Netanyahu llama "corrupta" a Begoña Gómez

Si Benjamin Netanyahu viniese a Madrid a un mitin de VOX y dijese que la mujer de Pedro Sánchez, Begoña Gómez, es una "corrupta", entonces el gobierno retiraría a la embajadora española en Israel

Antes de que cierta progresía periodística otanista nos acuse publicar bulos y, encima, hacerlo en caracteres árabes desde la afinidad con Hamás, queremos dejar claro que el titular de este editorial no corresponde a un hecho que haya tenido lugar sino a un acontecimiento hipotético cuyas —también hipotéticas— consecuencias queremos analizar.

A la luz de los recientes acontecimientos en relación con la visita de Javier Milei a España, podemos afirmar que, si Benjamin Netanyahu viniese a Madrid a un mitin de VOX —futurible no del todo descartable, teniendo en cuenta que su ministro de Antisemitismo, Amichai Chikli, estuvo, de hecho, en Vistalegre, con los de Abascal, el pasado domingo— y, si, en ese mitin, Netanyahu dijese que la mujer de Pedro Sánchez, Begoña Gómez, es una "corrupta", entonces el gobierno de nuestro país, como mínimo, retiraría a la embajadora española en Israel, Ana María Salomón.

Sabemos también que no bastaría con que Benjamin Netanyahu acusase a Pedro Sánchez en Madrid de "recompensar a los palestinos por su masacre" para que nuestro país retirase la representación diplomática. Y lo sabemos porque justo eso es lo que dijo Amichai Chikli, entre los aplausos de los neofascistas españoles y en el mismo evento en el que intervino Milei, refiriéndose al ataque de Hamás del 7 de octubre. Para que Albares salga en rueda de prensa solemne desde la Moncloa a anunciar represalias contra Israel, dicho gobierno tiene que ir más lejos que acusar al presidente de recompensar a Hamás. Es necesario que, al menos, llame "corrupta" a su mujer.

También podemos asegurar a ciencia cierta que las acciones diplomáticas contra el gobierno de Netanyahu no se producirían si éste se limitase a llamar "antisemitas" y "amigas de Hamás" a ministras del reino de España. Al fin y al cabo, esto ya se lo dijeron a la ministra de Derechos Sociales, Ione Belarra, en la legislatura pasada y lo que hizo Albares fue decirles en privado que pensaba que eso era un "gesto inamistoso". Para que la señora Salomón abandone su residencia en Tel Aviv y vuelva a Madrid, haría falta algo más serio, como que algún miembro del gobierno de Israel o de su cuerpo diplomático llame "corrupta" a Begoña Gómez.

Otra cosa que tampoco produciría gestos de tensión diplomática por parte de España hacia Israel es que este último decidiese en un momento dado llevar a cabo el peor genocidio del siglo XXI

Nada de esto sería posible sin suscriptores

Otra cosa que tampoco produciría gestos de tensión diplomática por parte de España hacia Israel es que este último decidiese en un momento dado llevar a cabo el peor genocidio del siglo XXI, asesinando a más de 35.000 personas —más de 15.000 de ellas niños y niñas— en la Franja de Gaza. La comisión de crímenes de lesa humanidad y el exterminio de miles de seres humanos en clave de limpieza étnica tampoco sería suficiente para retirar a la embajadora de España en Israel. Para que ese gesto se produjera, haría falta algo mucho más grave, como por ejemplo que ocurra lo que figura en el hipotético titular de esta editorial y Benjamin Netanyahu decidiera emular a Javier Milei, llamando "corrupta" a la mujer del presidente.

En ese caso y por una mera cuestión de analogía diplomática, el ministro José Manuel Albares convocaría sin duda a los periodistas para anunciar, primero la llamada a consultas de la embajadora y, después, su marcha de Israel, en el caso de que Netanyahu rechazase disculparse. Lo que no sabemos es si, de producirse dicha circunstancia, el gobierno de España también suspendería la compraventa de armas con Israel, se sumaría a Sudáfrica en su denuncia al Estado sionista por genocidio o bloquearía el tránsito de cualquier buque sospechoso de llevar armas a dicho país a través de puertos españoles. Después de todo, este editorial es puramente hipotético y tampoco se nos pueden exigir semejantes dotes de adivinación.

No nos cabe —por último— ninguna duda de que el gobierno de Sánchez ha actuado en esta materia desde una lógica que no tiene absolutamente nada que ver con el hecho de encontrarnos en la precampaña de las elecciones europeas. Sabemos que esta conexión no puede existir —estamos seguros de que no hay voluntad electoral en la respuesta española a Javier Milei— porque es absolutamente imposible que cualquier persona de nuestro país se vea impelida a votar al PSOE a causa del trato dispensado al presidente argentino vis à vis lo hecho —lo no hecho, en realidad— con el primer ministro israelí. Teniendo en cuenta que la ciudadanía española aborrece la hipocresía y los dobles raseros, no cabe en la cabeza de ningún estratega político que la reciente acción diplomática del gobierno se pueda traducir en votos el próximo 9 de junio.