.
Unai Lobo dice en uno de sus poemas que sueña con naufragar en un océano de tiempo, sin avistar tierra firme ni prisa por irse, naufragar en sus sueños y en la débil luz que siente alejarse al hundirse. Una sensación muy similar, la de evadirse del ruido para sumergirse en este mar de sensaciones transmutadas en versos es la que experimento cada vez que tomo el libro en mis manos y lo abro por cualquiera de sus páginas. Con toda sinceridad, invito a compartir la experiencia.